"Es tan peligrosa como la gripe aviar, pero no le tenemos tanto miedo". Los expertos reunidos en Amsterdam con motivo del 43 encuentro de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) lo tienen claro: la mayoría de la población no es consciente de los graves riesgos asociados a esta enfermedad que ya padecen millones de personas en todo el mundo.
"Nos asustamos de las enfermedades contagiosas, y no pensamos en que la diabetes tipo 2 está detrás hoy en día de muchísimas de muertes
y complicaciones, como las cardiovasculares", explica David Matthews,
profesor de la Universidad de Óxford y miembro del comité de
investigación clínica de la EASD.
"Muchísima gente cree que un ataque al corazón es un problema
repentino, que no se puede prevenir, cuando la realidad es que la
diabetes es una de las causas principales de muchos de estos eventos",
apunta.
Según sus datos, la enfermedad afecta ya a una de cada 25 personas en todo el mundo; y las cifras continúan creciendo. "Ya no estamos hablando de una epidemia, sino de una pandemia a gran escala", comenta.
La importancia de los hábitos saludables
Tener hábitos poco saludables y no controlar el sobrepeso son uno de
los principales motores del desarrollo del trastorno endocrino. "La
obesidad sigue siendo un problema clave que resolver. Produce un
incremento en la incidencia de la enfermedad, provoca que su inicio sea
cada vez más temprano y también proporciona problemas en el
tratamiento", explica a elmundo.es Ele Ferrannini, presidente de la
EASD.
"En general, el conocimiento de la obesidad y la diabetes como un problema grave es incompleto. Muchos piensan que tener sobrepeso es un problema estético y no de salud.
Por eso, todavía hay mucho que hacer en el área de comunicar e informar
para que la gente sepa que hay un gran riesgo asociado a estos
problemas", añade.
Sin embargo, la prevención y el control de la enfermedad antes de su
inicio no son las únicas metas que persiguen los expetos. Según
explican, es necesario avanzar en otros aspectos, como conseguir compromisos por parte de la industria alimentaria
o implantar etiquetado en el que pueda comprobarse de manera fidedigna
el valor nutricional de cada alimento, entre otros aspectos.
Además, según remarcan, es fundamental un mayor apoyo público a la investigación
y al desarrollo de nuevos estudios que permitan avanzar en la
comprensión y el manejo de la enfermedad. "Toda Europa debe saber que
la carencia de financiación merma el progreso y degrada la posición de
la ciencia europea y la práctica médica".
En la misma línea, los expertos reclaman más dinero en investigación pública para no depender de los trabajos de las compañías privadas
que, en ocasiones, velan más por sus intereses que por resolver
cuestiones fundamentales. Por poner un ejemplo, los expertos citan la
existencia de algunos estudios que muestran la eficacia de un fármaco
sin mostrar si es o no mejor que una alternativa más barata ya
disponible.
Por otro lado, los expertos también reclaman más participación de
los pacientes en los estudios clínicos o mayor confianza en organismos
reguladores como la EMEA (la agencia europea del medicamento) o la FDA
(su homólogo estadounidense) que, según aseguran, siempre velan por la
seguridad del paciente.
"Es una cuestión compleja que exige muchos esfuerzos, pero sabemos
por experiencia que podemos solucionar problemas complicados", concluye
Matthews. |