Una de cal y otra de arena para rimonabant. Un estudio confirma que el fármaco ayuda a perder peso y a controlar algunos factores de riesgo cardiovascular, pero también muestra que no parece ser útil para frenar la progresión de la enfermedad coronaria.
"Son necesarios estudios adicionales para conocer la utilidad del medicamento en el manejo de los problemas de corazón", concluyen los autores de esta investigación, que se publica en el último número de la revista 'Journal of the American Medical Association' (JAMA) y que vuelve a poner de manifiesto que el medicamento, en algunos pacientes, está asociado con importantes efectos neuropsiquiátricos adversos.
La investigación, denominada STRADIVARIUS y dirigida por Steven
Nissen -conocido por ser el autor del estudio que lanzó la voz de
alarma sobre la seguridad de la rosiglitazona- realizó un seguimiento a 839 pacientes procedentes de 112 centros médicos
de Norteamérica, Europa y Austrialia que presentaban varios factores de
riesgo cardiovascular. Tenían una acumulación significativa de grasa en
la zona abdominal (las circunferencias de sus cinturas medían más de 88
cm en el caso de las mujeres y 102 cm en el caso de los hombres) y
necesitaban realizarse una angiografía coronaria, una técnica de imagen
que permite visualizar el interior de las arterias.
Los pacientes fueron divididos en dos grupos: el primero de ellos recibió un tratamiento diario de 20 mg de rimonabant durante 18 meses,
mientras que el otro consumió un placebo durante ese periodo. Se
realizó un chequeo, que incluía una prueba de imagen de sus arterias
coronarias, a cada individuo a los 3, 6, 12 y 18 meses del inicio de la
investigación.
Las promesas, aún en el aire
El objetivo de los investigadores era comprobar si la administración
de rimonabant contribuía a reducir la progresión de la aterosclerosis,
es decir la obstrucción de las arterias que riegan el corazón.
Los resultados de su trabajo, que también se han presentado estos
días en el Congreso de la Asociación Americana de Cardiólogos, pusieron
de manifiesto que, comparados con el resto de participantes, los
pacientes que tomaban rimonabant habían perdido más peso y reducido en mayor medida el tamaño de sus cinturas.
Además, también eran mejores sus niveles de colesterol HDL o "bueno",
triglicéridos, de proteína C reactiva y hemoglobina glicada,
consideradas estas dos últimas como nuevas medidas útiles para evaluar
el riesgo cardiovascular.
Sin embargo, no se mostraron diferencias significativas en las
cifras de tensión arterial, ni los niveles de LDL o "colesterol malo"
entre ambos grupos.
Durante el seguimiento, 46 personas que se estaban tratando con
rimonabant sufrieron un episodio cardiaco grave. Dentro del grupo de
los individuos que tomaban placebo el número de incidencias fue
similar: 44.
"La administración de 20 mg diarios de rimonabant durante 18
meses no reduce significativamente la tasa de progresión de la
enfermedad coronaria en función de un cambio en el volumen de
la placa de ateroma", explican los autores en su estudio, quienes
midieron, en primer lugar, el volumen porcentual de ateroma.
Sin embargo, y tras aplicar un segundo análisis matemático, los
investigadores observaron efectos beneficiosos sobre el grosor de la
placa de ateroma de los pacientes que tomaban rimonabant, si bien
insisten en que las diferencias siguen siendo significativas entre
ambos grupos.
"Este dato podría ser útil pero requiere posteriores estudios para
confirmar un efecto antiaterosclerótico", señalan los autores, quienes
remarcan que el fármaco sigue "albergando esperanzas" de ser útil para
el tratamiento de la enfermedad coronaria.
Efectos psíquiátricos adversos
Dado que otros trabajos ya habían relacionado la ingesta de
rimonabant con efectos psiquiátricos adversos, los investigadores no
excluyeron de forma deliberada de la muestra analizada a personas que
habían padecido problemas mentales.
Y su trabajo corroboró la asociación. Un 43,4% de los pacientes
tratados con rimonabant sufrió algún tipo de trastorno depresivo o
ansioso, mientras que sólo un 28,4 de los individuos que tomaron
placebo padeció algún episodio de este tipo.
También los problemas gastrointestinales fueron más comunes entre
los participantes que tomaban el medicamento de Sanofi. "Nuestros
hallazgos confirman que el tratamiento con rimonabant incrementa los
efectos adversos del tracto gastrointestinal, así como los
psiquiátricos, especialmente ansiedad, depresión y náuseas", comentan
los autores.
En un editorial que acompaña a este trabajo en 'JAMA', los
cardiólogos estadounidenses John Rumsfeld y Brahmajee K. Nallamothu
destacan, por un lado, que la efectividad de la técnica de imagen
utilizada por los investigadores, un examen realizado mediante
ultrasonidos intravasculares, para evaluar el estado real de las
arterias y la progresión de la enfermedad coronaria aún está por probar
definitivamente, por lo que sus resultados no son completamente
concluyentes.
Además, hacen especial hincapié en la "alarmante tasa de efectos psiquiátricos adversos"
detectada entre los pacientes que tomaban rimonabant. Según estos
expertos, este dato debería hacer reflexionar a los profesionales
sanitarios. "Dada la conocida correlación entre obesidad y los
problemas psiquiátricos -evidenciada por la alta prevalencia de
ansiedad y depresión en el grupo placebo- el potencial de una
medicación que se dirige a la pérdida de peso y causa depresión es
preocupante", remarcan. Además, reclaman esperar a los resultados de
estudios más amplios, como CRESCENDO, antes de sacar una conclusión
definitiva sobre el fármaco.
La FDA, el organismo que regula los medicamentos en EEUU, rechazó la
aprobación de rimonabant el año pasado a causa de los efectos adversos
neuropsiquiátricos detectados. Sin embargo, las autoridades europeas sí
han aprobado el fármaco antiobesidad, comercializado por Sanofi-Aventis
bajo el nombre de Acomplia, concluyendo que sus beneficios superan a sus riesgos, excepto en personas que padezcan o hayan padecido problemas mentales.
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