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Sexualidad de la mujer y crisis de la mediana edad PDF Imprimir E-Mail
Aporte para DiarioSalud.net del Dr. Andrés Flores Colombino   
martes, 11 de marzo de 2008

La crisis de la mediana edad o de la edad media de la vida fue estudiada y establecemos los criterios de reconocimiento clínico, para ubicar los trastornos sexuales más frecuentes vinculados a la experiencia vital. Se efectúa una revisión bibliográfica y diversos abordajes teóricos y clínicos, vinculando la mediana edad con la edad de la paternidad en el sentido de Erikson, la crisis de la pareja, de los proyectos, de las expectativas omnipotentes de inmortalidad en el sentido de Elliot Jacques. Una muestra de 862 mujeres de todas las edades que consultaron con nosotros por problemas sexuales, pone de manifiesto que entre los 35 y los 59 años consulta el 41 % de la muestra (365), pero presenta características propias, como las quejas por el marido con disfunción eréctil, eyaculación precoz o infidelidad, así como las nuevas parejas y el relacionamiento con los hijos son mayor fuente de conflicto que en edades menores o mayores. <

CRISIS DE LA MEDIANA EDAD

La crisis vital es una etapa de transición que posee variable duración, que aparece de manera brusca o gradual y que se resuelve de maneras normales o patológicas, dramáticas, cómicas o trágicas. La crisis nos cambia con rapidez, y no todos estamos preparado para el cambio.

La edad media de la vida es una experiencia individual y encuentra a cada persona en diversas posturas y situaciones, y de ellas depende que la enfrentemos con éxito. Si la esperanza de vida al nacer es de 80 años, la mitad de la vida son los 40. Si es de 70, la mitad está en los 35 años. Los 50 marcan la mitad de un siglo, y tanto la mujer como el varón se sienten aun en su segunda juventud. También denominada ‘crisis de la mediana edad’ (Neugarten 1974)(Schreiber 1978) , o “Crisis de la vida adulta” (Sheehy 1976) o de la medialescencia, o de “la mitad de la vida” (Jacques 1978), o también ‘época de transición de la mitad de la vida’ (Levinson 1972), de los años medianos de la vida, o “crisis de cambio de la segunda mitad de la vida” (Alonso, 1995). El Prof. Beric Wrigth, citado por Schreiber (1978) dice que si queremos llegar todos a la edad de la jubilación, debemos ser ante todo, mujeres –pero esto no es algo en lo que se pueda influir mucho -, segundo, cuidarse de los accidentes y heridas de la adultez joven, y tercero, prevenir las enfermedades cardiopulmonares con dietas, ejercicios. Carl Jung (1967) decía a la edad de 58 años que “La curva de la vida es como una trayectoria balística”, y se quejaba del hecho de que nos preparaban para crecer y ascender, pero nadie nos prepara para decrecer y descender, hecho inevitable de la vida.

Erik Erikson (1950), cuando describe sus magistrales ‘Ocho etapas de la vida’, se refiere al lapso que abarca la crisis de la mediana edad, a la Séptima Edad o Edad de la Paternidad y de la Creatividad, donde debe engendrar a la generación siguiente, educarla y prepararla para el futuro.

Si vamos a la búsqueda de raíces biológicas de la crisis, Neugarten y Datan  (1974) afirman que la crisis del climaterio femenino es también una crisis psicológica solo cuando ya existía una crisis de la mediana edad. Las referencias a la menopausia como última menstruación y su relación con una crisis vital es analizada por Bonilla y col (1991), Pitelli (1997) Pou (1993), Peralta Sánchez (1998).

La crisis de la mediana edad, puede ser  temprana enseguida de los 30 años, la que es analizada Vázquez (2001) y Viera de Souza Leite y Alves de Toledo Bruns (2000) y se caracteriza por el aburrimiento y el fracaso del estancamiento. Y si es tardía, por la falta de la elaboración del futuro y la angustia lacerante de una vida sin sentido, sumida en la desesperación, que es algo más que la desesperanza. La crisis de la mediana edad lleva a “enfrentarse con la mitad oscura de uno mismo” dice Jung (1967), Según Dieckmann (1976) es la “época de discutir y ponerse acuerdo con las propias sombras personales y colectivas”.

