Tan sólo dos inyecciones al año, en lugar de las pastillas diarias que muchos hipertensos incumplen. Esto es lo que promete una inmunización, actualmente en desarrollo, dirigida contra una sustancia relacionada con los problemas tensionales. El tratamiento acaba de mostrar su seguridad y signos de eficacia en un ensayo con 72 hipertensos.
"Los resultados de esta nueva bioterapia para la hipertensión son intrigantes y prometedores. La vacuna podría resultar muy útil en muchos pacientes",
escriben los autores de un comentario que acompaña al estudio, ambos
publicados en el último número de la revista 'The Lancet'.
Aunque actualmente existen eficaces fármacos y pautas (consejos
alimenticios, ejercicio...) contra la hipertensión, muchos pacientes no
cumplen con su terapia. A ello ayuda el hecho de que es una enfermedad
crónica, pero sin síntomas. De ahí la utilidad de una vacuna, que
simplificaría las cosas: "La facilidad de unas cuantas inyecciones al
año animaría a una mejor adherencia al tratamiento",
dicen los investigadores, pertenecientes a la compañía suiza Cytos
Biotechnology, la misma que trabaja en una inmunización contra la
nicotina.
La 'estrategia' de la vacuna de la hipertensión es similar a la de
muchos antihipertensivos modernos (los IECA, los inhibidores de la
renina...), que actúan sobre un importante regulador de la presión
sanguínea: el sistema renina-angiotensina. La vacuna es una mezcla de una hormona de este circuito: la angiotensina II (un péptido de la sangre que causa vasocontricción y, por tanto, eleva la tensión sanguínea) y una partícula similar a las víricas, capaz de despertar a las defensas.
Resultados
"La vacuna induce anticuerpos contra la angiotensina II e impide que
ésta se una a sus receptores. Así que el modo de acción es bastante
similar al de los fármacos convencionales, con la excepción de que la
duración de la respuesta inmune de la vacuna está en torno a los cuatro
meses, frente a las seis o 24 horas de los medicamentos", explica a
elmundo.es Martin Bachmann, uno de los firmantes del trabajo. Por eso,
calcula que bastarían dos o tres inyecciones anuales para mantener la
tensión 'a raya'. "Parece realista", añade.
De hecho, en el estudio se vio que las personas que recibían una dosis alta de la vacuna conseguían bajar la tensión de modo similar a lo que se logra con dosis bajas de los inhibidores de la renina, dicen los autores. La tensión era entre 9 y 4 mm Hg menor a la de los participantes que recibían una inyección-placebo.
Bachmann también destaca un hallazgo inesperado: la presión
sanguínea parecía disminuir especialmente a primera hora de la mañana.
"El aumento matutino de la tensión arterial es un problema mal
controlado con los fármacos actuales, y eso que la mayoría de los
infartos, accidentes cerebrovasculares, etc. se producen en este
momento del día", explica el investigador.
Precaución
El estudio se ha realizado en 72 personas de 18 a 65 años que
presentaban una hipertensión moderada (entre 140 y 179 mm Hg la
sistólica y 90-109 mm Hg la diastólica) y fueron divididos en tres
grupos: 24 pacientes recibieron dosis bajas de la vacuna (una inyección
inicial y otras dos de recuerdo unas semanas después), otros tantos
unas dosis más elevadas y un tercer colectivo ejerció de grupo control,
recibiendo inyecciones de una sustancia inocua.
El objetivo principal de este ensayo era comprobar la seguridad del tratamiento, algo que parece probado, al menos a corto plazo:
"La mayoría de los efectos secundarios fueron transitorios y leves",
escriben los autores. Fundamentalmente, síntomas similares a la gripe,
fiebre..., todos ellos frecuentes con otras vacunas. En este ensayo no
se ha visto que altere otras células defensivas, "así que no lleva a
una estimulación descontrolada del sistema inmune", escriben.
Sin embargo, los autores del comentario todavía tienen dudas sobre
los efectos secundarios del tratamiento, sobre "si será seguro inhibir
la acción de la angiotensina II durante varios meses", escriben. El
circuito del que forma parte (el sistema renina-angiotensina) juega un
papel importante en la homeostasis y "en situaciones de disminución de
sal o líquido, como una deshidratación grave, trauma o shock clínico,
la rápida activación de este sistema es crucial", escriben.
Recuerdan, además, el fracaso, hace ya algunos años, de la
esperanzadora vacuna contra el Alzheimer, que también estimulaba a las
defensas en contra de un péptido de nuestro propio organismo.
Los autores reconocen que tanto la eficacia como la seguridad de la
vacuna tendrá que probarse en más estudios. También es necesario
comprobar que los efectos sobre la hipertensión se dan también en otros
pacientes, como ancianos. "No hay razón para pensar que no funcionará
en hipertensos graves o en otros grupos de población", dice Bachmann.
De todas formas, este investigador cree que el candidato ideal para la inmunización serían los hipertensos recién diagnosticados. "Para estos pacientes, la vacuna puede ser capaz de controlar la tensión arterial sin medicación adicional", dice.
Actualmente, están realizando dos nuevos ensayos clínicos y, cuando
se terminen, se iniciará un ensayo en fase III, el paso previo para la
autorización del tratamiento. Si todo va bien, Bachmann calcula que
podría estar disponible en cuatro o cinco años.
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