A pesar de que el 75 por ciento de la población general tiene algún tipo de anomalía en la espalda, como revelaría un estudio por resonancia magnética (RM), esta alteración no siempre se traduce en patología. De los buenos hábitos depende evitar el dolor lumbar.
"El verdadero manejo de los problemas de
dolor de espalda lo tiene el paciente. En la práctica mayoría de los
casos poder llevar una vida normal depende de si éste atiende o no a
unas normas de prevención y de higiene postural básicas".
Así
de tajante se ha mostrado Ander Álava, especialista de Medicina Física
y Rehabilitación y responsable del Servicio de Rehabilitación del
Hospital San Juan de Dios, en Santurce, en una conferencia pronunciada
dentro del ciclo Aula de Salud puesto en marcha por este centro
sanitario.
"Si se hicieran resonancias magnéticas a toda la
población, aproximadamente entre el 70 y el 75 por ciento de las
personas mostrarían datos anómalos de su espalda, lo que no quiere
decir ni mucho menos que esa anomalía tenga que llevar aparejadas
patologías, ni siquiera problemas de dolor lumbar". Y es que un 80 por
ciento de la población de entre los 30 y los 50 años va a tener un
episodio de dolor de espalda en su vida.
Aunque este problema se
da más en hombres, "se está apreciando un aumento en la incidencia de
esta dolencia entre las mujeres, debido fundamentalmente a la mayor
incorporación de la mujer al mercado laboral y al aumento de su
actividad física".
Factores de riesgo
El
principal factor responsable del dolor agudo de espalda suele ser la
sobrecarga traumática, provocada en muchas ocasiones "por levantar
cargas pesadas en el trabajo o por desempeñar una actividad laboral
expuesta a vibraciones, como el manejo de máquinas pesadas y de
taladros".
Por otro lado, en los pacientes con dolor lumbar
cronificado se aprecia cierto miedo a desarrollar nuevos episodios y a
que acaben suponiendo una incapacidad laboral. "A la sobrecarga
mecánica se une al hecho de que el cuerpo humano, a partir de los 25
años de edad, comienza a perder agua de sus tejidos, proceso que
también afecta a los discos intervertebrales, que van mermando sus
cualidades y función en un proceso degenerativo más o menos acusado".
Sin
embargo, esta involución natural "no tiene que implicar necesariamente
procesos dolorosos", ya que el desarrollo del deterioro varía mucho de
unas personas a otras, y a los factores genéticos se les unen las
circunstancias ambientales de cada individuo.
Prevención
Un
buen método para evitar episodios de dolor en pacientes crónicos es el
ejercicio físico. "Éste no disminuye la incidencia de la dolencia pero
sí aumenta la tolerancia al dolor, que se hace menos intenso y se
registran menos recidivas".
Álava también ha incidido en que las
personas deben hacer un mayor hincapié en su vida diaria en la higiene
y en los cuidados posturales: "Una mala postura en un momento
determinado no suele provocar ningún daño; sin embargo, una mala
postura repetida infinidad de veces a lo largo de los años sí puede
desembocar en una dolencia. Es fundamental no cargar la espalda con una
tensión mecánica excesiva, mantener un buen tono muscular y tratar de
mantener una espalda con una cierta elasticidad".
La gran
prevalencia del dolor de espalda ha propiciado la aparición de
innumerables técnicas y procedimientos "que acaban generando falsas
expectativas entre la población y cuyo rigor científico no está probado
en la inmensa mayoría de las ocasiones". Así, el médico ha enumerado
algunas como la "quimionucleosis, la nucleotomía percutánea, la cirugía
mediante láser y hasta los curanderos".
Sentarse también es respaldarse
Es
necesario poner cuidado y evitar la flexión del tronco; por otro lado,
no basta con estar sentado sino que también se ha de estar respaldado,
pues "la tensión que tiene la espalda cuando una persona no está
respaldada es mayor que la que registra cuando se está de pie", ha
dicho Ander Álava. Además, al coger peso o toser, "ayuda mucho efectuar
una compresión abdominal, ya que esta acción tiene un efecto similar al
que realizaría una faja, equilibrando las tensiones finales que
soportará la espalda".
También ha llamado la atención sobre la
adecuación del mobiliario de los hogares "que en muchas ocasiones está
más enfocado a la forma que a la función y esto obliga a la espalda a
esfuerzos añadidos y continuados en el tiempo". Así, apuntó a camas,
encimeras y lavabos excesivamente bajos que obligan a gestos en flexión
que repercuten en la salud de la espalda.
Por otro lado, los
objetos pesados deben colocarse en las casas al alcance de la mano; "un
ejemplo de ello pueden ser las ollas y grandes pucheros que muchas
personas añosas guardan en armarios de difícil acceso". Al margen de lo
anterior, Álava recomienda cautela en el uso de fajas lumbares rígidas
porque su uso continuado "puede debilitar la musculatura lumbar"; sin
embargo, este efecto se atenúa en cierta medida con el uso de fajas
elásticas.