Hoy, nuestro país dará un primer gran paso en la prevención de lo que
expertos argentinos consideran una "urgencia social" de la que poco se
habla: el suicidio. El lanzamiento del primer Programa Nacional de
Prevención, que se realizará hoy, permitirá -según promete- conocer el
problema, sus causas y adelantarse a esa lamentable forma de terminar
con la vida.
Se estima que el 25% de los suicidios ocurre entre los 15 y los 25
años. Uno de los pocos estudios científicos disponibles en nuestro país
demostró que el 11% de los adolescentes argentinos pensó o intentó
suicidarse.
"El suicidio es una urgencia social nacional, ya que nuestra
investigación demostró que no se trata de un problema regional, sino de
una realidad de varias regiones del país. El 11% de los adolescentes
argentinos está en riesgo de quitarse la vida, es decir, que pensó o
intentó suicidarse", afirmó a LA NACION sin titubear la doctora en
psicología María Martina Casullo, investigadora del Conicet y coautora
del estudio sobre alumnos secundarios de colegios públicos y privados.
Reconocida por sus estudios sistemáticos y científicos, la
doctora Casullo impulsa desde hace años la creación de un plan de
prevención que incluya la formación de los profesionales que pueden
identificar, intervenir y evitar un suicidio (policías, docentes,
jueces y personal de la salud), así como también conocer qué factores
específicos son los que disparan la decisión de un individuo en riesgo.
Al respecto, Casullo sostiene la importancia de las autopsias
psicológicas.
"Es necesario que en la Argentina se hagan de manera
sistemática en los casos de suicidios denunciados, que los jueces las
ordenen con más frecuencia de lo que las piden actualmente", señaló la
directora del doctorado en Psicología de la Universidad de Palermo
(UP), donde hoy, a las 18, se presentará el programa nacional al
conmemorarse el Día Mundial de Prevención del Suicidio.
Esas autopsias consisten en entrevistas a la red de familiares
y amigos de la persona que se quitó la vida. Esta medida judicial les
aporta a los especialistas información sobre las causas y los factores
de riesgo del suicidio, lo que ayuda a prevenir nuevos hechos.
Según la Asociación Argentina de Prevención del Suicidio, la
tasa de suicidio en la Argentina es de 8,2 por cada 100.000 personas.
Las únicas estadísticas disponibles son de 2005, según precisó el
licenciado Carlos Martínez, profesor de la cátedra de Suicidología de
la UP y presidente de la AAPS. "Antes de 2000, la tasa era de 6,7 y en
2004, de 8,4; pero 2001 marcó sin duda un quiebre de la tendencia",
precisó.
Con más virulencia
Martínez, uno de los redactores del Programa Nacional de
Prevención, consideró: "El efecto contagio se está presentando con
mayor frecuencia y virulencia. Afortunadamente, podemos detectar ese
fenómeno a tiempo, pero necesitamos las herramientas para hacerlo".
Estimó que si las provincias lo adoptan como referencia, el programa
permitirá contener rápidamente ese efecto.
Un informe reciente de la AAPS sobre el Servicio de Atención
Telefónica a Personas en Crisis 136 de La Pampa -que comparte con Santa
Cruz las tasas más altas de suicidio en el país-, por ejemplo, mostró
un aumento de la cantidad de pedidos de ayuda. Allí, de las 1319
llamadas que la línea 136 registró en 1997, cuando se inauguró, o de
las 2697 en 2004, los operadores pasaron a recibir 11.096 llamadas en
2005 y 12.874 en 2006. "Pese a que el suicidio es un fenómeno con más
impacto en la población masculina -indica el informe-, en las llamadas
a la línea prevalecen las consultas de mujeres."
En general, los factores de riesgo de una conducta suicida
incluyen una psicopatología, la soledad, el aislamiento, los
antecedentes familiares de suicidio y el pensamiento rígido. "La
rigidez cognitiva es muy frecuente en estas personas, para las que todo
es blanco o negro, y no hay grises posibles", explicó Casullo, que
realizó el estudio sobre alumnos secundarios con las doctoras Mercedes
Fernández Liporace y Norma Contini de González.
La investigación incluyó a 1297 varones y mujeres, de 12 a 20
años, en distintas provincias, que respondieron un cuestionario sobre
factores de riesgo de pensamiento y comportamiento suicida, como la
desesperanza, la baja autoestima, la incapacidad de enfrentar
emociones, la soledad y el abatimiento. Las autoras hallaron que un 11%
de los adolescentes había pensado o intentado quitarse la vida.
"Es una franja etaria muy relacionada con el consumo de
drogas, la pérdida de valores, la falta de un proyecto de vida y una
gran exposición a mensajes y productos culturales que hablan de que ya
nada tiene sentido", indicó Casullo.
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