Hace unos días, la publicación Archives of General Psychiatry dio a conocer los resultados de un estudio que aseguraba que los diagnósticos de trastorno bipolar habían mostrado un incremento considerable en Estados Unidos en el periodo comprendido entre los años 2002 y 2003.
Pero
¿en qué consiste este padecimiento, por qué algunas personas todavía
dudan de su existencia? Aunque el comportamiento humano es muy
complicado de explicar, y por ende también las enfermedades que lo
alteran, los investigadores aportan cada día más conocimientos sobre él.
La
principal característica del trastorno bipolar es la alternancia de
períodos de excitabilidad o euforia (manía) con períodos de profunda
depresión. Las fluctuaciones entre ambos estados de ánimo pueden ser
muy abruptas, por lo que no pueden compararse con los cambios de ánimo experimentados por la mayoría de las personas.
Algunas
veces se presenta una superposición entre las dos fases, esto es, los
síntomas maníacos y depresivos se presentan simultáneamente o en una
sucesión rápida, conocida como estado mixto. Este
padecimiento puede causar rupturas en las relaciones, pérdida del
trabajo e incluso dificultades financieras (ya que se asocia con las
compras compulsivas).
Hay
dos tipos principales de trastorno bipolar: las personas con el
trastorno bipolar I han tenido al menos un episodio completo de manía
con períodos de depresión mayor. (a esta condición solía llamársele
depresión maníaca).
Por
otro lado, las personas con trastorno bipolar de tipo II rara vez
experimentan un episodio maníaco completo y en su lugar presentan
períodos de hipomanía (niveles elevados de energía e impulsividad que
no son tan extremos como los síntomas de la manía). Dichos períodos
hipomaníacos se alternan con episodios de depresión mayor.
Existe
una forma leve del trastorno bipolar, denominada ciclotimia, que
implica períodos de hipomanía y depresión leve, con menos fluctuaciones
en el estado de ánimo. Con frecuencia, los pacientes con trastorno
bipolar II o ciclotimia son diagnosticadas, de forma errónea, con
depresión.
Se
trata de una enfermedad que afecta por igual a hombres y mujeres, suele
aparecer entre los 15 y 25 años y su causa se desconoce, pero se
presenta con mayor frecuencia en personas con antecedentes familiares
del trastorno. El riesgo de suicidio aumenta para quienes padecen este
problema, además, en cualquiera de las dos fases el paciente puede
abusar del alcohol u otras sustancias, lo cual empeora los síntomas.
El
tratamiento del trastorno bipolar implica a menudo el uso de
medicamentos estabilizadores del estado de ánimo, como el ácido
valproico, el litio y la carbamazepina, que son útiles tanto para la
fase maníaca como para la fase depresiva, también sirven para prevenir
síntomas futuros.
Los
antidepresivos pueden servir durante la fase depresiva si se usan con
un estabilizador del estado de ánimo, pues los antidepresivos por sí
mismos pueden desencadenar un estado de manía. Los medicamentos
anti-psicóticos pueden ayudar a la persona que ha perdido contacto con
la realidad.
Los
especialistas recomiendan a los pacientes tener suficientes horas de
sueño para mantener estable su un estado de ánimo. La psicoterapia
puede ser una opción útil durante la fase depresiva, así como acudir a
un grupo de ayuda.
Entre los síntomas de la fase maníaca se pueden contar:
- Elevación del estado de ánimo
- Pensamientos apresurados
- Hiperactividad
- Falta de autocontrol
- Autoestima elevada (delirios de grandeza)
- Compromiso exagerado en las actividades
- Hacer gastos exagerados
- Poca necesidad de sueño
- Promiscuidad sexual
- Irritabilidad
- Excesos en la comida o bebida
- Dificultad para concentrarse
La fase depresiva implica comportamientos como:
- Tristeza permanente
- Sentimiento de desesperanza, culpa y falta de valor
- Apatía
- Somnolencia excesiva
- Incapacidad para dormir
- Pensamientos frecuentes acerca de la muerte
- Dificultad para concentrarse, recordar o tomar decisiones
- Aislamiento
- Pérdida de la autoestima
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