El riesgo de rechazo agudo se halla muy reducido en los trasplantados
renales que presentan microquimerismo frente a los que no lo tienen,
por lo que este fenómeno sería útil como marcador pronóstico, según un
estudio del Instituto Catalán de Oncología en Trasplantation.
El microquimerismo -o presencia de células del donante de un órgano
en la sangre periférica del receptor- es útil como marcador de
diagnóstico predictivo del rechazo agudo del trasplante de riñón. Pero
no se ha visto una relación con el rechazo crónico del injerto, según
un estudio del Instituto Catalan de Oncología (ICO) que se publica en
el último número de Transplantation.
El primer firmante de la
investigación, dirigida por David Gallardo, ha sido Josep Maria Pujal.
Ambos pertenecen al Laboratorio de Investigación Traslacional del ICO.
También ha participado el Servicio de Nefrología del Hospital
Universitario de Bellvitge y se ha contado con financiación parcial de
la Fundación La Maratón de TV3 y de la Fundación Crédito Andorrano.
Según información del ICO, cuando se practica un trasplante de riñón
cabe la posibilidad de que se produzcan infiltrados de las células del
donante (linfocitos, macrófagos, células madre hematopoyéticas).
Una
vez que la sangre del receptor circula por el órgano, dichas células se
pueden liberar e incorporarse a la sangre periférica del receptor
(microquimerismo). En estos casos, los investigadores han determinado
que una célula entre un millón e, incluso, una célula entre diez mil
del receptor provendría del donante. La hipótesis de partida del
trabajo ha consistido en estudiar el microquimerismo y su relación con
la menor o mayor tolerancia del injerto, en este caso renal. Según ha
afirmado Pujal, en teoría "la presencia de las células del donante
produce una tolerancia del injerto. Teníamos la idea de que con estas
células habría menos pérdida del injerto y una mayor tolerancia a lo
largo del tiempo".
Método y resultadosLa
investigación ha reclutado a un total de 84 pacientes trasplantados de
riñón del Hospital de Bellvitge. A todos ellos se les extrajo sangre
periférica antes de los dos meses y a los dos, seis, doce y dieciocho
meses tras el trasplante. Los resultados muestran una gran diferencia
en las tasas de rechazo entre los receptores de un riñón con presencia
de microquimerismo y aquéllos que no lo manifiestan.
En
concreto, el 4,9 por ciento de los receptores con microquimerismo
sufren un rechazo del injerto a los cuatro años, frente a un 35,6 por
ciento de los pacientes que no lo tienen. Es decir, los pacientes con
microquimerismo en la medición que se hizo a los dos meses no tuvieron
rechazo agudo del injerto o fue muy escaso comparados con aquéllos que
no lo tenían, ha comentado Pujal acerca de los resultados numéricos del
trabajo.
Además, el estudio ha demostrado que, en el subgrupo de
pacientes que han recibido inmunosupresión, compuesta por ciclosporina
o tacrolimus, este rechazo es del cero por ciento en trasplantados con
microquimerismo y del 38 por ciento en aquéllos sin células del donante.
Implicaciones en clínicaTras
estos resultados, Pujal afirma que se debe llevar a cabo otro estudio
con una muestra más amplia de pacientes a fin de confirmar los
resultados que recoge Transplantation. Pero apunta que determinar el
microquimerismo en la clínica es hoy bastante sencillo y podría
hacerse, de no ser porque falta ratificar los resultados en más
pacientes.
Otra implicación del trabajo en la práctica clínica
es que el microquimerismo puede ayudar a clasificar a los pacientes por
grupos de riesgo, esto es, en un grupo con alto riesgo de sufrir un
rechazo agudo y otro con bajo riesgo. Así, los pacientes de este último
se podrían beneficiar de un tratamiento inmunosupresor y un control más
suave (con menos biopsias), mientras que los pacientes con riesgo
deberían someterse a un control más riguroso.
Dos nuevas líneas de investigaciónLas
conclusiones del estudio de Pujal y Gallardo suscitan nuevas líneas de
investigación. Teniendo en cuenta los beneficios del microquimerismo,
una opción sería tratar de inducirlo en los receptores de un trasplante
renal. En este sentido, Josep Maria Pujal explica que se podría inducir
mediante infusiones de células de médula ósea del mismo donante de
riñón. Las células del donante infundidas tendrían una descendencia en
el receptor. Un grupo de Estados Unidos ya lo ha probado y ha observado
que las infusiones de estas células en trasplantados mejoran los
resultados.
Otra opción que se abre, según los beneficios
observados por los investigadores del ICO, es estudiar si el
microquimerismo también sirve como marcador de predicción en los
receptores de otros órganos. En esta línea se ha empezado a analizar el
corazón y se ha visto, también en este caso, un menor rechazo agudo
entre los que tienen microquimerismo frente a los que no lo presentan,
según otro trabajo que está realizando Pujal. Se observa la misma
tendencia que con el riñón, pero hay que confirmarlo con más pacientes.
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