“Con el drama de mi marido, recorrí todo lo que encontré: brujas y
médicos, y no de los ortodoxos, ¿sabés?, porque buscaba que me
ayudaran, no que me dijeran lo que pasaba, porque eso yo ya lo
sabía...”. Como Susana, una porteña de mediana edad y estudios
secundarios completos, buena parte de los argentinos no se conforman
sólo con la opinión del médico tradicional, sino que recurren a
opciones terapéuticas alternativas, que les brindan alivio a su
padecer, no sólo físico, sino mental y emocional.
Un recorrido por todo el país, desde las grandes ciudades hasta las
poblaciones indígenas, demuestra que los argentinos pueden utilizar
hasta 35 tipos de terapia para combatir la enfermedad.
“Todo el mundo selecciona y combina medicamentos, pero la
cantidad y el tipo depende de la región, el nivel socioeconómico y las
diferencias culturales y étnicas. Es más, la mayoría de los problemas
de salud de la población se soluciona con medicina doméstica”, comentó
a La Nacion la doctora Anatilde Idoyaga Molina, directora del Centro
Argentino de Etnología Americana (CAEA)-Conicet y coordinadora del
primer mapa argentino de uso de la medicina.
Los sectores con más recursos económicos son los que más
combinaciones realizan entre la medicina tradicional (a la que la
investigación denomina hospitalaria), las alternativas y el
autotratamiento con fármacos y cataplasmas, ventosas o alguna mezcla de
hierbas recomendada por una vecina, un familiar o un compañero de
trabajo.
El trazado del mapa de medicinas comenzó en 1997, cuando 22
investigadores del CAEA, el Instituto Universitario Nacional de Arte
(IUNA), la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad Nacional
de San Juan comenzaron a recorrer el país y a convivir con la realidad
en ciudades, pueblos y asentamientos.
"Este trabajo es muy importante porque está centrado en los
enfermos y en sus decisiones, que no son al azar, sino racionales y
coherentes para cada uno de ellos -opinó el médico y antropólogo
Roberto Campos Navarro, de la Universidad Nacional Autónoma de México,
sobre el estudio-. Debemos reconocer que en América latina existen
diversas opciones terapéuticas, por lo que hay que pensar en políticas
de salud que no estén centradas en una única práctica médica legalizada
cuando la gente usa esas opciones."
Esto, para el experto, es ridículo en el siglo XXI y es
necesario educar y orientar a la población en los usos de esas
alternativas. Campos Navarro visitó nuestro país como comentarista de
los dos tomos que reúnen los datos recolectados durante la
investigación Los caminos terapéuticos y los rostros de la diversidad , presentada la semana pasada.
Allí, en casi 800 páginas, los autores concluyen que en la Argentina
funciona en realidad un "sistema etnomédico" en el que convive una
combinación de la medicina académica u hospitalaria con las medicinas
tradicionales (el chamanismo y el curanderismo), el autotratamiento
(fármacos o remedios caseros), las medicinas religiosas (carismáticas,
evangélicas y afroamericanas) y las terapias alternativas, como reiki,
acupuntura, cromoterapia, dieta macrobiótica, terapia de vidas pasadas,
medicina ayurvédica, aromaterapia, astrología o túnel fotónico, entre
tantas otras.
Se estima que de cada tres revistas o libros que se editan,
dos son sobre dietas para vivir mejor, terapias alternativas o temas de
salud.
"No esperábamos encontrar que las personas que más medicinas
combinaba iban a ser las más educadas y las que mayor recursos tienen
-señaló Idoyaga Molina-. Evidentemente, su universo o red social tiene
una mayor llegada o es ilimitado, dado que disponen de los medios de
información y económicos para, incluso, viajar al exterior en busca de
un tratamiento."
De boca en boca
A lo largo y a lo ancho del país, la difusión de las
distintas medicinas disponibles es básicamente de boca en boca, y
cuanto mayor es la duración de la enfermedad, más opciones se
consultan.
Así lo experimentó Alicia, una habitante de San Salvador de
Jujuy entrevistada por la doctora Idoyaga Molina durante el trabajo de
campo entre la población criolla, mestiza e indígena del noroeste
argentino (NOA) y Cuyo.
