En las últimas temporadas, y a excepción de la del 2003-2004, la gripe alcanzaba sus niveles más altos a partir de enero, febrero o incluso marzo. Sin embargo, y según los datos que ha recogido la red centinela de Salud Pública del Gobierno de Aragón, la epidemia es ya una realidad desde hace varios días.

En concreto, en la semana 47 (la que finalizó el 24 de noviembre), se registraron 117,1 casos por cada 100.000 habitantes. Con esta cifra se superó la barrera que delimita si se puede hablar o no de epidemia (el umbral epidémico), y que está fijada este año en 68,3 casos por cada 100.000 personas. Ya la semana pasada, los servicios de Urgencias hospitalarios se colapsaron. Los expertos insistieron en que no había ninguna patología culpable del elevado número de asistencias, aunque comenzaron a verse más casos de gripe.

En solo unos días (los que van de la semana del 12 de noviembre a la del 19), el número de afectados pasó de 47 por cada 100.000 personas a 117 por la misma proporción de población. Por provincias, los turolenses fueron los peor parados, con unos 160 casos por 100.000, seguidos de los oscenses (en torno a 150) y los zaragozanos (unos 85 de cada 100.000).

Se observa que el grupo más afectado, lógicamente, es el que no se ha vacunado (el plazo para hacerlo terminó el 30 de noviembre). Dentro de este colectivo, los que más han enfermado hasta el momento han sido los menores de 14 años, seguidos por los que tienen entre 15 y 39. Entre los que sí que se pusieron la vacuna, solo ha habido seis personas que han caído enfermas.

Se espera que el número de casos siga creciendo, y en Salud Pública informan de que la intensidad de la enfermedad es normal, ni muy baja ni muy elevada.

En la semana 47 se aislaron ocho virus de la gripe A. Hay que saber que esta es una enfermedad causada por el virus influenza, perteneciente a la familia de los orthomyxuvirus. Existen tres variantes del virus de la influenza. El tipo A puede provocar la enfermedad tanto a los seres humanos como a otros animales, mientras que el tipo B es exclusivo de la raza humana. Por su parte, el tipo C es responsable de una enfermedad respiratoria leve que no llega a convertirse en epidemia.

Mucha gente cree que padece la gripe cuando, en realidad, lo que tiene es un catarro. Algunos de los síntomas que pueden ayudar a distinguirla son la fiebre alta (en los cuadros catarrales no suelen alcanzarse temperaturas tan elevadas), su aparición repentina, y la duración de los síntomas, que pueden llegar a prolongarse entre una y dos semanas.

Su transmisión es fácil, basta con hablar, toser o estornudar para enviar los virus al aire y que otras personas puedan inhalarlo. El virus llega a nuestro cuerpo a través de la nariz y avanza por la garganta y pulmones adhiriéndose a las células del sistema respiratorio y comenzando a multiplicarse para atacar al organismo.

Nuestro cuerpo se defiende, y la fiebre y el dolor son muestras de ello. Ahora bien, de nada sirven los antibióticos y, por descontado, nunca hay que automedicarse. Estos fármacos no acaban con los virus, sino con las bacterias. Por eso, para quien coge la gripe, la paciencia es el mejor remedio. Hay que guardar cama, tomar, como mucho, algún analgésico, beber líquidos y observar cómo se desarrolla la enfermedad, por si se complicase.

Más gripe en esta Comunidad

Durante la últina semana de noviembre (de la que se disponen los datos de la red de vigilancia de Salud Pública) la actividad gripal se intensificó en el norte de España y en Andalucía, registrándose una difusión esporádica en Asturias, La Rioja y Andalucía y aún más intensa en Aragón.

En general, la media de afectados en España es de unos 44 casos por cada 100.000 habitantes, lo que queda por debajo del umbral epidémico establecido para esta temporada.

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