El creciente precio de los medicamentos ha provocado un aumento de los
gastos sanitarios en la mayor parte de los países desarrollados. Sin
embargo, según una revisión publicada en la revista 'PLoS Medicine',
quienes tienen que extender las recetas no saben calcular con precisión
cuánto cuestan los fármacos que mandan a sus pacientes.
Los autores, dirigidos por Michael Allan, de la Universidad de
Alberta, en Edmonton (Canadá), revisaron 24 artículos publicados sobre
esta cuestión en los últimos 10 años. Y sus conclusiones demuestran que
los cálculos de los médicos no eran demasiado exactos: concretamente el
31% de ellos indicaba un precio que se alejaba un 20%-25% del coste
real, y algunos se equivocaron hasta el 243% del 'precio justo'.
Curiosamente, los especialistas valoraban con más exactitud el precio de los medicamentos más caros, mientras que solían tirar al alza cuando calculaban lo que costaban los productos más baratos.
De hecho, ni el país de origen, la especialidad o el nivel de formación
de los doctores influyó a la hora de acertar más o menos.
"La ignorancia que tienen los médicos sobre los costes [de los
medicamentos], combinada con su tendencia a sobrevalorar el precio de
los medicamentos más baratos, demuestra su falta de apreciación sobre
las diferencias reales que existen entre los productos más y menos
costosos", concluye la investigación.
Una cuestión con implicaciones globales
A juicio de los autores, esta ignorancia tiene además importantes
repercusiones en el gasto sanitario global, por lo que apuestan por una
mejor educación de los galenos en este sentido y mayor investigación
sobre los costes y el acceso de los pacientes a los modernos (y
carísimos) tratamientos. "La percepción errónea que tienen de que
existen diferencias mínimas entre los productos caros y los baratos tiene enormes implicaciones en el gasto farmacéutico global",
insisten. "De hecho, incluso aunque un médico esté preocupado por lo
que cuesta lo que receta, podría acabar eligiendo la alternativa más
cara porque crea que no existe mucha diferencia de precio".
De hecho, su revisión sí refleja una cierta preocupación de los
especialistas por los elevados precios (hasta el 91% de los médicos
estadounidenses así lo manifestó, por ejemplo), aunque muchos de ellos
se lamentan de que carecen de información suficiente en esta materia.
"A pesar del impacto potencialmente positivo que podría tener, los médicos sienten que esta información no es accesible y que es difícil para ellos obtenerla".
Según las cifras que maneja el artículo, el gasto en fármacos oscila
entre el 8,5% y el 29% del coste sanitario total en los países
occidentales, "muchos de los cuales luchan para reducirlo debido a que
la escalada de precios y los limitados recursos amenazan otras
prioridades presupuestarias". Pero añaden, el precio no representa un reto sólo para las economías nacionales, sino también para los bolsillos de muchos pacientes que deben hacer frente a esos crecientes precios con su propio dinero.
"Puede que muchas personas se sientan demasiado avergonzadas para
decirle a su médico que no pueden permitirse el tratamiento", destacan
los investigadores al repasar la situación de países como Canadá, EEUU
o Reino Unido, donde se habían realizado la mayoría de los 24 estudios
analizados.
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