Buscaban un gen y han encontrado cuatro. Un consorcio científico internacional con presencia española, creado para desentrañar la base genética del lupus, ha identificado múltiples variantes genéticas que predisponen a desarrollar esta compleja enfermedad crónica. El lupus eritematoso sistémico, el nombre completo del trastorno, daña el interior y el exterior del cuerpo. Desde las articulaciones a la piel, de los riñones al corazón o de la sangre a los pulmones... Es como si el organismo se volviera loco y se autolesionara.
El manejo de este trastorno es muy complicado. Por eso
cualquier pista sobre su origen y desarrollo es bienvenida. Esta vez la
buena noticia es genética y ayudará a diagnosticar mejor a los
pacientes y a encontrar tratamientos más efectivos. Dos revistas
científicas de impacto, «Nature Genetics» y «The New England Journal of
Medicine», publican al mismo tiempo cuatro estudios donde se presentan
las variantes genéticas que pueden duplicar el riesgo de padecer la
enfermedad. El papel de estas variaciones es importante porque tienen
la capacidad para alterar la función de la proteína que codifica el gen
y contribuir a la aparición de la enfermedad.
Investigadores españoles del Hospital Central de
Asturias y del Virgen del Rocío de Sevilla han participado en el
proyecto junto a otros grupos de diferentes universidades de Estados
Unidos, Suecia y el Reino Unido.
No es la primera vez que se descubre un gen relacionado
con el lupus, pero el último hallazgo «subraya que numerosos genes
relacionados con la función inmune contribuyen a aumentar el riesgo»,
explica Carl Langefeld, director del consorcio científico.
El análisis genético de 3.047 mujeres de origen europeo
ha conducido a la identificación de variantes genéticas en, al menos,
seis regiones del genoma. Esas variantes estaban dentro o cercanas a
los genes ITGAM, KIAA1542, PXK y a una región del genoma «desierta» que
no contiene ningún gen conocido. También se halló una posible
asociación con el gen BLK, y otros ya conocidos por su relación con el
lupus.
Aplicaciones clínicas.
«Aunque las aplicaciones clínicas inmediatas de estos
estudios genéticos aún están por definir, nos aporta un mayor
conocimiento de las bases genéticas de esta enfermedad que repercutirá
en el desarrollo de mejores herramientas diagnósticas y terapéuticas»,
señaló a EP Javier Martín, del Instituto «López-Neyra» de Granada, uno
de los autores.
Ahora el próximo paso es descubrir el mecanismo
molecular preciso por el que esos nuevos genes disparan el riesgo de
padecer lupus. Los factores genéticos pueden predecir complicaciones
específicas o pautas que permitan conocer de antemano la agresividad de
la enfermedad. Con esa información se podría tener un diagnóstico más
rápido e intervenir precozmente.
En el horizonte terapéutico también se apunta a las
células B, como una diana posible. «El trabajo apoya la utilización de
nuevas terapias que controlen la activación de células B o que eliminen
las que ya se encuentran hiperactivadas», advierte Ana Suárez, del
Hospital Central de Asturias, uno de los autores. Para John
Harley,miembro del consorcio, «la investigación ha abierto nuevas
puertas. Ahora debemos investigar en cada una de ellas». Un editorial
en el «New England Journal», reconoce el esfuerzo del consorcio, aunque
desliza alguna crítica: «El estudio se ha realizado con población
europea, pero la enfermedad es más severa en África, Asia y en América
del Sur. Necesitamos confirmar si esos mismos genes afectan a distintas
poblaciones», pide la reumatóloga Mary K.Crow.
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