Hace dos décadas, en España, las personas con temblores incapacitantes encontraron una nueva tabla de salvamento. Se cumplen 20 años de la neuroestimulación cerebral profunda, una técnica que, además de esos primeros pacientes, se aplica en enfermos de Parkinson o con trastornos psiquiátricos, y que consiste en implantar dos electrodos en el cerebro.
En 1988, el doctor Roberto Figueiras, ahora al frente de la unidad
de Neurocirugía Funcional del Hospital Ramón y Cajal (Madrid), estuvo
al frente de la primera operación de este tipo en la sanidad pública
española. "Hasta entonces, la cirugía consistía en realizar lesiones en el núcleo cerebral superexcitado, se le quitaba fuerza y el temblor propio del Parkinson cesaba", explica a elmundo.es.
Tras muchas intervenciones basadas en las citadas lesiones, los expertos focalizaron su atención en la estimulación de las zonas cerebrales. "En 1988 llegaron los primeros 'marcapasos' cerebrales, que permitían una estimulación continua", apunta Figueiras.
La nueva técnica ofrecía varias ventajas: no daña
el sistema nervioso, puede realizarse en ambos hemisferios, es
reversible (tiene sistema de encendido y apagado) y ajustable.
Pero, antes de realizar esa operación, el grupo del Ramón y Cajal se
trasladó a Grenoble, Francia, donde se encontraba el equipo médico
pionero en este campo. "La cirugía era similar a la que realizábamos
con las lesiones", explica Figueiras. La clave está en escuchar el sonido de las neuronas para saber dónde insertar los electrodos.
El primer paciente fue un hombre de 54 años con un temblor incapacitante.
"Se le explicó la técnica y creamos un protocolo exhaustivo de
actuación. La operación duró entre ocho y nueve horas, en comparación
con las cuatro de media actuales, y, a día de hoy, el enfermo se
encuentra bien. Hace poco que vino a consulta", declara el citado
neurocirujano, a quien ahora avalan unas 600 cirugías de esta clase.
La neuroestimulación cerebral profunda (DBS, sus siglas en inglés)
consiste en introducir dos electrodos (uno en cada hemisferio) en la
zona que haya que estimular. Estos dispositivos van conectados a sendas
baterías que se sitúan a la altura del hombre del paciente.
Aplicaciones
La DBS comenzó aplicándose en personas con temblor no parkinsoniano
y luego se extendió al Parkinson, la distonía -un trastorno del
movimiento- y determinados problemas psiquiátricos.
Antes del cerebro, la médula espinal fue el primer
foco de atención de los neurólogos. La estimulación en esta zona sirve
para tratar el dolor crónico. "Se emplea para el dolor oncológico o
postraumático, por ejemplo en las personas que acaban de perder una
pierna y padecen el síndrome del miembro fantasma doloroso", subraya el
doctor Figueiras.
Dependiendo del trastorno, los especialistas sitúan los electrodos en distintas partes del cerebro:
el tálamo, para los temblores; el subtálamo, en el caso del Parkinson.
También el núcleo palidal y la cápsula interna, dependiendo de si se
trata de distonía o de una enfermedad mental, respectivamente. No se
logra la curación total, ya que el paciente tendrá que seguir tomando
tratamiento farmacológico, pero sí una marcada mejoría de los síntomas.
Éste es el caso de Rufino, un ganadero toledano que se sometió a la
operación con 62 años. "El 26 de abril de hace cuatro años", recuerda.
El Parkinson lo retiró del campo y también le había afectado a su
rutina diaria y a su capacidad de habla. "Antes tomaba 12 pastillas y
ahora sólo tres. Además, aunque ya estoy jubilado, he cogido mucha
fuerza en las manos y las piernas, que antes me fallaban", afirma.
"Mi operación duró unas cinco horas. Estuve despierto, sólo me
pusieron anestesia local, y tuve que realizar una serie de ejercicios,
como abrir y cerrar los ojos, mover las manos... Es una intervención dura, pero merece la pena".
Por ejemplos como éste, Roberto Figueiras se lamenta de que la técnica no esté más extendida:
"No se opera ni al 10% de los pacientes a los que se les indicaría". El
miedo a la cirugía o la excesiva tardanza a la hora de remitir el caso
al neurocirujano son algunos de los principales frenos.
Según este mismo experto del servicio de Neurocirugía del citado
hospital madrileño, en el futuro es muy posible que la DBS se centre en
el tratamiento de los pacientes psiquiátricos: "Este
tipo de trastornos van a ocupar un papel muy importante en nuestra
sociedad. Vamos muy deprisa y muchas personas no logran asimilar los
cambios".
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