Días atrás el Consejo de la Facultad
de Medicina derogó el ICV (Instancia de Confrontación Vocacional). Este
curso previo significaba en la práctica una reducción en el número de
ingresantes. En consecuencia, el ingreso ha pasado a ser ilimitado.
En la Universidad de Rosario existe un ingreso irrestricto a sus carreras de grado.
¿Podía entonces ser Medicina una excepción? Medicina es considerada una
carrera de riesgo profesional ya que la formación del graduado
repercute directamente en la salud de la población. Es responsabilidad
de cada facultad el asegurar una adecuada relación docente/alumno para
poder brindar una enseñanza responsable a las exigencias de la carrera.
Quien en el siglo XXI avale el ingreso irrestricto, debe tener ante la
ausencia de un modelo similar muy fuertes convicciones. En cualquier
lugar del mundo, incluyendo la Cuba de Fidel, existe un ingreso
regulado en las facultades de medicina. Los argumentos más lógicos que
lo avalan son:
a) Es necesario conocer cuál es el número de médicos que requiere cada
sistema de salud. Es evidente que esa necesidad surge de un programa de
formación de recursos humanos que tienen los países que realmente
priorizan la atención de sus habitantes. La responsabilidad de
implementarla es una política de Estado que asumen los gobiernos cuando
su interés por la salud se ejerce y no se declama.
En la Argentina no hay política de salud seria y por ende no hay
programación de recursos humanos. Los médicos que se forman en
universidades estatales o privadas son volcados a la práctica sin
control de calidad que juzgue la validez del título otorgado. Al
creciente aumento de la oferta educativa de las universidades privadas
se suma el ingreso masivo en las universidades estatales. La resultante
es un desproporcionado número de médicos para la población del país.
Esta relación alterada influye negativa-mente en la eficacia del
sistema de salud y atenta contra la calidad de la prestación médica. A
esta inobjetable realidad se suma la sobresaturación de profesionales
en los grandes centros urbanos y su escasez en las zonas rurales.
b) La posibilidad de brindar una adecuada enseñanza está condicionada a
una proporcionada relación entre la demanda estudiantil y la oferta
docente. Es precisamente la masificación en el ingreso una de las
causas que hace escasa la capacidad docente. Lo inadecuado de esta
ecuación hace inviable cualquier plan de estudio.
Resulta curioso que se haya aprobado el ingreso irrestricto en Medicina
cuando se encuentran en pleno debate las debilidades y fortalezas del
nuevo plan de estudios recientemente implementado. Más llamativo
resulta todavía que sean precisamente las actuales autoridades las que
más lo critican, sembrando dudas sobre la continuidad del mismo. El
sentido común indica que debiera haberse definido previamente cómo se
resuelve este debate, corrigiendo sus defectos y recién entonces
acordar el ingreso. Parece poco oportuno favorecer la admisión masiva
de alumnos para un plan de futuro incierto.
La promesa de buscar más fondos para recursos docentes es prácticamente
una utopía. Crear más cargos cuando los actuales son cuestionados por
su paupérrima retribución parece además un contrasentido. El actual
plan de lucha de docentes universitarios de la UNR con días programados
de huelga, es la más evidente prueba de esta realidad.
Debe saber el ciudadano común que Medicina gasta en sueldos el noventa
por ciento de su presupuesto. Destinando el magro resto en equipamiento
e investigación, realidad tristemente compartida con otras facultades.
Sintetizando, si hoy se duda de la calidad del egresado, cuya currícula
es seriamente cuestionada por el caudal de contenidos y por la escasa
práctica con pacientes, alentar el mayor ingreso pareciera poco
responsable.
La emisión de moneda falsa es un dolo que recibe castigo penal. La
emisión del título de médico en graduados con mala formación, debiera
tener similar condena, ya que es el pueblo el que padece sus
consecuencias.
La excelencia que tuvo esta Facultad ha sido un sello de la calidad
institucional que por décadas ha prestigiado a la medicina argentina.
En los últimos años el deterioro de las instituciones llegó a la
Universidad de la mano de los partidos políticos que hicieron de la
misma un coto de caza de la juventud ilustrada. Con el argumento de
democratizar la Universidad se tergiversaron los verdaderos objetivos
de la formación académica.
Primero se perdió la excelencia, luego se cuestionó la exigencia alentando el facilismo y finalmente se impuso el populismo.
Si el prestigio de la Facultad de Medicina se ha ido deteriorando en
los últimos años, creo que ahora peligra su credibilidad como
institución. Como consecuencia, la calidad académica que enorgulleció
por décadas a Rosario, va en camino de extinción en un futuro mediato.
Los dirigentes de turno, docentes y estudiantes, tienen el mayor peso
de la responsabilidad actual. La declamación de discursos en defensa de
la Universidad estatal es poco menos que irritante, cuando en la
práctica se deteriora el nivel académico y la esencia misma de la
institución: su excelencia.
Los directos beneficiarios de este deterioro en el terreno educativo,
son los intereses corporativos de las universidades privadas, y en la
medicina asistencial los gerenciadores de la salud.
Finalmente, el argumentar que la ausencia de límites en el ingreso
favorece el acceso de los alumnos carenciados es una demagógica burla a
la triste realidad de los mismos.
La falta de becas para los estudiantes con escasos recursos que tienen
vocación por medicina es en la práctica una injusta y verdadera
exclusión, ya que sin ellas el concretarlo es solo una ilusión.
La auténtica sensibilidad social en el gobierno de una Facultad de
Medicina la ejercen quienes no confunden igualdad con equidad y que
además se preocupan no por el número sino por la calidad de los médicos
que forman. La primera beneficia a los estudiantes, la segunda a la
totalidad de la población.
Espero y confío en la sensatez del actual decano, de impecable
trayectoria médica y académica, y en aquellos que lo acompañan en su
actual gestión. En la reflexión que exige la presente realidad, en la
crítica a la actitud tomada y en el compromiso con la institución que
gobiernan, están puestas las expectativas de todos los que queremos a
la Facultad de Medicina de Rosario. Mi vocación por la docencia en
medicina y su ejercicio durante cuarenta años en la Universidad pública
me obligan con profunda preocupación a dar a conocer estas reflexiones.
Por Hugo Tanno, Profesor titular de gastroenterología y director de la carrera
de post grado en gastroenterología de la Facultad de Medicina de la UNR
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