Según Brim (1975), quien estudió la crisis de la mediana edad del varón, pero aplicable a la mujer con modificaciones, la primera causa es hormonal, por la disminución de la testosterona – de los estrógenos para las mujeres - con todas sus consecuencias. La segunda causa es la discrepancia entre lo que se esperaba de la vida y lo que realmente alcanzó. La tercera causa radica en que se hacen presentes de improviso los sueños de juventud omnipotentes, “la brasa bajo las cenizas” según Jung (1967). La cuarta causa sería el estancamiento, el ‘agotamiento de los proyectos’, en el sentido de Julián Marías (1975). La quinta causa es el presentimiento de la muerte. La sexta causa son los cambios en la familia, nido vacío, padres ancianos, deterioro familiar. Y la séptima causa de la crisis son los factores externos, como las revoluciones históricas y sociales, la depresión económica o la guerra. Neumark (1986), Kusnetzoff (1986) y Del Pozo y Del Pozo (2001) analizaron más recientemente la crisis de la mediana edad del varón.

Fue Elliot Jacques (1978) quien introdujo en el campo científico el concepto de ‘middle age crisis’ en el año 1963, pues descubrió que los grandes genios de la humanidad habían sufrido un cambio en la manera de trabajar y en el contenido de ese trabajo alrededor de los 35 años, como promedio. Varios autores han hablado de ‘década catastrófica’ a la comprendida entre los 40 y 50 años. Otros la comienzan a los 35 años (Sheehy 1976) y Jacques (1978). La mayoría, sin embargo, destaca que la crisis de la edad media o intermedia puede ocurrir entre los 35 y 50 años y no es constante para todos los varones y todas las mujeres. Kusnetzoff (1986)(1987) la ubica entre los 38 y los 50 años para el varón, o “crisis de los 40”; y entre los 35 y 50 para la mujer.

Con la intención de hacer un aporte a la comprensión mayor del problema, tomamos una muestra de 365 mujeres que consultaron por problemas sexológicos, y tenían entre 35 y 59 años, con la siguiente distribución:

   MUJERES CONSULTANTES SEXOLOGICAS ENTRE 35 Y 59 AÑOS 

Rango etarioN° 
%
35-39 
12434
 40-44
8323
45-496016
50-546317
55-59  
35 10
Totales 
365
100

Debemos hacer tress precisiones con referentes a la muestra. Primero, incluimos al grupo de 55 a 59 años, que están previos a la tercera edad que empezaría a los 60 años, pese a que la mediana edad clásicamente se ubicaría entre los 35 y 55 años, pero no deseamos excluir ningún grupo y el 10 % no establece grandes modificaciones al conjunto, mas que la casi totalidad a esta edad está ya en pleno climaterio postmenopáusico. En segundo lugar, incluimos todas las consultas sexológicas de las mujeres de este rango etario, que abarcan un 70 % de trastornos sexuales propios y un 30 % de consultas por trastornos sexuales de sus parejas masculinas o femeninas. Y en tercer lugar – y por ello lo más importante – no pudimos establecer que todas o la mayoría ni el porcentaje de mujeres de esta muestra estaban cursando una crisis de la mediana edad. La selección de este rango etario simplemente nos marca el campo en el que se produce la crisis, si se produce. De todas formas nos servirá para comparar los trastornos sexuales más frecuentes al menos de las mujeres de la mediana edad, lo que ya cumpliría el objetivo básico de este trabajo.

De acuerdo a la literatura consultada y nuestra experiencia, veamos cuales son los síntomas y signos más frecuentes de la crisis de la mediana edad (Flores Colombino 2001):

  1. Depresión
  2. Trastornos de la identidad personal y social
  3. Trastornos hipocondríacos
  4. Consumo con abuso de sustancias
  5. Problemas laborales
  6. Conductas maníacas o sorpresivas con cambios extravagantes
  7. Problemas conyugales
  8. Trastornos sexuales 

Dejamos como último ítem el de los problemas sexuales y conyugales, pero si consideramos oportuno, haremos alguna referencia sobre nuestros hallazgos en los demás síntomas y signos.

a. Depresión

La depresión en el síntoma más importante de la crisis de la mediana edad según Erikson 1950) Los frecuentes accidentes de automóvil o del hogar corren por cuenta de esa tendencia suicida. Manejar sin cuidado o cruzar la calle sin mirar son equivalentes suicidas. Haseloff (1978) dice que el aburrimiento es el síntoma clásico de la crisis de la mediana edad. Es decir, en la crisis de la mediana edad hay depresión, en la que lo típico es la desesperanza, y hay aburrimiento, fuente de desesperación. La desesperanza implica que ya no se espera nada del futuro y la desesperación implica que ya no se espera nada del presente, según reflexionaba el filósofo español Julián Marías (1975), en su obra “El cansancio de la vida”. No siempre la depresión se acompaña de trastornos sexuales, pero Kaplan (1982) la considera como causa frecuente de disfunción del deseo.

