La edad y los esfuerzos excesivos castigan las uniones de los músculos
con los huesos en forma de lesiones dolorosas y que pueden acarrear
molestias crónicas.
Dolor en el hombro, en el antebrazo o en las muñecas. O tal vez en
la rodilla o en los talones. No hay, aparentemente, una causa que lo
justifique salvo un sobreesfuerzo que no recordamos o la repetición
acumulada durante largo tiempo de movimientos idénticos. Una
tendinitis, inflamación dolorosa de un tendón, será la causa más
probable. La explicación habitual para una tendinopatía es una
sobrecarga que supera los límites de resistencia física de un tendón.
Así se diagnostican la mayor parte de inflamaciones, desgarros y
roturas de tejido corporal que guardan relación con los tendones y que
suelen verse favorecidas por los procesos degenerativos que se dan con
el paso de los años. El origen más común es la aplicación de cargas
intensas con los músculos contraídos y los tendones en tensión, o la
repetición de cargas menores durante largos periodos de tiempo.
Formados principalmente por fibras de colágeno (proporcionan
resistencia) y por elastina (elasticidad), los tendones tienen como
función principal mantener unidos el músculo con el hueso. Cuando se
alcanzan los 30 años de edad, los tendones empiezan a perder
elasticidad por cambios degenerativos y experimentan una disminución a
la resistencia que los hace más susceptibles a roturas aun con cargas
normales. Es por este motivo que a partir de esta edad las tendinitis
son más frecuentes. Lesiones más comunes
- Hombro doloroso. La causa más frecuente es la tendinitis del supraespinoso,
músculo que eleva el brazo. En este movimiento, el tendón se desliza y
padece roces frecuentes que lo acaban dañando y causando dolor. Si se
padece una artrosis a este nivel, muy frecuente en hombres a partir de
los 50 años, el problema empeora.
- Tendinitis en la muñeca. La tenosinovitis estenosante de De Quervain,
que afecta a las vainas del tendón separador largo y del extensor corto
del pulgar, suele darse por la realización de tareas manuales
repetitivas. Aparece dolor e hinchazón en la parte externa de la
muñeca, a la altura del pulgar, y el dolor, que puede irradiar por el
antebrazo, se exacerba con los movimientos de separación del pulgar. El
tratamiento consiste en reposo, frío local en sesiones de 10 a 15
minutos, tres o cuatro veces al día, y uso de muñequeras especiales. En
casos severos puede recurrirse a la infiltración o incluso a la
intervención quirúrgica.
- Dedo en resorte. Tenosinovitis
estenosante de los tendones flexores de los dedos de la mano que afecta
a personas que realizan tareas manuales que conlleven traumatismos
reiterados sobre la palma de la mano, como el que realizan carniceros o
planchadoras. Puede afectar uno o varios tendones y a veces se palpan
nódulos en la palma. El dedo se queda bloqueado en flexión y puede ser
muy doloroso.
- Tendón rotuliano. Lesión
frecuente entre ciclistas y saltadores. También se da en personas con
desviación de rótula y en aquellas que realizan algún esfuerzo intenso
y su musculatura del muslo (cuádriceps) es débil. La inflamación de
este tendón, situado debajo de la rótula, produce dolor que se exacerba
al doblar o enderezar la pierna. Esta lesión es resistente a la
curación y muestra tendencia a cronificar.
- Tendón de Aquiles. Este
potente tendón tiene como misión flexionar el pie y participar en la
flexión de la rodilla. Desviaciones axiales del talón, pies cavos o
planos, calzado inadecuado, ejercicio excesivo sobre superficies duras
o estiramientos incontrolados son algunos de los factores que
predisponen a padecerla. El principal síntoma es el dolor insidioso por
la mañana al dar los primeros pasos y que parece disminuir
paulativamente con la marcha, pero que vuelve con mayor intensidad
durante y después de la actividad física. Con el tiempo, el dolor se
hace constante y más intenso. La estructura del tendón se va alterando
apareciendo roturas parciales que en fases avanzadas pueden provocar
rotura completa. El tratamiento es complejo: reposo, antiinflamatorios,
ultrasonidos, crioterapia, electroestimulación y electroacupuntura.
¿Se pueden prevenir las tendinitis?
Los
tendones no tienen muchos vasos sanguíneos (están poco vascularizados),
fenómeno que dificulta la curación espontánea y favorece la aparición
de lesiones crónicas. De ahí que sea importante tomar medidas
preventivas adecuadas. Por ejemplo, evitar sobreesfuerzos, efectuar un
calentamiento adecuado antes de empezar una actividad deportiva o
laboral, realizar pausas durante la jornada laboral, potenciar
adecuadamente la musculatura, practicar ejercicios de estiramiento y
relajación o una buena hidratación. Y si aparecen molestias notables o
dolor, hay que consultar al facultativo. Él decidirá si conviene
iniciar algún tratamiento. Un tratamiento precoz a base de
reposo relativo de la zona afectada, terapia alternante de calor (al
inicio la actividad) y frío (al final de la actividad) junto con
antiinflamatorios locales pueden evitar que el problema se cronifique.
Y, sobre todo, una vez desaparecidos los síntomas es aconsejable
esperar un tiempo prudencial para retornar la actividad habitual.
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