Si la razón de ser del sistema inmune es destruir toda partícula
extraña que encuentre a su paso, ¿cómo se explica que en el cuerpo de
la mujer pase por alto al bebe en gestación, que lleva en sus células
los genes del padre? Dicho de otro modo: ¿por qué nuestra madre no nos
rechaza si tenemos genes de otra persona?
Esta pregunta aparentemente sencilla inquieta a los científicos desde
hace más de un siglo. Y aunque habían postulado muchas hipótesis para
explicarlo -por ejemplo, que la placenta actuaba como una barrera
mecánica que impedía que el sistema inmunológico dañara al bebe-,
ninguna pareció concluyente.
Ahora, un equipo de investigadores del Conicet y la Fundación
Sales acaba de encontrar una respuesta a ese enigma: una de las
hormonas claves del embarazo, la progesterona, estimula la producción
de una proteína capaz de inhibir localmente al sistema inmune, la
galectina-1.
"El sistema inmune evolucionó como un complejo mecanismo de
defensa capaz de distinguir entre los componentes propios del organismo
y aquellos que le son extraños, como bacterias, parásitos y virus. Si
yo te trasplanto la piel de tu marido, seguramente la vas a rechazar
porque ambos tienen distintos genes -explica el doctor Gabriel
Rabinovich, que lideró el trabajo de investigación-. El sistema
inmunológico interpreta que el trasplante es algo externo que no tiene
que estar ahí. El bebe es un «semitrasplante», porque es mitad de la
mamá y mitad del papá; sin embargo, el sistema inmunológico no lo ve
como extraño. Es uno de los grandes enigmas de la naturaleza."
Trabajando con animales de experimentación, el equipo del
Instituto de Biología y Medicina Experimental del Conicet y las
doctoras Sandra Blois y Petra Arck, de la Universidad Charité, de
Berlín, lograron desentrañar un complejo mecanismo de regulación capaz
de silenciar durante nueve meses, en el útero materno, el sistema de
defensa de la mujer embarazada. El trabajo se publicó en una de las más
prestigiosas y rigurosas revistas científicas del mundo, Nature
Medicine.
"Lo que observamos fue una cascada de eventos moleculares
-dice Rabinovich-. La progesterona estimula la producción de
galectina-1; en su presencia, las células dendríticas, las "estrellas"
del sistema inmune, pierden su capacidad de activar linfocitos T [otro
de los soldados de nuestro ejército interior] para transformarse en
"dendríticas tolerogénicas", que a su vez generarían "células T
regulatorias", que producen citoquinas inhibitorias de nuestras
defensas."
Y enseguida agrega: "Las ratonas deficientes en el gen de
galectina-1 presentan una mayor tasa de abortos que la normal y si se
los trata con esta proteína el efecto se revierte".
Hilvanando ideas
La génesis de la idea que dio lugar a este trabajo
apasionante surgió un poco por casualidad hace ya 4 años, junto con la
doctora Sandra Blois, que había sido alumna de Rabinovich en la
Universidad Nacional de Córdoba.
"Sandra me propuso embarcarme en este proyecto y fue el motor
central de este trabajo." También fue fundamental la contribución de
Juan Ilarregui, Marta Toscano y Germán Bianco, todos becarios del
Conicet y la Fundación Sales.
La galectina-1 es una antigua conocida de Rabinovich y su
grupo. En 2004, los científicos descubrieron (en una investigación que
se publicó en la revista Cancer Cell) que los tumores utilizan esta
proteína para evadir la respuesta inmune. Después encontraron que la
galectina-1 tiene la habilidad de matar selectivamente a células T
agresivas (Th1 y Th17) que están "decoradas" con azúcares específicos.
En este caso los ratones deficientes en galectina-1 sufren una
enfermedad autoinmune e inflamatoria (la esclerosis múltiple) mucho más
grave que los ratones normales; esto demuestra la importancia de esta
proteína para frenar la respuesta inmunológica potencialmente dañina.
Estos resultados se publicaron en la revista Nature Immunology en 2007 firmados también por Marta Toscano y con la contribución de Germán Bianco, Juan Ilarregui y Diego Croci.
Es sorprendente entonces que, de alguna manera, el nuevo hallazgo
equipara el crecimiento placentario con el de los tumores: "Nuestra
idea en este momento es que ambos mecanismos son simétricos -afirma
Rabinovich-. Para crecer, la placenta utiliza el mismo mecanismo de
privilegio que los tumores, produce galectina 1".
Entonces los mecanismos de escape de los tumores quizá sean un
"espejo" de lo que sucede en procesos fisiológicos como el embarazo.
Mientras en la relación materno-fetal esta proteína cumple una
función benéfica que permite llevar el embarazo a término en forma
exitosa y protege al embrión en crecimiento, en presencia de un tumor
se vuelve perjudicial porque le permite crecer.
"La respuesta del sistema inmune se adapta con exquisita
plasticidad a los retos que se le plantean -subraya el investigador-.
Hay momentos en que los héroes pueden transformarse en villanos, y
viceversa."
Según el científico, todos estos hallazgos abren insospechadas
posibilidades terapéuticas en el cáncer y en las enfermedades
autoinmunes.
"Por ejemplo, nosotros descubrimos que si les administramos a
los animales de laboratorio esta proteína, la tasa de abortos disminuye
-cuenta-. Se sabe desde hace un tiempo que las células que causan
esclerosis múltiple son las TH1 y TH17, que tienen azúcares para
galectina-1. Si esta proteína las toca, puede matarlas por los azucares
que tienen. Ahora estamos buscando la mejor forma de diseñar agentes
que puedan activar o inhibir estos mecanismos."
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