Los beneficios de consumir alimentos funcionales |
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Infobae.com
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viernes, 07 de septiembre de 2007 |
Los acelerados cambios en el modo de vida urbano, el crecimiento de las horas que las mujeres pasan en el trabajo y los chicos en la escuela, dificultan el control de qué y cómo se come en casa.
Incorporar vitaminas, probióticos, prebióticos, micronutrientes, fibras o ácidos grasos, permite enriquecer la dieta sin modificar los hábitos nutricionales. El hierro incorporado a la sal de mesa es un claro ejemplo de un nutriente que se agregó ahora sin alterar el sabor ni las propiedades.
No
es un secreto lo imprescindible de una alimentación balanceada para
estar sanos. Una dieta variada aporta todo lo que el organismo
necesita. Lo difícil es llevar a cabo esa dieta balanceada hoy.
Los
alimentos funcionales surgen como una iniciativa de este industria para
reparar los baches que se generan hoy día por estar mucho tiempo fuera
de casa. Los códigos alimentarios aún no han incorporado esta
categoría, en la que se pueden incluir desde lácteos con probióticos y
alimentos con prebióticos.
Así también envasados con agregado de
fibras solubles e insolubles o los panificados en cuya elaboración se
utilizan ácidos grasos omega 3 y omega 9, u otras categorías de
alimentos en los que el agregado de nutrientes está más específicamente regulado y que cuentan con más larga data, como los adicionados y fortificados con minerales o vitaminas.
Según el doctor Oscar bioquímico experto en la industria de alimentos, la clasificación alimentos funcionales es relativamente nueva. “Se refiere a ciertos productos que a cuyo valor nutricional se agregan, en el proceso de elaboración, otros componentes que provean un beneficio científicamente demostrable a favor del estado de salud”, explicó.
Por su parte, Luis Gallego, consultor especialista en mercadeo de la industria alimentaria: “Los
productos funcionales aprovechan un hábito de consumo, son las
galletitas, la sal o la leche que se consumen todos los días, pero con
algún agregado que cumple una función saludable que beneficia a un
importante segmento de la población”.
La potencialidad de un alimento para convertirse en funcional tiene que ver, según el especialista “con la masividad de su consumo”. Una de sus características principales, según explica la Licenciada en Nutrición Silvia Squillace, es que “no
se piensa en ellos como agregados a la dieta, sino que con ellos se
busca reemplazar a los alimentos que se consumen habitualmente”.
Los adicionados con hierro son un caso claro, ya que es a partir de las cantidades que diariamente se consumen que se puede calcular el aporte que hacen a la dieta.
Así, se calcula que la sal de mesa adicionada con hierro, por ejemplo,
cubre con un consumo diario de 5 gramos –el consumo máximo recomendado
de sal por la Organización Mundial de la Salud es de 6 gramos diarios–
el 35% de la ingesta diaria requerida de este nutriente esencial, con
una buena biodisponibilidad. Estos alimentos funcionales buscan reemplazar a los tradicionales por otros con mejores características nutricionales. La industria lo hace posible y la tendencia parece ir en aumento, según los indicadores.
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