Las conclusiones de una nueva investigación sobre los riesgos asociados
a la excesiva práctica de cesáreas refrendan la estrategia de atención
al parto del Ministerio de Sanidad y Consumo, que contempla reducir la
tasa nacional de alumbramientos quirúrgicos.
Tras revisar los datos de más de 97.000 partos (34% por cesárea y
66% vaginales) acaecidos en 120 centros sanitarios de ocho países
latinoamericanos, el estudio ha concluido que el uso del bisturí
duplica el riesgo de que la madre fallezca o sufra complicaciones.
Pero, además, tampoco aporta ventajas a la salud del bebé si está bien
colocado, es decir, cuando viene de cabeza. Sí se ha observado, en
cambio, que es beneficiosa cuando viene de nalgas.
El análisis forma parte de una encuesta global de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) sobre Salud Materna y Perinatal, desarrollada
en 2005. El porcentaje de partos que acaban con un corte abdominal es
cada vez mayor en los países desarrollados. Aunque la OMS considera que
no está justificado rebasar el límite del 15%, naciones como Australia
y EEUU rondan el 30%, y España exhibe una cifra similar.
A pesar de que la cesárea goza cada vez de mayor aceptación, los
expertos alertan de que no se trata de una cirugía benigna. El nuevo
trabajo corrobora que sólo tiene sentido cuando los beneficios de
practicarla superan a los riesgos.
El propósito del estudio, publicado en el 'British Medical Journal',
era precisamente obtener más información sobre los pros y contras de
las denominadas cesáreas electivas, las que se deciden, bien por deseo
de la mujer, bien según el criterio del médico, antes del parto, así
como las llamadas intraparto (se indica la intervención una vez
iniciado éste). No se incluyeron en el trabajo las césareas en casos de
urgencia (las que obedecen al diagnóstico de sufrimiento fetal grave,
sangrado vaginal severo, rotura uterina, muerte materna, eclampsia...).
Se comprobó que el riesgo de muerte o de sufrir la extirpación del
útero, precisar una transfusión sanguínea o ingresar en cuidados
intensivos era el doble en las madres operadas, mientras que el de
recibir antibióticos se multiplicó por cinco. En el caso de los bebés,
el resultado dependió de cómo estuvieran colocados. Para los que venían
de cabeza, la mortalidad era también superior en los nacidos por vía
abdominal y se duplicaba el riesgo de que acabaran en una unidad de
intensivos neonatal.
Sin embargo, la cesárea mostró un papel preventivo al reducir la
mortalidad y otros riesgos en los colocados de nalgas. Salvo esta
excepción, no hay datos para apoyar un uso demasiado liberal del
bisturí en la sala de partos.
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