Disminuir el tiempo que dedicamos a dormir o incrementarlo comporta un aumento del riesgo de muerte tanto por causas cardiovasculares como no cardiovasculares
Un trabajo publicado en la edición de diciembre de "Sleep" muestra
que tanto una disminución como un incremento en la duración del sueño
se asocian a un riesgo incrementado de muerte por causas
cardiovasculares y no cardiovasculares.
La investigación ha sido llevada a cabo por un equipo de la
University College London Medical School (Reino Unido), sobre una
muestra de 10.308 participantes de 35 a 55 años de edad. En la primera
fase del estudio (1985-1988) se exploró a los individuos incluidos,
quienes rellenaron un cuestionario. En la tercera fase (1992-1993)
también se volvió a explorar a 8.104 de aquellos participantes y
rellenaron el cuestionario 8.642.
La curva de tiempo durmiendo, asociada a la mortalidad, adquiere
forma de "U", según revelan los investigadores. Es decir, que aquellas
personas que al inicio del estudio que dormían entre 6 y 8 horas y
posteriormente dormían menos se enfrentan a un aumento del riesgo de
muerte por causa cardiovascular del 110%. Sin embargo, aumentar el
tiempo de sueño en aquellas que dormían 7 u 8 horas, también aumenta el
riesgo por causa no cardiovascular en un 110%.
Según los autores, "en términos de prevención, nuestros hallazagos
indican que dormir consistentemente 7 u 8 horas cada noche es óptimo
para la salud".
Recomendaciones
La Academia Americana de Medicina del Sueño hace al respecto las siguientes recomendaciones:
-Seguir una rutina consistente a la hora de ir a dormir.
-Establecer un ambiente relajado al ir a la cama.
-Conseguir dormir toda la noche de un tirón.
-Evitar alimentos y bebidas que contengan cafeína, así como cualquier medicación con efecto estimulante, antes de ir a dormir.
-No irse a la cama con hambre, pero tampoco cenar abundantemente.
-Lograr que el dormitorio sea una habitación tranquila, oscura y un poco fresca.
-Levantarse a la misma hora todas las mañanas.
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