La OMS alerta sobre el riesgo potencial del plomo sobre todo en niños ya que puede interferir de forma significativa en su desarrollo.
La noticia de la retirada del mercado de juguetes en los que se había
detectado un exceso de plomo en la pintura, ha disparado de nuevo las
alertas por posibles casos de intoxicaciones. La intoxicación por plomo
ya había sido un problema preocupante pero gracias a las normativas
aplicadas, la exposición al metal se está reduciendo desde 1970. Ahora,
un estudio señala que un 13% de los casos de retraso mental en la
infancia pueden ser atribuidos a contaminación por este mineral y que
cuatro de cada diez niños presentan niveles altos en sangre.
Mínimos niveles, tóxicos
Son numerosos los estudios que demuestran el efecto perjudicial del
plomo sobre la salud, especialmente en los niños. Un estudio auspiciado
por la OMS y publicado en Environmental Research,
señala que un 13% de los casos de retraso mental en la infancia pueden
ser atribuidos a contaminación por plomo y que cuatro de cada diez
niños presentan niveles altos de este mineral en la sangre. Los menores
son más sensibles a los efectos del metal porque su sistema nervioso,
en desarrollo, es más vulnerable. Además, tienen conductas, como
llevarse objetos a la boca, que favorecen las intoxicaciones y
presentan mayor capacidad de absorción del plomo que los adultos.
"Cifras mínimas de plomo en niños pueden provocar deterioro intelectual y retardo en el inicio de la pubertad"
Durante el embarazo, el plomo cruza la placenta y llega al feto. Se
han descrito malformaciones vertebrales, cardíacas, renales y en
extremidades del recién nacido. Las distintas manifestaciones clínicas
se correlacionan con los niveles de plomo en sangre. La encefalopatía
plúmbica se relaciona con altos niveles de plomo superiores a 80
microgramos por decilitro (µg/dl), el deterioro cognitivo con 50 µg/dl,
la neuropatía (enfermedad del riñón) con 40 µg/dl y la neuropatía
periférica con 20 µg/dl. Incluso con valores bajos como 10 µg/dl puede
aparecer anemia y con cifras menores de 10 µg/dl, se ha referido, en
niños, deterioro intelectual y en niñas, retardo en el inicio de la
pubertad.
Mientras que en adultos el límite es de 30 µg/dl, en niños, por su
mayor sensibilidad, los niveles máximos tolerados de plomo son menores.
Por ello, niveles por encima de 10 µg/dl se consideran elevados. El
diagnóstico de la intoxicación por plomo suele ser difícil, ya que los
síntomas a menudo son inespecíficos. La medida más utilizada es la
determinación de plomo en sangre y la zinc-protoporfirina. El
tratamiento consiste en alejamiento de la fuente de exposición, cambios
en los hábitos, y una dieta adecuada en calcio, hierro y vitamina C
sobre todo en niños. Dependiendo de los niveles de plomo, la terapia
quelante, que se aplica para eliminar metales pesados, requiere la
administración intravenosa de un suero fisiológico con una serie de
substancias, como EDTA y complejos polivitamínicos, poliminerales y
antioxidantes con la intención de 'limpiar'las arterias.
INHALADO O INGERIDO
El plomo puede ser inhalado a través del sistema respiratorio o
ingerido y absorbido por el aparato digestivo. Tras su absorción,
circula en sangre unido a los glóbulos rojos y posteriormente se
distribuye a los tejidos del hígado, riñón, médula ósea y sistema
nervioso central, órganos diana de su toxicidad. Entre uno y dos meses,
el plomo se difunde a los huesos donde se mantiene inerte y no tóxico,
aunque en ciertas situaciones como inmovilidad, embarazo y la toma de
algunas medicaciones, puede volver a movilizarse desde el hueso.
Finalmente se excreta por orina, aunque una pequeña parte se elimina
por la bilis, piel, cabello, uñas, sudor y leche materna.
Pese a que la intoxicación por plomo más frecuente es la crónica,
después de una exposición a gran concentración, puede darse toxicidad
de forma aguda, presentándose como encefalopatía, insuficiencia renal y
síntomas gastrointestinales. Dolor abdominal, cansancio, cefalea,
irritabilidad, dificultad en la concentración y estreñimiento son el
paquete de síntomas más habituales, además de anemia. El dolor
abdominal puede ser intenso y se conoce como 'cólico saturnínico'. En
algunos pacientes el plomo se deposita en las encías en forma de una
línea oscura entre la base del diente.
