La diabetes infantil o infanto-juvenil es aquella que afecta
típicamente al niño o al adolescente, también denominada
insulino-dependiente por ser obligatorio su tratamiento con insulina
subcutánea de por vida. Hoy, desde el punto de vista conceptual, se
define a la diabetes tipo 1 (DM 1) como aquella debida a la destrucción
de las células del páncreas productoras de insulina.
En España, según cifras aproximadas, la prevalencia de casos es de
29.000 niños, y se diagnostican cada año unos 1.104 casos nuevos. En
cifras relativas, y por edades, la incidencia es de 0 a 15 años 11,3
individuos cada 100.000 habitantes, y de 15 a 29 años de 9,9 individuos
cada 100.000 habitantes. Según el profesor del departamento de
Pediatría de la Universidad de Granada, Carlos J. Ruiz Cosano, “se
trata de una de las enfermedades endocrinas más frecuentes de la
infancia”.
Para la Organización Mundial de la Salud la diabetes es una de las
enfermedades objetivo para la que se desarrollan programas de salud
tanto de diagnóstico precoz, tratamiento y prevención en poblaciones de
riesgo. La OMS calcula que en el año 2000 existían en el mundo 171
millones de diabéticos y se prevee un aumento de la enfermedad para el
año 2030 de 366 millones. Las cifras que la OMS da para España en el
año 2030, serán de más de 3 millones de pacientes diabéticos.
Carga genética
Según los expertos, existen diversos factores que pueden favorecer el
desarrollo de esta enfermedad, siendo el primero de ello el carácter
genético de la misma, pues existe una clara asociación familiar. En
este sentido, como explica Carlos J. Ruiz, “la probabilidad de que un
hijo desarrolle diabetes si ambos progenitores son diabéticos es de un
30%. Además, se han descrito unas 20 regiones cromosómicas cuya
afección puede contribuir a la predisposición genética a padecer
diabetes”. En segundo lugar, también se ha descrito un mecanismo
inmunológico en el desarrollo de la enfermedad, mecanismo de carácter
autoinmune, lo que significa que en sujetos predispuestos, “se puede
desarrollar la enfermedad tras la existencia de un factor
desencadenante (infecciones, tóxicos, entre otros), autoantígenos, es
decir, elementos producidos por el organismo y que éste no reconoce
como propios, pero que en el caso de la DM 1, originan la destrucción
de las células del páncreas que producen insulina”.
Sin embargo, la DM 1 es una enfermedad de etiología multifactorial, por
lo que junto a estos mecanismos, se sabe que existen determinadas
enfermedades que pueden acompañar la diabetes en su evolución. De todas
ellas la más importante en el niño es la obesidad. Así, están descritos
en múltiples estudios de amplias series de niños obesos, una mayor
incidencia en estos niños de diabetes. Como asegura Carlos J. Ruiz, se
ha redefinido el concepto de “Síndrome Metabólico” como un mayor riesgo
de padecer enfermedades cardiovasculares y Diabetes Mellitus Tipo 2 (o
del “adulto”), relacionadas con el padecimiento previo de obesidad y
resistencia a la acción de la insulina. En este sentido, “se están
describiendo en distintos estudios epidemiológicos una mayor incidencia
de Diabetes Mellitus Tipo 2 en niños y adolescentes obesos, que además
padecen alteraciones de los ácidos grasos como hipertrigliceridemia e
incluso hipertensión arterial”.
Educación diabetológica
Ante esta situación, Carlos J. Ruiz asegura que es fundamental
el diagnóstico precoz de la enfermedad en las poblaciones de riesgo,
como son hijos de padres diabéticos así como el desarrollo de programas
de salud sobre el tratamiento y prevención de la obesidad,
hipercolesterolemia e hipertensión en el adolescente y cada vez más en
el niño, “pues no se debe olvidar la asociación entre estas
enfermedades y el desarrollo posterior de Diabetes en ese niño cuando
sea adulto”. Por consiguiente “la lucha contra la obesidad y los malos
hábitos dietéticos deben ser prioritarios como objetivos de salud
pública en toda población pediátrica”.
Respecto al tratamiento, Carlos Ruiz asegura que sigue siendo el
esquema básico de los 4 pilares: Insulina, Ejercicio Físico, Dieta y
Familia. “Sin el concurso de uno de ellos el tratamiento del niño
diabético está abocado al fracaso”. No obstante, sobre todo en relación
al tratamiento con insulina, hay nuevas perspectivas como son las
insulinas de acción prolongada, y las bombas de infusión continua de
insulina, y otras, en periodo de investigación, como terapias con
células madre, “pero su aplicación actual en la clínica aún no es
posible”. Por ello desde el punto de vista del tratamiento en la
actualidad, Carlos J. Ruiz insiste “en la educación diabetológica y la
participación activa de la familia y la confianza y complicidad en su
pediatra”.
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