"Mi hermana sufre de artritis; ha probado [una] enorme
cantidad de terapias -relata Alicia en el estudio-. Ahora se trata con
un médico de Salta. La pobre está llena de dolores. Antes estuvo con un
naturista de Chile; ahí la untaron con barros y yuyos. Fue a Buenos
Aires a tratarse con una terapia que tenía que ver con las abejas. Una
vez fue a un curandero, aunque no cree en esas cosas. Otra vez fue a un
culto carismático, pero no volvió para continuar el tratamiento porque
le parecía ridículo. El tratamiento de la medicina [hospitalaria] le
infectó el cuerpo con corticoides y estuvo cinco años para
desintoxicarse. A veces parece que el médico no sabe lo que uno tiene.
Sufre de tantos dolores que ya no le gusta relacionarse."
En el NOA y Cuyo, la selección es muy parecida: en las
ciudades, se combina una gran cantidad de terapias alternativas, aunque
con menos opciones que en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano. En
el interior, el curanderismo y la consulta en el centro de salud o el
hospital más cercano es lo más habitual.
La primera opción
En la zona central del país, un 89% de los sectores medios
y altos de la población del área metropolitana combina medicinas; del
11% restante, un 5% recurre a distintas formas de autotratamiento, que
en la mayoría de la población del país es la primera opción terapéutica
e incluye desde el uso de hierbas o fármacos sin receta médica hasta
las prácticas religiosas.
La combinación de la medicina hospitalaria con prácticas como
los grupos de oración, las misas carismáticas o las entrevistas
individuales con sanadores, en zonas del conurbano, por ejemplo, llegan
al 50% de la población. Los principales usuarios de esas prácticas son
tanto los católicos con altos recursos o de clase media, como los
creyentes pentecostales de bajos recursos. En cambio, las personas
menos creyentes optan más por la medicina oriental.
Asimismo, en esta región es donde se registran las cifras más
bajas de personas que sólo optan por la medicina hospitalaria (4%) o
que le rehúyen por completo (3%) y recurren sólo a las terapias
alternativas. El yoga es, según el estudio, la terapia más utilizada
por todos los sectores de la población.
En el noreste argentino (NEA), criollos e indígenas prefieren
usar la medicina de su propia etnia, aunque ante una enfermedad o dolor
tienden a combinar lo que tienen más a mano: como la medicina
hospitalaria y el chamanismo. Es grande también la oferta religiosa
pentecostal con líderes nativos. "Esto no es casual en esta región
porque comparte con el chamanismo la idea de enfermedad como una
sustancia que hay que expulsar del cuerpo", señaló Idoyaga Molina. En
algunos sectores de nivel medio en Misiones combinan el servicio
hospitalario con las terapias alternativas o con el médico de campo que
ofrece medicina occidental.
En la Patagonia, la medicina hospitalaria cede terreno ante la
medicina doméstica. "Allí están los mapuches, que son más cerrados que
los indígenas del Chaco o los guaraníes, y a los que no consultan los
criollos", explicó la investigadora. Según el estudio, la oferta del
chamanismo es sólo para los mapuches, mientras que los galeses recurren
a la biomedicina.
En definitiva, como dijo el doctor Campos Navarro, "es hora de
abrir un nuevo diálogo en la atención de la salud". Médicos y
enfermeras, aseguró, "perciben cada vez más la necesidad de un cambio
[del sistema] que respete y comprenda otras prácticas terapéuticas.
Muchos médicos aceptan la existencia de prácticas domésticas para curar
el empacho o la culebrilla, mientras que otros tienen una visión
monolítica de la medicina". O como la automedicación: "No es tan simple
prohibirla -sostuvo-, así que mejor comencemos a orientar a la
población y a enseñarle a usar los medicamentos adecuadamente"
Y la doctora Idayoga Molina concluyó: "En un país como
Inglaterra, la medicina oficial ofrece una o dos terapias alternativas
y el paciente decide qué hacer. En pacientes con cáncer, por ejemplo,
esto mostró mejorar la calidad de vida. Por lo tanto, no es algo raro
empezar a reconocer virtudes en otras medicinas".
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