Un estudio encuentra que niños incluso desde los siete años muestran señales de factores de riesgo cardiovascular.
Los padres no deben permitir que sus hijos engorden, ni siquiera cuando comienzan la primaria. Los
niños alcanzan un punto bajo en su índice de masa corporal (IMC, una
relación entre el peso y la estatura) al comienzo de la vida, antes de
que el IMC suba con la niñez, la adolescencia y la adultez. Pero
mientras más rápido alcance su punto bajo el niño y comience a aumentar
de peso (lo que se llama rebote de IMC), más probabilidades tendrá de
desarrollar factores de riesgo cardiovascular incluso a los siete años,
según encontró un estudio reciente. "Gordito no es bueno.
Estamos viendo desarrollarse factores adversos de riesgo cardiovascular
al comienzo de la niñez", señaló el Dr. Thomas R. Kimball, autor
principal del estudio y cardiólogo pediátrico del Centro médico del
Hospital Infantil de Cincinnati. "La epidemia de obesidad actual entre
los niños será una epidemia de enfermedad cardiaca dentro de 20 años". Los
pediatras tienen que monitorizar el IMC de sus pacientes de manera
escrupulosa, incluso en sus pacientes muy pequeños, aconsejaron los
autores del estudio, que fue presentado el lunes en la reunión anual de
la American Heart Association en Orlando, Florida. "Esto
demuestra que nunca es demasiado pronto para prevenir la enfermedad
cardiaca", señaló la Dra. Nieca Goldberg, directora médica del Programa
de salud femenina del Centro médico de la Universidad de Nueva York y
vocera de la American Heart Association. "Es realmente importante
teniendo en cuenta todo lo que sabemos sobre el hecho de que los niños
no hacen tanto ejercicio como antes y consumen comidas rápidas ricas en
grasas y calorías. Realmente necesitamos detenerlo". Las
investigaciones anteriores habían mostrado que mientras más pronto en
la niñez ocurre el rebote del IMC, mayor es el riesgo de obesidad y
enfermedades relacionadas a ésta más adelante en la vida. El sobrepeso
y la obesidad son problemas crecientes para los niños estadounidenses.
Las cifras de los EE.UU. proyectan que el 17 por ciento de los niños
entre los dos y los 19 años, así como el 18.8 por ciento de los niños
entre los seis y los once tienen sobrepeso. Para el nuevo
estudio, los investigadores midieron el IMC de 308 niños (158 niños y
150 niñas) cada cuatro meses a partir de los tres años de edad y hasta
los siete. Los participantes eran principalmente blancos y fueron
reclutados de la población pediátrica del Hospital infantil de
Cincinnati, que lideró el estudio. Los niños fueron divididos
en tres grupos, según cuándo habían llegado a la edad de rebote del
IMC, temprana, mediana o tardía. La edad de rebote del IMC para los
niños en el grupo temprano fue de 4.4 años para los niños y 4.2 años
para las niñas. En el grupo de mayor edad, la edad de rebote fue de 6.6
años para los niños y 5.7 años para las niñas. Para cuando
cumplieron los siete, los niños que tuvieron edad de rebote de IMC
anterior tenían una presión arterial más alta, niveles más altos de
insulina y leptina en la sangre, y mayor tamaño del ventrículo
izquierdo y la aurícula izquierda. El ventrículo y la aurícula son
cámaras del corazón. "La edad de rebote de las niñas fue un
poco menor que la de los niños. Eso puede significar potencialmente que
están en mayor riesgo de ser obesas", apuntó Kimball. Los
autores del estudio también encontraron que, en general, los niños de
hoy en día tenían edades de rebote anteriores a las de hace una
generación. ¿Por qué es tan crítica la edad de rebote del IMC?
"No lo sé con seguridad, pero probablemente se deba a que simplemente
se tiene un mayor periodo para aumentar de peso", especuló Kimball.
"Entre más pronto se comience, más exposición se tendrá a ser obeso". No
está claro si el problema es reversible, pero los adolescentes que se
sometieron a cirugía de derivación gástrica y perdieron grandes
cantidades de peso (entre sesenta y setenta libras o entre 27 y 32
kilos) experimentaron una reducción en el tamaño del ventrículo
izquierdo, señalaron los investigadores. "Tiene que haber
educación. Creo que ni los pediatras ni los médicos están midiendo el
IMC necesariamente", dijo Kimball. "Sabemos lo que hay que hacer, dieta
y ejercicio. Es lo mismo de siempre y lograr que la gente en realidad
lo practique es frustrante". Más información Para más información sobre la obesidad y el bienestar de los niños, visite la Alliance for a Healthier Generation, una asociación entre la American Heart Association y la William J. Clinton Foundation.
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