b. Trastornos de la identidad personal y social

La crisis de la propia identidad es típica de quienes cursan una crisis de la mediana edad (Mischterlich 1978). En realidad quieren cambiar todo de sí, sin motivo aparente. Y cambios de pareja, pues antes de envejecer, surge el deseo de conocer sexualmente a alguien más que su marido. El ‘nido vacío’ precoz se registra en los países en que las mujeres y varones se casan jóvenes y son abuelas y abuelos a los 40. Pero a cualquier edad, afecta más a las mujeres. Les provoca cambios de roles, y piensan que viven una vida sin sentido al terminar la crianza de los hijos.

El temor a envejecer manifestado por mentir la edad, hacerse cirugías, competir con los hijos e hijas, revela problemas con su identidad. Buscan nuevas fuentes de felicidad, a veces a cualquier costo: la ética, el endeudamiento, la reputación. Gente honesta deja de serlo. O consultan simplemente porque han llegado a los 40 años sin formar pareja, como dos casos de la muestra.

c. Trastornos hipocondríacos

La tendencia a la hipocondría fue señalada por Erikson (1950). Indicaría que quien sufre la crisis de la mediana edad no acepta su cuerpo. Los síntomas más frecuentes son: dolores de cabeza, cansancio, gastritis, diarreas o estreñimiento, lumbago, temor al reumatismo, dolores generalizados o vagos, temor a la menopausia y al climaterio, al cáncer de mama, al fibroma de útero. Abandonan las píldoras anticonceptivas y leen los prospectos de todos los medicamentos. Realmente a esta edad son más propensas al cáncer de mama, 6 casos; histerectomía, 10 casos; prolapso vaginal, 2.

En ambos sexos se entregan a ejercicios excesivos, caminatas, por temor a la obesidad, sobre todo. 3 casos consultaron porque la obesidad le traía problemas sexuales y conyugales.  Consultan a médicos para chequeos “por las dudas”, pero desconfían de los informes médicos.

d. Consumo con abuso de sustancias y adicciones nuevas

Como la crisis de la mediana edad coloca al individuo en alto grado de vulnerabilidad y desactiva las defensas en los que poseían tendencias adictivas, se observa el consumo aumentado de drogas: alcohol, tranquilizantes, marihuana y otras. Sobre todo el alcoholismo femenino es muy notorio, así como el tabaquismo y el uso de tranquilizantes para dormir. Las disfunciones sexuales inducidas por sustancias (Flores Colombino 2003) en estas edades suman 28 casos (58 % de la muestra), de las cuales el 65.4 % tiene disfunción del deseo, el 20 % anorgasmia y las drogas más utilizadas son: antidepresivos (22.5 %), ansiolíticos (18 %), antipsicóticos (11.3 %), drogas como alcohol o cocaína (9.8 %), hipnóticos (5.7%). 

Los deseos de evasión, se expresan a través del consumo incontrolado de programas de televisión, los viajes por internet o la lectura compulsiva de novelas livianas, el juego de cartas entre amigos o amigas y aun en los casinos. En realidad las ‘workhólicas’ viven el trabajo como una adicción y la crisis de la mediana edad empeora el cuadro previo.

e. Problemas laborales

Las deficiencias en el ejercicio de las actividades profesionales corren por cuenta de la depresión propia de la crisis. Pero el cuadro es más grave que en otras edades, pues creen estar en obsolescencia profesional. No toleran la competencia de las más jóvenes y creen no poder alcanzar nunca el nivel profesional de los mayores.

Si tienen éxito lo malogran sin poder mantenerlo. La ‘sensación de estancamiento’ es típica de la mediana edad (Erikson (1950), se piensa que ‘ya se ha vivido todo’ (Brim 1975). Dice Levinson (1972) que el tema en la crisis no es éxito o fracaso, sino la insatisfacción: “todo cuanto ha hecho corresponde a una estructura de la vida que no coincide con sus convicciones íntimas“.