A nivel del sistema nervioso, la intoxicación se manifiesta en los
nervios periféricos, sobre todo de los miembros superiores, provocando
lo que se conoce como 'mano del pintor', porque se solía presentar en
estos trabajadores por el uso de pinturas con alto contenido de plomo.
En los niños, el plomo puede inducir lesiones en el sistema nervioso
provocando problemas de comportamiento y aprendizaje, como la
hiperactividad. Asimismo, puede inducir a crecimiento lento, retardo de
la pubertad, sordera, cefaleas y pérdida de memoria y de concentración. Precauciones en casa y en el trabajo
El excesivo uso del plomo en el pasado supone un problema en la
actualidad. Hasta 1978 se utilizaba libremente en materiales de
construcción como pinturas y tuberías y hasta finales de los 80 en la
gasolina. La utilización indiscriminada en el pasado implica que
actualmente este metal se encuentre en el agua, suelo y aire de la
mayoría de edificios viejos, por lo que existe un posible riesgo de
intoxicación. Es importante conocer las potenciales fuentes de
exposición al plomo para minimizar su contacto. Las dos más importantes
están en el hogar y el entorno laboral.
"Con tuberías viejas, se
aconseja dejar correr el agua unos segundos antes de usarla y no
utilizar el agua caliente del grifo para beber"
La casa, especialmente si el edificio está construido antes de
1978, es el principal punto de exposición. El plomo puede hallarse en
el agua, como consecuencia de la corrosión de las tuberías viejas,
grifos y soldaduras, y en el aire, en forma de polvo desprendido de la
pintura de la pared y de muebles antiguos. También se encuentra en el
suelo, la tierra del jardín y en elementos de decoración como cerámica
barnizada y vidrio plomado. Si las tuberías son viejas, se aconseja
dejar correr el agua durante unos 20 segundos antes de usarla y no
utilizar el agua caliente del grifo para beber o cocinar. En caso de
duda, los expertos recomiendan contratar una empresa para que analice
el agua.
En cuanto a la pintura de la casa, muebles y juguetes, si se
sospecha que contienen plomo puede realizarse un análisis. Nunca deberá
quitarse la pintura manualmente ya que esto produciría polvo y
aumentaría el riesgo de intoxicación; mejor contratar un profesional.
También en el ámbito doméstico, el metal puede ser ingerido por
contaminación de los alimentos envasados. En algunos casos, los ácidos
disuelven el plomo de recipientes con recubrimiento interno inadecuado,
como sucede en las latas abolladas. Otro problema son las bolsas de
plástico impresas que están en contacto con los alimentos, ya que en
algunas se han detectado niveles elevados de plomo en la tinta de
impresión.
Otra de las fuentes más comunes de exposición al plomo se encuentra
en el entorno laboral. Empleos que conlleven actividades como lijar
pintura vieja, manipular algunos metales y trabajar con barniz de
cerámica tienen un mayor riesgo. Se aconseja lavar y secar la ropa de
trabajo aparte, lavarse frecuentemente las manos y la cara, sobre todo
antes y después de salir del trabajo, y no utilizar herramientas del
trabajo en casa. Asimismo, para minimizar la exposición al plomo, es
importante mantener una dieta equilibrada rica en vegetales y
minerales, ya que el calcio, hierro y vitamina C dificultan la
absorción del metal.
BENEFICIOS DE LA LECTURA
Un estudio publicado recientemente en la revista Neurolgy
señala que una buena capacidad de lectura, protege al cerebro contra
los efectos del plomo. Un equipo del Centro de Neurología Ocupacional y
Ambiental de Baltimore (EEUU) ha estudiado los efectos de la exposición
al plomo en 112 trabajadores de una fundición de plomo. Se analizaron
pruebas de pensamiento y habilidad motora así como una medida de la
capacidad de lectura y los trabajadores se dividieron en dos grupos,
alta y baja reserva cognitiva, dependiendo de los resultados.
El estudio demostró que ambos grupos tenían similar grado de
afectación motora. No obstante, los efectos perjudiciales a nivel
cognitivo fueron 2,5 veces mayores en los trabajadores que tenían baja
capacidad de lectura. «Esto sugiere que una alta reserva cognitiva
tiene una efecto protector que permitió a estos trabajadores mantener
sus capacidades, incluso a pesar de que el plomo había afectado a su
sistema nervioso, como se demuestra mediante su efecto en sus
habilidades motoras», manifestó Margit L. Bleecker, autora del estudio.
Los investigadores justifican estos resultados arguyendo que un
aumento en la cantidad de sinapsis en las neuronas corticales podría
permitir más capacidad cerebral con la opción de usar circuitos
cerebrales alternativos en caso de que algunos resulten dañados.
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