El 1 de enero de 2008, dentro de un mes, se cumplirán los dos años de
vigencia de la ley antitabaco. Tiempo, desde el punto de vista de la
Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), de realizar
balance y éste no ha resultado demasiado entusiasta.
Esta asociación completó en 2005 un estudio sobre el
tabaquismo pasivo, tercera causa de muertes evitables en España. Ahora
ha vuelto a elaborar una encuesta similar, con los mismo perfiles y
preguntas, para determinar cuál ha sido el impacto de la Ley en la
reducción de la exposición al humo ambiental del tabaco a la que se
encuentran sometidos los no fumadores.
La conclusión es que «los resultados son francamente
mejorables», señaló el doctor Juan Antonio Riesco, coordinador del Área
de Tabaquismo de la Separ.
Asombra que el impacto de la norma en las empresas,
donde está absolutamente prohibido fumar, sólo haya supuesto una
reducción de exposición al humo del 58% cuando debería acercarse al
100%. En los centros educativos -otro tanto de lo mismo- se limita al
50%.
En los hogares bajó un 38%, aunque se desveló que en
casi cuatro de cada diez domicilios hay al menos un fumador en la
familia. Por último, en los lugares de ocio y hostelería se ha
confirmado el gran fracaso puesto que la disminución resulta casi
testimonial, un 16%. La lectura final es que los no fumadores siguen
estando expuestos en exceso a ambientes contaminados, incluso donde la
ley más les protege, como debería ser el trabajo y la escuela.
En términos globales, considerando los cuatro ambientes
analizados, el impacto se quedó en un 33% algo muy preocupante si se
tiene en cuenta, como señaló Riesco que «el tabaquismo pasivo en España
es responsable de alrededor unas 3.500 muertes anuales».
Si la norma hace aguas de una forma considerable en la
defensa de los derechos de los no fumadores, se ha mostrado
especialmente inoperativa a la hora de incentivar el abandono del
hábito, «de curarse de la enfermedad», como explicó el doctor Carlos
Jiménez.
El estudio desvela que sólo 95.000 personas (un 8%) han
dejado de fumar en 2006 directamente influidas por la introducción de
la Ley. Hay que tener en cuenta que los que abandonaron el vicio por
otras causas, principalmente de salud, en ese mismo periodo fueron 1,2
millones.
Falta de medios correctos
Las cifras de fumadores y ex fumadores entre 2005 y 2007
apenas han variado. Los que han dejado de fumar son 1,5 puntos
porcentuales menos (del 18,4% al 16,87%) y los que siguen apuntados a
la adicción son 3,2 puntos menos (de 20,4% al 17,2%). Mientras que los
no fumadores han crecido un 4,7 puntos (del 61,2% al 66,93%). Un
incremento que los especialistas adjudican a los jóvenes «que cada vez
se incorporan en menor número al consumo de tabaco», indicó Jiménez.
Por último, el estudio incidió en la falta de medios
correctos de tratamiento. Un 46% de los fumadores jamás han probado a
dejarlo y los que lo intenta parecen abocados al fracaso. De media
realizan tres intentos sin éxito antes de que el síndrome de
abstinencia les vuelva a derrotar y eso ocurre porque el 90% de los que
deciden abandonar los pitillos no utilizan ningún tipo de ayuda médica.
Craso error puesto que acudir a un especialista multiplica por diez las
posibilidades de ganarle la batalla a la nicotina.
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