Un trabajo con mucho estrés tiene un impacto biológico directo en el organismo y aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas.
Un trabajo con mucho estrés tiene un
impacto biológico directo en el organismo y aumenta el riesgo de
enfermedades cardíacas, según un estudio realizado en el Reino Unido y
publicado en la revista "European Heart Journal".
El análisis, seguido desde el año 1985, se centró en la salud de más de 10.000 funcionarios británicos.
Las
personas menores de 50 años que admitieron llevar un trabajo estresante
tenían cerca de un 70 por ciento mas de posibilidades de desarrollar
enfermedades cardíacas que los que no tenían estrés.
De
acuerdo con el estudio, del que informan los medios británicos, los
funcionarios que sentían la presión laboral tenían menos tiempo para
hacer ejercicio físico y comer bien, pero también mostraron señales de
importantes cambios bioquímicos.
Los investigadores
apuntaron lo que opinaban los trabajadores sobre su trabajo, pero
además siguieron de cerca el cambio del ritmo cardíaco, la presión
sanguínea y la cantidad de la hormona del estrés cortisol liberada en
la sangre.
Los expertos tuvieron en cuenta también la dieta, el ejercicio físico, el consumo de tabaco y alcohol de ese grupo de personas. Una
vez reunido el material, los científicos observaron la cantidad de
ellas que desarrolló enfermedades del corazón (CHD, siglas en inglés) o
sufrió un ataque cardíaco.
El director del equipo
investigador, el médico Tarani Chandola, del University College London,
dijo que descubrieron que el estrés crónico por trabajo estaba asociado
a la enfermedad coronaria y este vínculo fue mayor entre los hombres y
mujeres menores de 50 años.
"Entre la gente en edad de
retirarse, y por lo tanto con menos posibilidad de estar expuesta al
estrés laboral, el efecto de las enfermedades coronarias no fue tan
fuerte", agregó. El estilo de vida, precisaron los expertos, fue un factor crucial en el desarrollo de las enfermedades cardíacas.
También
admitieron sentirse más seguros de entender los mecanismos biológicos
que vinculan el estrés y CHD, una conexión que hasta ahora se sabía que
existía, pero que era difícil de demostrar.
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