Entre el 10% y el 15% de los diabéticos son incapaces de advertir las caídas bruscas de azúcar en sangre y sufren hipoglucemias que pueden ser graves.
Si esta mañana usted ha salido corriendo de su casa sin haber
desayunado, con apenas el recuerdo de una cena frugal despachada la
noche anterior, tal vez la concentración de glucosa en su sangre esté
bajando mientras lee este reportaje. Pero no se alarme. Su organismo ya
habrá puesto en marcha una cadena de reacciones fisiológicas para
remediar su negligencia y evitar que el cerebro se quede sin
combustible. Algunos diabéticos que dependen de la inyección de
insulina no disfrutan de esa protección. Son insensibles a los avisos
del organismo ante el descenso pronunciado de azúcar en sangre y, por
tanto, propensos a sufrir hipoglucemias graves que ponen en peligro su
salud e, incluso, su vida. Son las conocidas como hipoglucemias
inadvertidas.
Si volvemos al cuerpo en ayunas del lector veremos que, de momento,
las células beta de su páncreas van a suspender la producción de
insulina para evitar que metabolice rápidamente el azúcar que aún
circula por sus vasos sanguíneos. Además, las células alfa de ese mismo
órgano comenzarán a secretar glucagón, una hormona que extrae las
reservas de glucosa almacenadas en el hígado en forma de glucógeno. Y,
por último, su cerebro va a ordenar que se secreten las hormonas del
estrés (adrenalina, noradrenalina, cortisol y hormona del crecimiento)
para darle señales de alarma, abrirle el apetito y obligarle a tomar,
al fin, un almuerzo.
El 2% de las muertes en diabéticos tipo 1 es atribuible a una hipoglucemia
Lo único que puede hacer un diabético cuando desciende su azúcar es
comer Los síntomas de alarma se reducen si las hipoglucemias son
frecuentes
| Si usted fuera diabético insulinodependiente
la historia quizá sería otra. Básicamente, su páncreas no podría dejar
de producir insulina porque ya lo hizo hace años. Dependería de las
inyecciones exógenas de esta hormona, y si usted se la pinchó hace unos
minutos, ahora ya nada va a poder limitar su efecto.Ése es el
motivo por el que muchos diabéticos sufren hipoglucemias con una
frecuencia alta. Lo único que pueden hacer es comer algo que les eleve
rápidamente la concentración de glucosa en sangre, y lo hacen
normalmente espoleados por una serie de síntomas (mayor apetito,
sudoración, temblores, nerviosismo, mareo, debilidad) que se
desencadenan cuando la glucosa desciende por debajo de 55 miligramos
por decilitro de sangre. "Cifras menores de 55 no pueden mantener la
función cerebral adecuadamente", señala Alfonso López Alba, del
Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de Canarias. Algunos
diabéticos, sin embargo, son insensibles a estos síntomas. La glucosa
en sangre desciende sin que ninguna señal de aviso perceptible se
encienda en su cuerpo. Al no ser conscientes de la necesidad de atajar
la incipiente hipoglucemia, están expuestos a sufrir caídas en picado
de su concentración de azúcar y, con ello, progresivamente, cambios en
el comportamiento, agresividad, pérdida de consciencia, daños
irreparables en su cerebro e, incluso, la muerte. Las
posibilidades de que eso ocurra no son pocas, aunque existen
estrategias para evitarlo. La hipoglucemia es un fenómeno muy frecuente
en la vida de los diabéticos, especialmente en la de aquellos que optan
por seguir un régimen muy estricto con múltiples inyecciones de
insulina para mantener la concentración de glucosa lo más cercana
posible a la de una persona sana y así evitar las complicaciones
crónicas de la diabetes. Algunos estudios han señalado que los
diabéticos insulinodependientes se encuentran por debajo de los 55
miligramos de glucosa por decilitro de sangre hasta el 10% del tiempo.
Sufren una media de dos episodios de hipoglucemia sintomática a la
semana y uno de hipoglucemia grave al año. De hecho, el 2% de muertes
en diabéticos tipo 1 es atribuible a la hipoglucemia. Esta
frecuencia de descensos de la concentración de azúcar es precisamente
el principal factor que juega en contra de los diabéticos insensibles a
los síntomas de la hipoglucemia. "Cuando una persona está habituada a
tener hipoglucemias porque las tiene de manera muy frecuente, el
organismo se acostumbra a estar en esta situación y, entonces,
disminuyen los síntomas de alarma", explica Alfonso López Alba,
coordinador del grupo de trabajo sobre costes y complicaciones en la
Sociedad Española de Diabetes. La solución para el paciente
diabético con hipoglucemia inadvertida pasa por realizar con más
frecuencia autocontroles de glucosa en sangre capilar para suplir así
la falta de sensibilidad a los síntomas típicos del descenso de las
concentraciones de glucosa en sangre.
El fenómeno de la habituación
Una investigación publicada el año pasado en la revista Diabetes,
de la Asociación Americana de Diabetes, por investigadores del King's
College de Londres, daba una explicación neurológica al fenómeno de
habituación de los diabéticos a las frecuentes hipoglucemias. Según
este estudio, sería un fallo en la respuesta de la amígdala y el córtex
orbitofrontal del cerebro ante el descenso de la glucosa lo que podría
sugerir la existencia de un fenómeno de habituación de las funciones de
regulación de la conducta que dé lugar a la hipoglucemia inadvertida. De
hecho, algunos estudios han apoyado esta hipótesis al demostrar que si
se consiguen evitar las hipoglucemias de forma escrupulosa durante tan
sólo dos o tres semanas, se revierte la pérdida de sensibilidad a los
síntomas de la hipoglucemia. Pero Alfonso López Alba, de la
Sociedad Española de Diabetes, recuerda que esta evidencia no debe
llevar a los pacientes a relajar el estricto control glucémico para
evitar las hipoglucemias porque las cifras de azúcar elevadas de forma
sostenida pueden conducir a "gravísimas complicaciones crónicas". Una
de esas complicaciones, la neuropatía diabética (daño en el sistema
nervioso), puede estar detrás de algunos casos de hipoglucemias
inadvertidas. "La presencia de una neuropatía del sistema nervioso
autónomo en las personas con diabetes puede disminuir las respuestas
orgánicas ante el estrés en general y la hipoglucemia en particular,
incrementando sus riesgos y severidad", explica López Alba.
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