El retraso en el diagnóstico y el tratamiento de los casos
de tuberculosis significa riesgo sanitario para la población. Se necesitan
campañas de divulgación para que la gente se acerque al servicio de salud más
próximo ni bien detecte alguno de los síntomas.
A pesar de que la incidencia de la tuberculosis (TB) bajó de 38.1 a 31.1 cada
100.000 habitantes entre 1999 y 2004, sigue siendo un problema de salud
significativo en nuestro país. De hecho, las variaciones del promedio de
notificaciones de casos entre las provincias se han incrementado. Se asume que
la crisis socio-económica vivida entre 1990 y 2002, que confinó al 57.5% de la
población debajo de la línea de pobreza y que aumentó la demanda de los
deteriorados servicios asistenciales, debe haber contribuido al incremento de
las demoras en el diagnóstico y tratamiento de la TB, una enfermedad infecciosa
causada por el bacilo de Koch y felizmente, curable con antibióticos.
Tratándose de una enfermedad que se contagia a través del esputo, cada enfermo
sin diagnóstico y tratamiento significa un riesgo sanitario para la población en
la que vive. Por ese motivo, el Programa Nacional de Control de Tuberculosis de
Argentina está poniendo atención en reforzar las acciones de vigilancia de la TB
en las zonas consideradas de mayor prioridad, como por ejemplo, aquéllas donde
se superan los 42 casos cada 100.000 habitantes o se registran más de 270 por
año. En ese contexto, el trabajo de evaluación sobre las demoras en el
diagnóstico y tratamiento de la TB realizado por científicos argentinos y
recientemente publicado en el Internacional Journal of Tuberculosis and Lung
Disease es de suma utilidad a la hora de planificar el control de la enfermedad.
Según el trabajo coordinado por la doctora Elsa Zerbini, Directora del Instituto
Nacional de Enfermedades Respiratorias “Dr. Emilio Coni”, dependiente de la
Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos G.
Malbrán” y Directora del Programa Nacional de Control de Tuberculosis en
Argentina, la metodología utilizada para la investigación fue un corte
transversal que incluyó una revisión retrospectiva de registros médicos y
entrevistas a pacientes atendidos entre el 1 de abril y el 15 de noviembre de
2005 en servicios de salud públicos de cuatro provincias, representativas de sus
respectivas regiones en términos geográficos y socio-económicos: Buenos Aires,
Santa Fe, Jujuy y Santa Cruz.
La mayor demora es la del paciente
Se estudiaron 243 pacientes de edades promedio de 40 años con tuberculosis
pulmonar baciloscopía positiva. Entre los síntomas de la TB reportados, el 72%
adujo tos; el 63%, catarro; el 51% fatiga, el 50%, pérdida de peso; el 46%,
fiebre y el 46%, pérdida de apetito. De todos ellos, el 37,9% asociaba sus
síntomas a un resfrío, el 13,6% al cigarrillo; el 12,8% a la fatiga; el 10,7% a
la neumonía y sólo el 9,5% a la TB. Los autores del trabajo admiten que este es
un indicio de una falta de información acerca de la TB en la comunidad.
Se comprobó que la mayoría de los enfermos había concurrido a los hospitales o
centros de salud públicos más cercanos al lugar de residencia. Los que no
asistieron a la consulta al servicio de salud más cercano adujeron que preferían
hospitales especializados, que no confiaban en la calidad de los servicios y que
tenían dificultades para llegar a los horarios de apertura.
Se observó que las demoras por parte del enfermo variaban entre 31 y 58,8 días
Se comprobaron asociaciones entre demoras mayores a 30 días y la residencia en
la provincia de Jujuy, donde la demora del enfermo es más evidente, sobre todo
en edades superiores a los cincuenta años, sea por falta de transporte para
concurrir al servicio de salud más cercano o por el malestar provocado por la
presencia de tos.
En lo que respecta al acceso a la consulta, las demoras, o sea, el tiempo
transcurrido entre la primera visita a un servicio de salud público y el
diagnóstico de TB por el médico, oscilaban entre 12,5 y 32,6 días.
Los pacientes tuvieron su diagnóstico médico en un promedio de cinco días y la
obtención del resultado bacteriológico del laboratorio no sobrepasó los cuatro
días, valores aceptables en comparación a otros países del mundo.
A pesar de que el promedio de la demora diagnóstica total, o sea, el tiempo
transcurrido entre que el paciente percibió los síntomas y el médico realizó el
diagnóstico de TB fue de 92.1 días, la media de la demora en iniciar el
tratamiento, una vez diagnosticado el caso de TB, fue menor a un día.
Como en los lugares donde se realizó el estudio, la tardanza en el diagnóstico
está principalmente asociada a la demora del enfermo en demandar asistencia; y
sabiendo que esa circunstancia se traduce en un riesgo de exposición para la
población, los autores sostienen que es necesario reforzar los controles de la
TB en las áreas seleccionadas, poniendo especial énfasis en las campañas de
salud que ayuden a detectar sus síntomas y motiven a la gente a demandar
asistencia lo más rápido posible.
Siendo que la tuberculosis es curable y la intervención temprana con drogas
específicas reduce el período de transmisión, es imperdonable que todavía, la
gente sufra y muera mucho antes de lo que permite la expectativa de vida en el
país.
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