El nuevo sistema de salud será "una frustración" para la población, y
tal como está "no significará una mejora" en la atención, piensa el
presidente del Sindicato Médico del Uruguay (SMU) Alfredo Toledo.
Pero ni la opinión del SMU, respaldada por un crítico documento de
análisis de la situación, ni el punto de vista de otras agremiaciones
médicas e, incluso, de la oposición política, tuvieron efecto: el
Frente Amplio anunció en el ámbito legislativo donde se discute la
reforma de la salud que hoy promoverá la votación del proyecto y que la
semana próxima será llevado al plenario de la Cámara de Representantes.
También ayer en la comisión, el proyecto oficial fue descalificado
por la Federación Médica del Interior (FEMI), cuyo presidente, Edgardo
Mier, lo definió como "estatista, intervencionista y centralista". Lo
mismo sucedió con los representantes del gremio de
anestésico-quirúrgicos, quienes sostuvieron que como está, el proyecto
"no se puede votar", y dijeron que no tiene "nada vinculado a la mejora
de gestión".
En un documento presentado por el SMU ante la comisión y donde
cuestiona claramente varios aspectos de la iniciativa, la entidad
aclara, sin embargo, que su visión es "complementaria" de la del
gobierno y no "contrapuesta", porque la gremial ha bregado por una
transformación en el sistema asistencial. Pero es claro que no comparte
la implementación del nuevo sistema.
CONSENSO POLÍTICO. El SMU pidió al gobierno "un esfuerzo" para
lograr un consenso político que respalde la reforma del sistema de
salud, en particular con mejoras respecto de lo propuesto en el modelo
de financiación, la gestión y la atención al usuario. Por ejemplo, se
critica el planteo para cambiar el modelo de financiación. La postura
del SMU advierte que no propone "lineamientos claros" para la gestión y
que "dice poco" sobre el cambio del modelo de atención.
Pone énfasis en que las condiciones del trabajo médico "deben
cambiar" algo sobre lo cual la iniciativa a estudio "nada dice",
advierte el documento. El SMU sostiene que es "imposible" mejorar el
modelo de atención si no se acompaña por un cambio en las condiciones
del trabajo médico. En este sentido se menciona la concentración
laboral, seguimiento asistencial, más tiempo de dedicación por
paciente, acciones comunitarias y capacitación continua, entre otros
aspectos. También sostiene que los objetivos del Sistema Nacional "no
están claramente definidos". Si bien se reconoce que la iniciativa
tiene como objetivo central la equidad, el SMU considera que hay
"asimetrías" en las prestaciones sanitarias.
En cuanto a la gestión de las empresas, el SMU se muestra preocupado
porque la reforma prevista pueda continuar condicionada en parte a los
problemas del escenario que se pretende corregir, lo cual "puede
impactar" en la "viabilidad institucional" del sistema privado. Esto,
señala, lleva a un "escenario laboral vulnerable".
Algo similar plantea con las emergencias médicas móviles, que
deberán moverse en "un escenario altamente riesgoso para las fuentes de
trabajo", dice el documento del SMU.
Tiques y órdenes
Uno de los mayores problemas que detectó el SMU fue el de la
accesibilidad al sistema, sobre el cual se reconoce que está
"fuertemente influenciado" por los tiques y órdenes, conocidos como
copagos. Se indica en el documento que muchas veces son "una barrera
infranqueable" para determinados estratos de la población. El SMU
destaca que los copagos deben reestructurarse sin limitar el acceso al
sistema.
Se cuestiona el cometido que se le da a la Junta Nacional de Salud
dado que se entiende que sus funciones son "eminentemente técnicas", no
obstante lo cual la integración de esa Junta es mayoritariamente
política. Critican que la Junta estará, como organismo desconcentrado,
dependiente del Ministerio, tal cual plantea la ley, "mucho más sujeta
a los vaivenes políticos".
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