Se sabía que los problemas olfativos podían estar relacionados con la enfermedad de Parkinson y ahora un estudio demostró que la pérdida del olfato precedería varios años el surgimiento de los síntomas clínicos del mal neurológico.
El hallazgo fue publicado en la revista Annals of
Neurology. "El control olfativo podría ayudar en la detección temprana
de la enfermedad de Parkinson antes de que sean evidentes los
signos motrices típicos", dijo a Reuters Health el director del
estudio, el doctor G. Webster Ross. El equipo de Ross, del Sistema de Atención Médica de las
Islas del Pacífico, en Honolulu, evaluó los datos de pruebas
estándar de identificación de olores realizadas a 2.267 hombres
de ancestros japoneses que participaban de un estudio sobre
envejecimiento. Todos estaban libres de Parkinson y demencia al momento de
realizar las pruebas. La edad promedio al inicio de la
investigación era de 80 años y los participantes fueron
seguidos por hasta ocho años. Durante el seguimiento, 35 hombres fueron diagnosticados
con la enfermedad de Parkinson, lo que arrojó una incidencia de
24,6 casos por cada 10.000 personas al año. El lapso promedio hasta el diagnóstico fue de cuatro años y
la edad promedio, 83 años. Después de tener en cuenta la posible influencia de la
edad, la incidencia del Parkinson fue de 8,4 por cada 10.000
personas al año entre quienes tenían los registros olfativos
más altos y de 54,5 por cada 10.0000 personas anual entre los
que presentaban las peores calificaciones. Luego de los ajustes por otros factores que generan
confusión, los varones con los menores registros de
reconocimiento olfativo tenían 5,2 veces más posibilidades de
desarrollar enfermedad de Parkinson, comparado con los
participantes con las calificaciones más elevadas. Los investigadores concluyeron que un sentido del olfato
dañado "sería una herramienta de control útil para detectar a
las personas en riesgo de desarrollar enfermedad de Parkinson
en la vejez". Esto "se volverá muy importante cuando haya intervenciones
disponibles para detener o desacelerar el avance" del
Parkinson, finalizó Ross. FUENTE: Annals of Neurology, febrero del 2008
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