"Obesidad, sedentarismo, hipertensión, estrés… y, encima, el colesterol alto. Con este perfil, sus posibilidades de sufrir un infarto en los próximos años son muy, muy altas". Oír advertencias como ésta podría ser útil para prevenir muchos problemas de corazón, según sugiere un estudio canadiense.
Sus conclusiones, que se publican en el último número de la revista 'Archives of Internal Medicine',
muestran que los pacientes que reciben información detallada sobre las
posibilidades que tienen de padecer un evento cardiovascular a corto
plazo se adhieren mejor a su tratamiento para bajar el colesterol.
"Muchos pacientes no toman de forma adecuada sus fármacos para controlar los niveles de lípidos porque no son conscientes de la importancia de tratar este trastorno asintomático", explica a elmundo.es Steven Grover, principal autor de la investigación.
Según este experto, la mayoría desconoce que problemas como el
exceso de peso o presentar unos niveles altos de colesterol incrementan
considerablemente las posibilidades de padecer un problema de corazón.
"Pero, si [en la consulta] se les informa de sus riesgos y se les involucra en la prevención de posibles trastornos, es más probable que adquieran hábitos saludables y tomen adecuadamente la medicación", añade Grover.
La 'edad cardiovascular'
Su equipo realizó un seguimiento a alrededor de 3.000 pacientes que
seguían un tratamiento para controlar sus niveles de colesterol.
Durante la investigación, la mitad de ellos recibió, de forma
periódica, un informe con las posibilidades que tenían de padecer un
problema cardiovascular en el futuro próximo. Esta información se
basaba en la edad, género, tensión arterial, perfil lipídico, o si el
paciente era fumador, entre otras variables.
Además, a los individuos que no habían padecido nunca un problema
cardiovascular importante, se les proporcionó un cálculo de su 'edad cardiovascular'
(se obtiene restando de la edad natural del paciente la diferencia
entre su esperanza de vida y la esperanza de vida media para los
individuos de su época), un indicador del estado de salud de corazón.
Después de un año de seguimiento, los resultados de la investigación
mostraron que los pacientes que habían recibido la información controlaban de forma más adecuada su colesterol.
"Estos pacientes se adherían mejor al tratamiento, así que sus
niveles bajaban hasta las cifras recomendadas", explica Grover, si bien
en el estudio matiza que "la mejora en la eficacia de la terapia fue
pequeña aunque reseñable".
En un editorial que acompaña a este trabajo en la revista médica, el
doctor Charles Eaton, de l Memorial Hospital de Rhode Island (Estados
Unidos) remarca que esta estrategia de involucrar al paciente en el
conocimiento de sus problemas "parece bastante efectiva" como parte de
un plan más amplio de prevención.
Rod Jackson, de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), firma
otro de los editoriales sobre el tema en 'Archives of Internal
Medicine'. En su opinión, el trabajo de Grover profundiza en una
estrategia importante: manejar el riesgo cardiovascular como un todo,
en vez de tratar cada uno de los factores de riesgo por separado y sin
tener en cuenta la existencia de más de un trastorno.
En general, este experto alaba el trabajo del equipo de Grover, pero también destaca que "el impacto de la intervención fu relativamente pequeño, lo que requiere posteriores investigaciones".
Además, también plantea los problemas prácticos que esta estrategia
puede conllevar. "En la vida real, los profesionales no tendrán un
equipo detrás que pueda proporcionales una predicción del riesgo
actualizada", explica.
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