Si comienzan una segunda profesión, es loable en caso de jubilación, pero la cambian en plena actividad por otra profesión menos interesante y rentable que la primera, para asombro de amigos y familiares. Las ‘adictas al trabajo’ incrementan sus horarios y abandonan espacios de intimidad con sus parejas e hijos, con el pretexto de un progreso económico para la familia o la pareja y lo hacen para no pensar, exentas de creatividad y entusiasmo, con lo que la calidad del trabajo, aunque abundante, es baja y de escaso rendimiento. En los trabajos que implican una carrera funcional, llegan a dar la negativa a propuestas firmes de ascensos en el escalafón. Se sienten inseguras de sus posibilidades, estancadas y con un agotamiento de los proyectos.

e. Conductas maníacas o sorpresivas con cambios extravagantes

Lo característico de la crisis de la mediana edad son las fugas y desapariciones bruscas, inmotivadas, misteriosas y a veces permanentes. ‘Salió a comprar cigarrillos o a trabajar y nunca más volvió’. A veces desaparecen con lo puesto y sin dinero. Otras, la huida es planeada cuidadosamente por meses. El intento de realizar sueños extravagantes, o síndrome de Gauguin, reivindica el derecho a tener tiempo libre, a hacer lo que se le da la gana, sin patrones ni horarios y dedicarse al “dolce far niente”.

Entre las conductas extravagantes de los varones en plena crisis de la mediana edad –que las sufren sus parejas - se destacan los cambios en la manera de vestir: ropas juveniles, equipos de jean, ropas deportivas de marca y colores chillones o de moda, como si fueran adolescentes. Los varones que eran conservadores y propietarios de autos amplios y familiares se compran motos, y todos los artefactos anexos, guantes, botas, camperas, lentes oscuros, se hacen motoqueros en grupos. O cambian sus autos amplios por autos deportivos, cuando pueden y a veces cuando no pueden, también. Esto exaspera a sus mujeres. La atractividad sexual que lucen cambia de modelo.

“Las mujeres, al llegar a los 40 se acortan las polleras”, dice la creencia popular. La minifalda, la ropa ajustada, la preocupación por la dieta, la línea, el uso de cremas para la piel, en mujeres que no eran cultoras de dichos hábitos, pueden expresar su crisis de la mediana edad. Las mujeres se independizan, se rebelan contra los maridos que las ahogan o anulan, verdadera o supuestamente, exigen tener su propia cuenta bancaria o comenzar a trabajar fuera del hogar, para tener sus propios ingresos.

El abandono del hogar sin medir las consecuencias, acompañada de parejas jóvenes –hetero u homosexuales- generalmente de menor rango social o intelectual, es una expresión de la crisis. La aventura sexual, aunque sea una sola vez, suele darse a esta edad media, y el argumento esgrimido por las mujeres es: “no puedo morir sin haber conocido otra cosa. Mi marido conoció a varias mujeres ¿porqué yo no puedo conocer a alguien más?”. Lo plantean como una cuenta pendiente con la vida.

f. Problemas conyugales

Las riñas conyugales suelen tener como tema: el aburrimiento, la falta de diálogo, la baja frecuencia sexual, la revelación o descubrimiento de aventuras sexuales por parte del varón y de la propia mujer, los conflictos postergados cuando estaban presentes los hijos que actuaban como catalizadores y hoy ya no están – el nido vacío -, la exigencia al esposo tenga más éxito económico o social, o cónyuges que no han podido procesar el éxito del varón. Los mayores sueldos de la mujer pueden ser insoportables por el esposo, pues se invierten los roles tradicionales del matrimonio.

La ruptura matrimonial con separación (más en varones) o divorcio (más en mujeres), es frecuente. La “esposa fugitiva” es típica de los 35 años (Sheehy 1976), edad en la que la mujer siente que sus hijos y la casa la absorben, la obligan a postergar sus aspiraciones, a sobrededicarse al hogar o a los hijos o al trabajo, descuidando los otros campos de su vida. Todo ello la aleja de su pareja y el matrimonio pierde sentido. A los 40 la mujer que siempre acompañó al marido y apoyó su crecimiento y su éxito, ahora se siente postergada, fracasada, estancada, sin haber podido lograr aquello que aspiraba y a lo que tuvo que renunciar para dar espacio al marido. Ahora, en lugar de considerar el triunfo del marido como el de ambos, envidia secretamente la situación del otro, y busca otra pareja.

