Un trabajo británico publicado en “PLoS Medicine” sugiere que beber alcohol, incluso en cantidades moderadas, puede elevar la presión arterial más de lo que se creía.
Beber alcohol, incluso en cantidades moderadas, puede elevar la
presión arterial más de lo que se creía previamente, según afirma un
equipo de la Universidad de Bristol (Reino Unido) en “PLoS Medicine”.
Los autores descubrieron que las personas con una mutación genética
que dificulta el consumo de alcohol tienen una presión arterial
significativamente menor que quienes beben mucho o de forma habitual.
Las personas sin la mutación que tomaban unas tres consumiciones
alcoholicas al día presentaban una presión arterial sorprendentemente
superior que aquellas con ese marcador genético, que tendían a beber
sólo pequeñas cantidades o nada en absoluto.
"El estudio muestra que la ingesta de alcohol puede elevar la
presión sanguínea a un grado mucho mayor (incluso entre los bebedores
moderados) de lo que se creía antes", manifiesta la Dra. Sarah Lewis.
Los investigadores señalaron que había más del doble de riesgo de
tener la presión alta entre los bebedores, un riesgo que también era un
70 % mayor entre los consumidores "bastante moderados", comparados con
las personas con la mutación genética.
Estudios anteriores han relacionado beber mucho con una presión
sanguínea alta, mientras que otros han sugerido que la ingesta moderada
de alcohol ofrece beneficios para la salud como un colesterol más bajo.
La mutación genética es común entre varias poblaciones asiáticas y
disuade de beber a quienes la poseen porque el alcohol provoca sonrojo,
náuseas, somnolencia, dolor de cabeza y otros síntomas poco agradables.
La comparación entre personas con la mutación y voluntarios sin la
variación genética ayudó a los investigadores a calibrar mejor los
efectos a largo plazo del consumo de alcohol.
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