La falta de sueño reparador juega un papel importante en patologías tan prevalentes como las enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares.
Aunque el corazón no duerma, necesita de nuestro sueño. Ésta es la
conclusión a la que han llegado un grupo internacional de expertos en
apnea del sueño para quienes esta enfermedad puede saldarse con un
mayor riesgo de episodios cardiovasculares. Los expertos calculan que
aproximadamente unos seis millones de españoles sufren apnea del sueño;
un tercio, de forma grave. Aun así, en pocos casos se llega al
diagnóstico y se instaura el tratamiento adecuado.
El Congreso Internacional de Enfermedades del Sueño, celebrado por
primera vez en Barcelona el pasado septiembre, reunió a medio millar de
expertos de todo el mundo para discutir sobre los nuevos avances en el
estudio del sueño REM. También para discernir sobre la relación de la
enfermedad de la apnea del sueño, definida como el cese completo de la
señal respiratoria de al menos durante diez segundos, con la patología
cardiovascular, con el síndrome de las piernas inquietas y, también, con el síndrome de falta de atención e hiperactividad de los niños.
Auspiciada por la Asociación Ibérica de Patología del Sueño (AIPS) y la European Sleep Research Society
(ESRS), la reunión tuvo por anfitriones a Joan Santamaría y Josep Maria
Montserrat, integrantes de la unidad multidisciplinar del sueño del
Hospital Clínic de Barcelona.
Un sueño de infarto
Dada la elevada incidencia tanto de las enfermedades
cardiovasculares como de las apneas en la sociedad occidental, los
especialistas convocados en la Ciudad Condal analizaron en profundidad
las raíces fisiológicas de ambos trastornos. Los organizadores
recordaron que entre un 10% y un 15% de la población general
experimenta problemas graves de sueño que hacen imprescindible acudir
al médico. Si bien recalcan que es difícil cuantificar los casos más
leves o de difícil diagnóstico.
Durante las apneas se produce
un aumento espectacular de la tensión arterial que puede mantenerse
después del sueño en un gran número de casos
«Nuevas vías de investigación están demostrando la importancia de
estas alteraciones en patologías tan prevalentes como las enfermedades
neurodegenerativas y cardiovasculares», afirman los especialistas. La
relación existente entre las apneas del sueño y las afecciones
cardiovasculares podría experimentar un vuelco, después que una
investigación señalase que durante las apneas se produce un aumento
espectacular de la tensión arterial que puede mantenerse elevada
después del sueño en un número notorio de casos.
La obesidad en el punto de mira
La apnea del sueño es un trastorno respiratorio que afecta entre 5
y 7 millones de españoles (a dos millones, de forma grave o mórbida).
Sin embargo, los neumólogos critican que sólo en un 10% de los casos se
llegue a un diagnóstico y se instaure un tratamiento adecuado. El
perfil más típico es el de de un hombre de mediana edad, roncador y con
sobrepeso. Los expertos han puesto de manifiesto los importantes
efectos reparadores que ejerce el sueño sobre la salud de las personas.
El efecto reparador de este estado es incuestionable.
Dormir mal, entre otras cosas, podría empeorar un síndrome metabólico,
inducir una actividad inflamatoria e incrementar la actividad del
sistema simpático, factores todos perjudiciales para la evolución de un
paciente con riesgo cardiovascular. Javier Nieto, epidemiólogo de la
Universidad de Wisconsin, EE.UU., explicó en el congreso que la
obesidad es un factor común en la relación entre las apneas y los
problemas cardiovasculares.
«Las personas obesas tienen hipertensión y sufren apneas
respiratorias pero, a su vez, estas apneas contribuyen a que la
obesidad aumente y alcance proporciones mórbidas», según el
especialista. Nieto estableció una relación muy estrecha entre la
creciente prevalencia de obesidad en EE.UU. y el repunte epidemiológico
de las apneas. «La situación es tan grave como que entre un 4% y un 6%
de los norteamericanos experimentan un promedio de más de 30 apneas por
hora y para un 15% el promedio es de entre 10 y 30», añade.
El experto estadounidense afirma que las consecuencias negativas de
las apneas sobre el sistema circulatorio no sólo se manifiestan en
forma de un aumento desorbitado de la presión sanguínea: «parece que la
hipoxia [falta del suministro adecuado de oxígeno] y la hipercapnia
[aumento de la presión parcial de dióxido de carbono en sangre] pueden
alterar también la estructura y el correcto funcionamiento cardiaco»,
explica Nieto. Josep Maria Montserrat reclamó por su parte una mayor
atención a las apneas como factores de riesgo cardiovascular a la misma
altura que el hábito tabáquico o la obesidad. «La investigación en este
campo no sólo podría abrir nuevas vías terapéuticas si no que podría
contribuir a la prevención», declara Montserrat.
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