“La primavera la sangre altera” es uno de esos
dichos populares que la ciencia se ha encargado de validar, pues
resulta ser que es verdad que éste es un período en el que el cuerpo
responde mejor a los estímulos, incluidos los sexuales.
Sicólogos, sociólogos, médicos y, por su puesto,
sexólogos, son unánimes al afirmar que la creencia popular, al menos en
lo que se refiere a ese refrán, tiene base científica.
Primavera
es una palabra que viene del latín y que significa primer verano, se
caracteriza, como todo el mundo sabe, por un aumento paulatino de las
temperaturas y de la luminosidad. Y, a más calor y luz, mayor
aumento de las sensaciones placenteras y de la producción de hormonas
como la melatonina y las feromonas, determinantes para la actividad
sexual.
Sube la temperatura La primavera “ánima más, lo que
hace es mejorar el carácter, las ganas de salir y relacionarse. Llega
un momento en que la ropa sobra y eso conlleva una mayor predisposición
a las relaciones sociales y, evidentemente, a las sexuales”, manifestó
Iván Rotella Arregui, portavoz de la Asociación Estatal de los
Profesionales de la Sexología (AEPS) de España. Por esa razón,
entre otras, Rotella es categórico al afirmar que el refranero acierta
en este caso “al 100%”, ya que la primavera y el despertar de la
naturaleza, así como de los instintos más animales, trae consigo además
“más deseo y más enamoramiento”. Aunque las consultas al sexólogo
aumentan sobre todo después de periodos de vacaciones, especialmente
tras el verano o Navidad, ya que es cuando las parejas pasan más tiempo
juntas y descubren que “no se soportan”, también en primavera suele
haber “un pico”. Acuden al médico Las consultas sexológicas
primaverales suelen aumentar un poco a partir de la entrada oficial de
la primavera, el 21 de marzo. Se trata, sobre todo, de mujeres de
edades comprendidas entre los 25 y los 55 y el motivo de la consulta
suele ser la falta de deseo. Los hombres, que “por desgracia no
ven mucho más allá de su pene”, consultan por disfunciones eréctiles o
temas de eyaculación, “y, muchas veces, tras arrastrar el problema
durante años”, cuenta Rotella, quien precisa que los pacientes
masculinos suelen tener entre 30 y 65 años. “El sexo no es
imprescindible en una relación de pareja, pero sin él tiene muy poco
futuro, y cuanto más beneficiosas sean las relaciones sexuales, mejor
irá todo lo demás: el estado de ánimo, las ganas de hacer cosas...”,
señala el también vicesecretario de la AEPS. Rotella insiste en
que el sexo “no es una cuestión de salud, sino de bienestar que va más
allá de la propia salud, aplicable a todos los ámbitos de la vida”. “Cuanto
más tolerante y más relajada es la moral sexual que impera, más
pacífica es esa sociedad”, insiste. Por eso, añade, muchas religiones
han puesto especial ahínco en atenazar el sexo de sus seguidores
“porque es una forma de controlar al individuo y también a la sociedad”. ¿Y
qué pasará con el cambio climático? ¿Aumentará la libido a escala
planetaria? Rotella, cree que aún es un poco pronto para sacar
conclusiones, pero bromea: “A lo mejor nos volvemos todos un poco más
brasileños”. “Quizá en el futuro nuestra sangre se vuelva un
poquito más caliente, sería lo único bueno que traería el cambio
climático”, dice.
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