Dos estudios publicados en el Journal of Clinical Oncology aportaron información sobre la relación entre la actividad física y el tratamiento del cáncer de mama. Investigadores canadienses y estadounidenses sugirieron que los cambios en el estilo de vida, el ejercicio e incluso el yoga pueden ser de gran ayuda para las mujeres que se enfrentan a la enfermedad.
En
Canadá, 242 pacientes con cáncer de mama que dedicaban parte de su
tiempo a realizar ejercicios aeróbicos y con pesas, fueron más
propensas a completar a su tratamiento de quimioterapia, además de
presentar una mayor autoestima, según investigadores de la Universidad de Alberta.
Los
expertos canadienses evaluaron a mujeres sometidas a quimioterapia
entre los años 2003 y 2005. Las pacientes fueron divididas en tres
grupos: uno realizaba ejercicio, uno hacía entrenamiento con pesas y
otro recibía la atención habitual en reposo.
De
acuerdo con los datos recolectados, las mujeres de los grupos con
actividad física reportaron mejoras en su autoestima, estado físico y
composición corporal. Las pacientes entrenaban con pesas fueron las que
mejor completaron la quimioterapia, con una tasa del 78 por ciento,
mientras que el grupo de ejercicio aeróbico tuvo un índice de 74.4 por
ciento, contra el 65.9 por ciento de las pacientes que siguieron el
tratamiento estándar.
Las
cantidades bajas de glóbulos blancos son un efecto secundario muy
frecuente de la quimioterapia, lo que puede interferir con el
tratamiento, pero otros estudios han demostrado que el entrenamiento
con pesas ayuda a mejorar la cantidad de glóbulos blancos, explicó
Kerry Courneya, de la universidad canadiense.
Por
otra parte, pacientes con cáncer mamario residentes de Nueva York
demostraron que una clase semanal de yoga las ayudaba a sentirse más
tranquilas, informaron investigadores de la Escuela de Medicina Albert Einstein.
Los
autores del trabajo analizaron a 128 mujeres con tumores de mama, 84 de
ellas realizaron una sesión semanal de yoga. El 42 por ciento de las
mujeres eran negras y el 31 por ciento, hispanas.
“Creo
que la clase de yoga las ayudó a relajarse y detener los malos
pensamientos”, señaló Alyson Moadel, autora del estudio. Agregó que el
cáncer de mama hace que las pacientes tengan una sensación de soledad,
pero las clases de yoga las ayudaron a sentirse en comunidad.
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