Un grupo de científicos británicos ha descubierto la importancia que
tiene una molécula llamada osteopontina en el proceso de regeneración
de la piel después de que se produzca una herida. Sus trabajos podrían
permitir desarrollar alguna sustancia que, interfiriendo sobre esta
proteína, podría acelerar el proceso de cicatrización, tanto en la piel
como en órganos internos del cuerpo.
La reparación de cualquier tejido requiere una respuesta inflamatoria capaz de estimular el envío de glóbulos blancos hasta el lugar de la herida.
Estas células defensivas no sólo protegen la zona de posibles
infecciones, sino que intervienen en la producción de una sustancia
fibrosa denominada colágeno.
El colágeno participa en la curación de la herida, formando capas de
tejido fibroso hasta reparar la zona dañada. Sin embargo, en este
proceso inflamatorio suelen aparecer cicatrices provocadas por esta
misma sustancia, ya que las capas de fibras que se superponen no son
idénticas a las que había antes de la herida. Esto también puede dar
lugar a la aparición de fibrosis, es decir, tejido irregular que se
forma alrededor de la cicatriz y en las capas internas de la piel.
Dirigidos por Paul Martin, especialistas de la Universidad de
Bristol (Reino Unido) han descubierto en experimentos con ratones que
la respuesta inflamatoria que desencadenan las células defensivas con
la intención de curar una herida provoca un aumento de los niveles de
osteopontina. Y, lo que es más importante, que es posible reducir los
niveles de esta molécula mediante algún agente externo para acelerar la
regeneración de la piel.
Concretamente estos especialistas señalan que la desactivación de la
osteopontina aceleró la formación de vasos sanguíneos alrededor de la
lesión en los roedores, resultando en una curación más rápida. Al mismo
tiempo, esta acción local permitió que las nuevas capas de colágeno se
ordenasen mejor, lo que hizo que se formaran menos cicatrices.
Futuros ensayos con pacientes
Tal y como han descrito en un reciente número de la revista 'Journal of Experimental Medicine',
sus trabajos con animales han demostrado que es posible desactivar la
expresión de esta proteína para acelerar la cicatrización de las
heridas. Para ello emplearon un gel que contenía en su interior agentes
capaces de inhibir los niveles de esta proteína: "Es más que probable
que el proceso sea similar en humanos", explica Martin a elmundo.es, "y
de hecho ya hay una compañía que prepara ensayos clínicos con pacientes para confirmarlo".
Por eso, el doctor Martin y su equipo consideran que esta molécula
es una diana perfecta para el desarrollo de futuros fármacos, que
actúen interfiriendo en sus niveles con el objetivo de reducir la
aparición de tejido cicatricial. Esta cuestión, recuerdan, no sólo es
importante por razones estéticas cuando se habla de la piel, sino que
las cicatrices en órganos internos provocadas por algunas cirugías
pueden ocasionar serios problemas.
En sus experimentos, los animales tratados con el gel capaz de
desactivar la osteopontina tenían la herida cerrada en un 56% al cabo
de tres días, frente a sólo el 24% del resto de los animales.
"Sabemos que los embriones pueden curar las heridas perfectamente
sin que se formen cicatrices", explica a elmundo.es el profesor Enrique
Amaya, otro especialista de la Universidad de Manchester que investiga
esta misma cuestión. "Pero aún nos queda comprender en qué se
diferencia este proceso del de los adultos", añade, "y ésta podría ser
una de las vías".
Aunque Amaya es cauto sobre las aplicaciones clínicas
de este descubrimiento ("aún pasará mucho tiempo hasta que esto pueda
convertirse en un fármaco"), destaca su importancia: "Ahora ya sabemos
que la osteopontina está implicada en alguna de las alteraciones que
provocan la formación de cicatrices. Es decir, que su acción está
inducida por la respuesta de las células inflamatorias".
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