La tendencia tan humana de mirar hacia el futuro con optimismo descansa
en lo profundo del cerebro, afirman investigadores de la Universidad de
Nueva York, Estados Unidos, que identificaron una red de circuitos
cerebrales que se activa cuando nos imaginamos viviendo una vida larga,
sana y plena de logros.
"Comprender el optimismo es crítico, ya que se lo relaciona con la
salud física y mental. Por otro lado, una visión pesimista está
correlacionada con la gravedad de los síntomas de la depresión",
declaró la profesora Elizabeth Phelps, directora del laboratorio de la
Universidad de Nueva York donde se realizaron los experimentos cuyos
resultados publica hoy Nature .
El equipo de Phelps sometió a un grupo de voluntarios a estudios de
resonancia magnética funcional para examinar sus cerebros mientras se
les pedía que se imaginaran a sí mismos en futuros eventos como "ganar
un premio" o "terminar con una relación amorosa".
"Cuando los participantes imaginaban circunstancias positivas,
se detectaba una mejora de la activación en el cíngulo anterior y en la
amígdala, que son las mismas áreas cerebrales que parecen funcionar mal
en la depresión", dijo el doctor Tali Sharot, principal autor del
trabajo, que actualmente realiza un posdoctorado en el University
College London, en Gran Bretaña.
"Los participantes más optimistas mostraban una mayor
actividad en esta región al imaginar eventos futuros positivos", agregó
el doctor Sharot.
"Nuestros resultados sugieren que mientras el pasado está
cerrado, el futuro está abierto a interpretación, lo que permite a las
personas tomar distancia de posibles eventos negativos y acercarse
hacia aquellos que son positivos", declaró Phelps por su parte.
Implicancias terapéuticas
"Si bien muchos aspectos de las emociones suceden de forma
espontánea, en los útlimos años se ha descubierto que las reacciones
emocionales interactúan con otros procesos cognitivos más organizados y
planificados (nuestros pensamientos, nuestras intenciones, nuestros
planes, etcétera), de modo tal que estos últimos pueden modificar el
curso de la respuesta emocional -comenta el doctor Fernando Torrente,
jefe de Psicoterapia Cognitiva del Instituto de Neurología Cognitiva
(Ineco)-. Por supuesto la interacción es de doble vía, y nuestra
emociones a su vez guían y condicionan nuestras decisiones y acciones."
Estudios previos habían hallado que el cíngulo anterior se
encontraba involucrado en la regulación de las respuestas emocionales.
Este nuevo trabajo sugiere que en los individuos sanos esta región
cerebral ayudaría a integrar y regular la información emocional y
autobiográfica, permitiendo generar una visión positiva del futuro.
"Desde el punto de vista terapéutico, este trabajo tiene
implicancias muy interesantes, pues refuerza la idea de que el modo en
que pensamos e interpretamos nuestra realidad se conecta directamente
con nuestras vivencias emocionales, y modificando la forma en que
pensamos podemos mejorar nuestra experiencia emocional -dice Torrente-.
Esto definitivamente apoya la concepción subyacente en los diferentes
tratamientos psicoterapéuticos, y en especial los tratamientos basados
en la teoría cognitiva. En efecto, según este enfoque, la clave para
mejorar diferentes alteraciones emocionales es modificar los
pensamientos negativos disfuncionales que las sostienen. O sea que la
psicoterapia puede modificar la forma en que funciona nuestro cerebro." |