La mujer de 40 años no siente que está acabada, sino que “aun puede”. Su propia sexualidad registra un pico en su nivel de deseo sexual, mientras que su pareja a veces comienza su declinación hormonal. Aun es fértil y posee una madurez lozana, fresca, características que ya se han perdido casi del todo desde la menopausia que ocurre a los 50 años y más.

Las aventuras sexuales o la búsqueda de nueva pareja por parte del varón, casi siempre se viven con parejas más jóvenes y de menor nivel y, según Neumark (1986), con “muchachas que no establezcan comparación entre su potencial actual y posterior”. Es decir, busca parejas jóvenes y bonitas que luce socialmente como un trofeo, como diciendo “yo puedo todavía”, y que no lo juzga y por el contrario, le da su admiración por su madurez y experiencia. Su esposa lo considera todo lo contrario: inmaduro y fracasado (Neumark y Turias 1986). Entre las consultas sexológicas de la mujer, la demanda de que el marido abandonó o se enamoró de otra mujer o simplemente descubrió la infidelidad, constituye 24 de nuestra muestra de 365 consultas (el 7%), de las cuales 2 se contagiaron de enfermedades sexualmente trasmisibles y 2 de infección por VIH. Solo 4 consultaron porque se enamoraron de otro hombre y les trajo problemas; 2 casos de enamoramiento por cibersexo, 2 de celotipia del varón, 3 por celotipia de ella, 3 de golpeadores, 7 de maridos alcohólicos, y 3 que no se bañaban casi nunca. O descubrieron preservativos en la cartera del marido cuando ellas ya hace años pasaron la menopausia. O pastillas de sildenafil, cuando con ellas se declaran impotentes.

La búsqueda de parejas más jóvenes ocurre en ambos sexos. Nosotros (1999) hemos registrado en un solo año – 199-) en el Uruguay, en 17.000 matrimonios legalizados, 2.200 correspondían a varones mayores de 50 años o más, de los cuales 8 se casaron con novias menores de 20 años, 20 con novias entre 20 y 24 años y 28 con novias entre 24 y 29 años. Es decir, 56 varones mayores de 50 se casaron con mujeres menores de 30 años.

En cuanto a las mujeres mayores de 50, ninguna se casó con varones menores de 20, pero 4 lo hicieron con novios de 20 a 24 y 8 con novios de 24 a 29 años. Es decir, 14 mujeres mayores de más de 50 se casaron con varones menores de 30 años. ¿Y los que formaron pareja sin casarse? No tenemos datos. Pero deben ser muchos más.

g. Trastornos sexuales

Con la salvedad de que los trastornos sexuales que aquí se presentan corresponden a mujeres de la mediana edad y no a mujeres cursando una crisis de la mediana edad, veamos el resultado de nuestra investigación sobre la muestra presentada:

   CONSULTAS SEXOLOGICAS DE MUJERES ENTRE 35 Y 59 AÑOS

Motivo de consulta
N° de casos%
Trastornos sexuales propios250
70.5
Problemas de su pareja masc.107
27.3
Problemas de hijo/a82.2
Total  
365100.0
 

Nos pareció interesante presentar los datos discriminados entre las consultas de las mujeres por trastornos sexuales propios, de las consultas realizadas por problemas sexuales de su pareja o marido y de los hijo/as. Este hecho clínico, que asciende a casi el 30 & de las consultas, es mucho más frecuente entre mujeres de la tercera edad, en la que asciende al 40 % (Flores Colombino 2003B) y menor en mujeres menores de 35.  Los motivos de consulta sexológica de mujeres de la mediana edad por problemas del marido o la pareja, hallamos: 21 por deseo sexual hipoactivo masculino, 20 por disfunción eréctil, 14 por eyaculación precoz y 2 por anorgasmia masculina. También por 3 parejas sadomasoquistas y 3 abusadores sexuales de sus hijos.

Las consultas sobre lo/as hijo/as correspondieron: 6 casos por revelación de la condición homosexual y 2 por seroposividad al VIH.  

