Desde que Muhammad Ali desarrolló los primeros síntomas de Parkinson a los 40 años, se difundió la relación entre boxeo y enfermedad mental. Sin embargo, un estudio exhaustivo pone en duda esta unión.
Tal vez el boxeo sea menos peligroso de lo
que en principio se había pensado. Así opinan investigadores alemanes
que han realizado resonancias magnéticas de alta definición a un grupo
de 42 púgiles y 37 no boxeadores. Este análisis ha mostrado que, aunque
en algunos deportistas han aparecido pequeños daños, su proporción no
es significativamente relevante.
El trabajo, que ha sido
realizado por el Departamento de Neurología de la Universidad de
Heidelberg, se publica en el último número de American Journal of Neuroradiology.
Los investigadores tan sólo encontraron microhemorragias en el cerebro
en tres casos, una proporción escasa. Éstas lesiones pueden ser
precursoras de otros daños más graves, como el inicio de Parkinson o
demencia pugilística.
Golpes
En un combate
de boxeo, los golpes a la cabeza a gran velocidad originan movimientos
bruscos entre diferentes tejidos del cerebro.
"Estas pequeñas
microlesiones pueden ser detectadas sólo con resonancia magnética de
alta definición de tres teslas", ha explicado Stefan Hähnel, jefe de la
División de Neurorradiología del Centro Médico de la Universidad de
Heidelberg. "Las microhemorragias pueden llevar a la destrucción de las
células del cerebro, lo que si se generaliza, da lugar a Parkinson. Las
lesiones que hemos encontrado en nuestro estudio se han localizado en
los lóbulos frontales y temporales, donde la fuerza del flujo sanguíneo
es más fuerte".
Aunque se apreciaron lesiones en tres
deportistas, su número es escaso para ser estadísticamente
significativo, por lo que no se puede confirmar que el boxeo sea una
actividad de alto riesgo de origen de estas lesiones.
No
obstante, los autores creen que una de las desventajas del estudio es
la gran variedad de los boxeadores estudiados, ya que la experiencia de
algunos era escasa, mientras que otros llevaban practicando este
deporte 25 años. La intensidad es también dispar: algunos púgiles
apenas habían realizado combates, mientras que otros superaban los 300,
con hasta 12 knockouts. Aunque los autores han encontrado más
lesiones entre los veteranos, creen que son necesarios análisis con un
número mayor de boxeadores para verificar si estas microlesiones son
verdaderamente tan poco comunes.
Un impacto central causa en la
cabeza aceleración lineal que reduce la distancia entre el encéfalo y
el interior del cráneo y aumenta la presión intracraneal. En golpes
directos desde los laterales se puede producir una hiperextensión del
cuello; por su parte, en los oblicuos se combina una aceleración lineal
y otra rotativa de la cabeza, lo que provoca una distensión de las
venas entre el encéfalo y el seno longitudinal superior.
Deshidratación
Si
el cerebro se mueve más dentro del cráneo, los problemas se
incrementan. Este hecho sucede con mayor gravedad en púgiles
deshidratados. Existen deportes, como el judo, la lucha o el boxeo en
los que el peso determina en qué categoría compite un deportista. Este
hecho hace que todos intenten competir con el máximo peso permitido.
Para conseguirlo entrenan habitualmente con un peso mayor y antes de
que comience la competición intentan perderlo rápidamente, bajando
cinco o seis kilos en pocos días.
Para conseguirlo realizan
dietas con restricción calórica severa, ayuno y deshidratación
(mediante la disminución de líquidos y exposición a ambientes calurosos
y húmedos, como la sauna).
La deshidratación severa provoca que
haya menos líquido dentro del cráneo, aumentando la distancia entre el
cerebro y el las paredes craneales. Ante un golpe de alta velocidad, el
cerebro se mueve dentro con mayor violencia causando lesiones más
graves.
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