Una reciente investigación pone de manifiesto la posibilidad de revertir, mediante estimulación cerebral, la pérdida de la memoria.
El azar a veces abre inesperadas puertas a la ciencia. Este ha sido el caso de una investigación dirigida por Andrés Lozano, profesor de neurocirugía del Western Hospital de Toronto (Canadá), que trataba de reducir el apetito de un paciente obeso mediante estimulación cerebral, y que ha abierto nuevas perspectivas en el conocimiento de la memoria. Al paciente, hombre de 50 años con obesidad mórbida, le fueron introducidos unos electrodos en el hipotálamo con la finalidad de incidir sobre el centro del apetito.
La respuesta fue inesperada ya que el estímulo provocó la evocación
de una escena anterior de su vida, que creía olvidada. El paciente
recordó una escena con unos amigos cuando tenía alrededor de 20 años.
La imagen, en color, se hizo más vívida cuando se aumentó la intensidad
de la estimulación, incluso pudiendo identificar las prendas que
vestían y de qué estaban hablando, aunque no pudo recordar la
conversación.
El fenómeno ocurrió de nuevo cuando los investigadores repitieron
la prueba, e identificaron que la técnica era más efectiva cuando los
electrodos se encontraban cerca de una estructura denominada fórnix.
Además, después de tres semanas de estimulación continúa del
hipotálamo, los investigadores encontraron mejoras significativas en
los resultados de dos pruebas de aprendizaje que realizó el paciente.
Los resultados se publican en 'Annals of Neurology'.
Estimulación cerebral profunda
La EPC es eficaz en enfermedades con trastornos del control de los movimiento como Parkinson, temblor esencial y distonía
La estimulación cerebral profunda (ECP) es una técnica
neuroquirúrgica desarrollada en Francia a finales de los 80, que se
fundamenta en modificar los síntomas motores mediante la regulación de
la actividad neuronal anormal, generada en la zona cerebral que
controla los movimientos. Consiste en la implantación de un
dispositivo, similar a un marcapasos, que genera impulsos eléctricos
que inciden en las áreas cerebrales del control motor. La terapia se ha
mostrado eficaz y está autorizada para el tratamiento de tres entidades
que comportan trastornos del control de los movimientos: la enfermedad
de Parkinson, el temblor esencial y la distonía.
En uno de los mayores estudios diseñados para evaluar este
tratamiento en la enfermedad del Parkinson, dónde ha demostrado ser más
útil, la ECP se mostró más efectiva que la medicación tradicional sola.
En el estudio, publicado en 'The New England Journal of Medicine', se
incluyeron un total de 156 pacientes con enfermedad de Parkinson
avanzada que sufrían problemas importantes de movilidad, a pesar de
recibir el mejor tratamiento farmacológico posible.
La mitad de los pacientes fueron tratados con ECP más medicación y
el resto sólo con medicación. Tras seis meses de tratamiento, el
estudio demostró que los pacientes tratados con ECP experimentaron una
mejoría de un 41% en la escala de puntuación de la función motora y de
un 25% en la escala de calidad de vida. En los pacientes que recibieron
sólo fármacos no se objetivaron mejoras en ninguna de las medidas.
Posibilidades de futuro
El pasado año la revista 'Nature' publicó uno de los resultados más
espectaculares de la técnica: el caso de un paciente que 'despertó' de
un estado casi vegetativo, de 'mínima conciencia' en el que se
encontraba desde hacía seis años. Este estado se caracteriza por fases
intermitentes de conciencia, a diferencia de lo que sería el estado
vegetativo persistente. Gracias al procedimiento, el paciente, un
hombre de 38 años que se hallaba en esta situación como consecuencia de
lesiones cerebrales graves, consiguió tragar alimentos y hablar.
Los investigadores implantaron electrodos que enviaban impulsos
eléctricos al tálamo, zona profunda del cerebro que regula la
consciencia. Los electrodos parten de una especie de marcapasos
implantado en el tórax del paciente, bajo la piel. Según los
investigadores, la técnica podría ser aplicable a pacientes en un
estado similar aunque puntualizan que es un caso aislado y que podría
no ser extrapolable a otros pacientes. Actualmente se está estudiando
la utilidad de la técnica en el tratamiento de otras afecciones como la
cefalea en racimos y en conductas agresivas.
La depresión mayor es otra de las patologías que se está
investigando. Hasta el momento la investigación, que se está realizando
en EE.UU. y la Unión Europea, ha arrojado resultados positivos en el
66% de los casos. La terapia podría ser útil en pacientes con
enfermedad de larga evolución que no se controlan con el tratamiento
farmacológico óptimo.
ESTRUCTURAS DE LA MEMORIA
La memoria se define como la capacidad de almacenar y recuperar
información. Su función primordial es crear una experiencia que nos
permita afrontar los hechos cotidianos y prepararnos para el futuro.
Los recuerdos existen y persisten en tanto que nos resultan útiles, y a
menudo se reemplazan por nuevos recuerdos. No se trata de una única
función que está localizada en un punto concreto del sistema nervioso,
sino que reside en una serie de sistemas interconectados. El
aprendizaje y la memoria son funciones cerebrales que van de la mano, y
en el cerebro hay áreas para ambas que funcionan como una red, en la
cual cada región tiene un papel diferente.
Existen distintos 'tipos' de memoria según su duración y el tipo de
recuerdo almacenado: una memoria inmediata (que dura segundos), a corto
plazo (de minutos a pocas horas) o a largo plazo (de semanas a años).
En función de la naturaleza de los recuerdos se habla de memoria
implícita, que se refiere a sensaciones y habilidades que se recuerdan
de modo inconsciente (olores o sensaciones táctiles), y de memoria
explícita, que implica hechos, personas, lugares o cosas que se
recuerdan mediante un esfuerzo consciente.
Los tipos de memoria se localizan en distintas áreas cerebrales
identificadas gracias a estudios de pacientes a los que se había
extirpado alguna zona cerebral, y a sujetos sometidos a cirugía
cerebral cuya corteza fue estimulada eléctricamente en distintos
puntos. A nivel de los lóbulos temporales cerebrales mediales se
encuentra la memoria a corto plazo. Por este motivo, pacientes con
lesiones a este nivel no recuerdan lo que han comido el mismo día pero,
en cambio, recuerdan con facilidad episodios de su infancia.
Otra área importante es la corteza cerebral, en particular, la zona
prefrontal, con un papel clave en la retención a corto plazo, y una de
las zonas que se deteriora con el envejecimiento. El sistema límbico,
conjunto de estructuras situadas debajo de la corteza cerebral que
comprende el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo, el fórnix y la
amígdala cerebral, está involucrado en el aprendizaje y en la formación
de la memoria corto y a largo plazo. En la enfermedad de Alzheimer se
producen cambios anatomopatológicos que involucran este sistema. Las
personas con deterioro cognitivo leve, considerado como estado
intermedio entre envejecimiento normal y enfermedad Alzheimer, también
muestran reducción de volumen del hipocampo.
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