El 15 por ciento de los españoles preferiría no saber en caso de que se
le hubiera diagnosticado un caso de cáncer, según los datos de una
encuesta realizada a 278 personas que pasaron por un centro de salud y
cuyos resultados fueron presentados en el XXVII Congreso de la Sociedad
Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) que se celebra
en Valladolid y en Salamanca.
Según esta encuesta, el 85 por ciento restante que sí
desearía conocer el diagnóstico de un caso de cáncer tienen una edad
media superior a los que optarían por ignorar si sufren esta
enfermedad.
Esta encuesta fue realizada por médicos de familia del
Centro de Atención Primaria Iturrama, en Pamplona, para determinar qué
factores influyen en la decisión de un paciente a la hora de que querer
saber o no si sufre esta enfermedad.
En este sentido, los expertos recordaron que el titular
del derecho a la información es el propio afectado por lo que sus seres
queridos deben ser informados "en la medida en que el enfermo lo
permita".
Los autores del estudio, al que ha tenido acceso Europa
Press, comprobaron que cuando el supuesto enfermo de cáncer es un
familiar el porcentaje de quienes le comunicarían siempre el
diagnóstico se reduce al 62,8 por ciento. Para el 48 por ciento de los
pacientes, la persona más oportuna para dar esta mala noticia es el
médico de familia.
Ante la pregunta de si estarían de acuerdo en que se
informase del diagnóstico a sus familiares, el 67 por ciento contestó
afirmativamente sin ninguna duda, el 28 por ciento valoraría las
circunstancias concretas y el 3,6 por ciento se acogería a su derecho a
la confidencialidad.
Por su parte, la doctora Clavel Arce, coordinadora del
Grupo de Cuidados Paliativos de la semFYC, consideró que el médico de
familia debe hacer frente a situaciones a las que los pacientes y los
familiares "no pueden o no saben dar una respuesta efectiva".
Los responsables de la semFYC aprovecharon la ocasión
para recordar que los médicos de familia son "profesionales muy
cercanos" al paciente y a su entorno, que abordan cada día en su
consulta desde problemas de salud leves hasta trastornos que requieren
un riguroso abordaje científico-técnico.
FORMACION ESPECIFICA EN COMUNICACION.
En este sentido precisaron que, además de la experiencia
adquirida con el tiempo y las capacidades comunicativas innatas, los
facultativos necesitan una "formación específica en comunicación" con
el fin de mejorar la calidad asistencial de los pacientes oncológicos.
"Una buena comunicación médico-paciente favorece que los
familiares del paciente oncológico nos expresen dudas o temores que no
hablan con el enfermo y viceversa, es decir, éste nos transmite miedos
e inquietudes que no comparte con su familia. De esta manera, el
profesional recibe información sobre las cosas que no se dicen unos a
otros, facilitando la resolución de situaciones que llamamos de pacto
de silencio o conspiración de silencio, cuando la familia se pone de
acuerdo para mantener al enfermo al margen de su verdadera situación",
afirmó la doctora Arce.
Según los datos aportados hoy por semFYC, un médico de
familia atiende al año a una media de diez pacientes oncológicos donde
el intercambio efectivo de información y afecto entre el médico de
familia y el paciente oncológico favorece una mejor predisposición de
los mismos a las pruebas diagnósticas, terapéuticas o paliativas y
genera la obtención de "logros importantes" en la calidad de vida de
los mismos.
"A pesar de que han mejorado enormemente las tasas de
supervivencia de estos pacientes todavía el cáncer se asocia a la
muerte. En este sentido, es fundamental el apoyo emocional y la
comunicación con el médico de familia donde tenemos que ser capaces de
traspasar la mera información técnica sobre la evolución de la
enfermedad y los tratamientos disponibles y facilitar la expresión de
las emociones y la aceptación de la enfermedad por parte del paciente",
explicó la doctora Arce. A su juicio, la comunicación se convierte en
una herramienta terapéutica para el paciente oncológico. De ella,
depende su autoestima, el seguimiento del tratamiento, el control de
los síntomas y en definitiva, su calidad de vida. "El paciente
oncológico necesita ser escuchado, pero no siempre disponemos del
tiempo suficiente en la consulta, por lo que estamos condicionados a
nuestra destreza comunicativa para trasmitirle confianza y apoyo",
precisó la doctora Arce.
Por último, la doctora recordó que la relación
médico-paciente es "la piedra angular de la asistencia clínica" de modo
que en ocasiones la mejor labor diagnóstica y terapéutica pierde
eficacia si el paciente no recibe información de forma adecuada.
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