Un estudio apoya la existencia de un mecanismo fisiopatológico común. Se calcula que el 15% de la población puede sufrir en algún momento de su vida un trastorno de ansiedad. Una aglomeración en el metro, un espacio abierto o la muerte de un ser querido pueden provocar a una persona malestar psicológico, inquietud y miedo, y también la aparición de síntomas fisiológicos como taquicardias, sudoración y tensión muscular.
Los médicos creen, desde hace tiempo, que existe relación entre la
ansiedad y diversas enfermedades orgánicas. Esta percepción se ha
confirmado con los resultados de un trabajo realizado por
investigadores del Instituto de Atención Psiquiátrica del hospital del
Mar de Barcelona y que ha sido publicado en la revista Medicina Clínica del 8 de marzo. Según
este estudio, sufrir agorafobia o pánico, que forman parte de los
trastornos de ansiedad, se asocia con un mayor riesgo de padecer
enfermedades orgánicas como alergia, cardiopatía, hipertensión y
enfermedades osteomusculares. Los investigadores han estudiado a
410 pacientes afectados por diferentes trastornos de ansiedad. "El
trabajo es especialmente interesante por el importante número de
pacientes estudiados y por haberlo hecho en grupos paralelos", dice
Salvador Ros, director del Instituto Europeo de Neurociencias. En este
sentido, los pacientes se dividieron en tres grupos: un grupo de 130
personas diagnosticadas con diferentes tipos de trastornos de ansiedad;
otro con 150 sin antecedentes psiquiátricos y que acudieron a consulta
médica de atención primaria, y un tercer grupo de 130 pacientes que
acudieron a un centro de salud mental por diferentes enfermedades
psiquiátricas, pero sin diagnóstico de trastorno de ansiedad. Comparando
el grupo de los que padecían trastornos de ansiedad con el grupo de
pacientes sin enfermedad psiquiátrica, se observó que los primeros
presentan el doble de cefaleas, 6,1 veces más alergias, 3,6 veces más
enfermedades osteomusculares, el triple de enfermedades cardiacas y 2,1
veces más hipertensión. "Ya no tiene sentido contemplar de forma
separada las enfermedades psiquiátricas y las enfermedades somáticas",
dice Antoni Bulbena, uno de los investigadores. En la actualidad
existen datos que apoyan la existencia de un mecanismo fisiopatológico
común entre los trastornos de ansiedad y las enfermedades somáticas.
"Se ha postulado que existiría un desajuste entre los centros
reguladores del sistema nervioso central. Ante una señal de peligro,
real o imaginada, las neuronas del locus ceruleus, en el
cerebro, provocan una reacción noradrenérgica dando lugar a crisis de
pánico, pero también se activa el sistema de alarma dando lugar a
reacciones fisiológicas comunes. De la misma manera, en sentido
opuesto, señales internas encargadas de mantener el equilibrio entre
diferentes órganos, pueden aumentar la actividad noradrenérgica en el locus ceruleus, dando lugar a los ataques de pánico", explica Juan Carlos Pascual, primer firmante del estudio. Ésta
también sería la explicación más plausible para la existencia de este
mecanismo común, según explica Francisco Collazos, adjunto de
Psiquiatría del hospital Universitario Vall d'Hebrón de Barcelona. "No
se debería minimizar la trascendencia de los trastornos de ansiedad por
esta posible relación con trastornos somáticos", añade Collazos. Recientes
trabajos del equipo de Antonio Bulbena han demostrado que el 70% de los
pacientes con trastornos de ansiedad padecen manifestaciones orgánicas
en la piel y en las articulaciones debido a la presencia de un tipo
concreto de colágeno más laxo y flexible que el normal. A su vez, más
de la mitad de los portadores de esta hiperlaxitud presentan
manifestaciones de ansiedad, desde fobias hasta crisis de pánico. Según
el presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y
el Estrés (SEAS), Antonio Cano, con un estudio longitudinal "veríamos
cómo con el paso del tiempo aparecen esos niveles altos de ansiedad".
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