   TRASTORNOS SEXUALES DE MUJERES ENTRE 35 Y 59 AÑOS

 Disfunción
N° de casos%
Deseo sexual hipoactivo11646.4
Deseo sexual hiperactivo31.2
Disfunción excitatoria f.
93.6
Orgasmo fem. inhibido8634.4
Vaginismo
104.0
Dispareunia135.2
Fobias sexuales
93.6
Otras41.6
Total250100.0


La mujer sufre mas frecuentemente de falta de deseo por su pareja, pero los 40 años marcan el momento fisiológico más favorable para el incremento del deseo sexual de la mujer, durante toda su vida. En cambio, el 46. 4% de la muestra presentaba DSH o deseo sexual hipoactivo y constituye, pues, el mayor problema sexual de las mujeres de la mediana edad. No lo es en las mujeres de todas las edades, en las que el DSH constituye solo el 30.1 % (Flores Colombino 2000). En la misma fuente, el 40.5 % de los casos corresponde a orgasmo femenino inhibido o anorgasmia, que es el principal problema de las mujeres en general, pero en la mediana edad hallamos solo un 34.4 %. La promiscuidad sexual señalada como típica por Schreiber (1978), se caracteriza por el hecho de que luego de una vida de fidelidad, se entregan a la infidelidad compulsiva, llena de aventuras. Pero en la muestra solo el 1.2 % presenta deseo sexual hiperactivo

La dispareunia en tercer lugar con el 5.2 % es bastante similar al porcentaje para todas las edades (6.1 %), pero el vaginismo sólo aparece en un 4 % cuando en todas las mujeres constituye el 12.8 % de las disfunciones, lo cual es comprensible, pues el diagnóstico de este trastorno es mucho más frecuente en mujeres menores de 35 años .La disfunción excitatoria femenina o disfunción sexual general y las fobias sexuales, ambas con un 3.6 % de los casos, no se alejan mucho de las frecuencias - algo mayores - de la población femenina general. Entre las disfunciones, el calambre uterino se registra en un solo caso, solo 2 casos de trastornos de la identidad sexual - edades menores consultan más-. También consultaron 2 por compulsión obsesiva de mirar los genitales masculinos y 3 casos de delirio erotomaníaco que eran mas bien casos psiquiátricos y no los incluimos.

Otra característica de la crisis de la mediana edad es que las mujeres bisexuales que hacían doble vida en el matrimonio “optan” por vivir abiertamente su homosexualidad. Según Schorsch (30), las lesbianas que habían montado un camuflaje para vivir sus años más jóvenes, en la mitad de la vida cobran de pronto entera conciencia de su homosexualidad, abandonan a sus familias y se entregan a una práctica abierta. En nuestra muestra encontramos 3 casos de mujeres cuyos maridos les revelaron su bisexualidad, con problemas conyugales. Y una consultante que alcanzaba el orgasmo con su marido por penetración vaginal y no lograba el orgasmo con su nueva pareja homosexual.

CONCLUSIONES

La crisis de la mediana edad ocurre en mujeres que han sufrido situaciones vitales desencadenantes, pero sobre un terreno psicológico predisponente que fue bien estudiado por diferentes autores. No es un destino para todas las mujeres, pero todas están expuestas a los síntomas y signos que presentamos en este estudio: depresión, trastornos de identidad, consumo de sustancias, conductas extravagantes, hipocondría, problemas laborales, conyugales y sexuales.

Los problemas sexuales, que en este estudio los abordamos lateralmente a través de una muestra de mujeres cuyas edades oscilan entre 35 y 59 años, comprobamos que lo característico es que predominan las consultas por disfunción del deseo y en segundo lugar por falta de orgasmo, mucho menos por vaginismo, dispareunia, fobias o trastornos de la identidad sexual. Lo que más llama la atención es que se incrementan en relación a edades menores, la consulta por trastornos sexuales de la pareja y de los hijos.

La prevención de la crisis de la mediana edad es difícil, pero supone haber superado la posición maníaca y negadora de la realidad que puede ser operativa en edades menores pero ya no funcionan con el paso de los años. También supone tener resuelto el problema del temor al envejecimiento y a la muerte. Y haber encontrado una filosofía existencial que permita el balance de las aspiraciones y las posibilidades de ser como persona y como pareja.

 

(*) Dr. Andrés Flores Colombino
Médico Psiquiatra, Geriatra Gerontólogo y Sexólogo Clínico
Miembro del Advisory Committee de la World Association for Sexology (WAS)
Presidente de la Federación Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual (FLASSES),  Fiscal de la Sociedad Uruguaya de Sexología.

 

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33. Vieira de Souza Leite CR, Alves de Toledo Bruns M (2000): Quando u oculto se desvela; a sexualidade da mulher de 30 a 40 anos, SPS-Flasses: Libro de Resúmenes X CLASES .7, Cusco, Perú.

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