La contaminación acústica puede provocar diversos efectos tanto a nivel fisiológico como psíquico. A los dolores de cabeza, taquicardias y trastornos del sueño se suman serios daños a la salud auditiva que pueden ser irreversibles.
La contaminación es un tema siempre
presente en las grandes ciudades. En Chile, cada vez que se acerca el
invierno comienzan los días de preemergencia y restricciones
vehiculares. Sin embargo, otro tipo de contaminación, que puede
acarrear efectos tanto o más adversos, pareciera pasar desapercibida.
Es la contaminación acústica.
La contaminación acústica se ha
reconocido internacionalmente como la más común y barata de producir,
además de ser un fenómeno que va en aumento con el gradual crecimiento
de las ciudades. Así, éstas se van convirtiendo en los centros
acústicamente más afectados, lugares que también concentran a la mayor
cantidad de población, situación que incrementa la cantidad de personas
expuestas a niveles de ruido dañinos y que presentan molestias por
estas causa.
Las fuentes de ruido en una ciudad son
innumerables. Equipos electrónicos de las casas particulares, fábricas,
talleres, lugares de entretención, vehículos motorizados con escape
libre, mal uso de la bocina, ruidos de la calle, construcción de casas
y edificios, aeropuertos, entre otras.
Estos ruidos
lógicamente provocan contaminación ambiental, y en el hombre pueden
ocasionar desde molestias a daños más serios. Según la CONAMA, la
primera fuente de contaminación acústica es el tránsito vehicular. Este
ocupa el 70%. El 30% restante lo constituyen las llamadas fuentes
fijas, es decir, las industrias, talleres, centros de recreación,
actividad de construcción, etc. Mientras que los agentes de menor
impacto son aquellos de ocurrencia esporádica como: gritos de los niños
que juegan en calles y parques, conciertos al aire libre, ferias y
vendedores callejeros, sonidos de animales domésticos, fuegos
artificiales, etc.
El Transantiago debía ser uno de los
principales contribuyentes a la disminución de contaminación acústica.
La flota de buses disminuiría en un 20%, contarían con tecnologías más
estrictas en las emisiones de los motores y circularían vehículos con
tecnologías más limpias. Sin embargo, el mal funcionamiento del plan ha
llevado a que más autos salgan a las calles lo que, a su vez, aumenta
la contaminación acústica.
Efectos de la contaminación acústicaLa
exposición a niveles de ruido intenso durante un período de tiempo
significativo, da lugar a pérdidas de audición, que si en un principio
son recuperables cuando el ruido cesa, con el tiempo pueden llegar a
hacerse irreversibles, convirtiéndose en sordera.
El mismo
efecto puede tener la exposición a niveles de ruido de mediana
intensidad, pero con una prolongación mayor en el tiempo. Aquí se
destaca también el uso constante de los reproductores de música
portátiles a un volumen poco prudente.
“Después de una
exposición constante a ruidos, se dañan las células ciliadas de la
cóclea. Se genera pérdida de audición y las personas sienten un zumbido
constante en el oído. Así empieza a bajar el umbral de audción de las
personas y cada vez se va necesitando aumentar la intensidad del ruido
para que la persona pueda escuchar”, explica el otorrino laringólogo de
la Universidad de Chile, Dr. Ernesto Ried.
El ruido es además,
un factor de riesgo para la salud de los niños y repercute
negativamente en su aprendizaje. Educados en un ambiente ruidoso se
convierten en menos atentos a las señales acústicas y sufren
perturbaciones en su capacidad de escuchar y un retraso en el
aprendizaje de la lectura, dificultando la comunicación verbal,
favoreciendo el aislamiento y la poca sociabilidad.
Además, la contaminación acústica tiene efectos síquicos, como trastornos en el sueño, la conducta, la memoria y la atención.
Recomendaciones para disminuir la contaminación acústicaEl
Dr. Ried, otorrinolaringólogo de la Universidad de Chile, entrega
algunas recomendaciones para disminuir la producción de ruidos que
habitualmente contribuyen a la contaminación acústica.
“En la
calle es más difícil reducir el nivel de ruido, por lo que es
recomendable el uso de tapones y protectores para evitar traumas
acústicos. Los protectores se usan sobre todo en las fábricas para que
el personal que ahí trabaja se proteja de la exposición constante”,
explicó el profesional.
En otros países, como España, por
ejemplo, están aplicando algunas medidas para atajar el problema del
ruido. Algunas de las estrategias llevadas a cabo en Madrid son revisar
los vehículos, reasfaltar las calles más transitadas con un pavimento
antirruido e incluso insonorizar los tachos de la basura que son
metálicos. En Valencia, por su parte, están trasladando los bares fuera
del centro.
Los Problemas Empiezan AntesLos
daños causados por los altos decibeles actuales generan una pérdida
auditiva antes que aparezcan los problemas de audición propios del
envejecimiento natural.
“Se calcula que en unos 10 años más,
la capacidad auditiva empezará a decrecer fuertemente a partir de los
45 años y no de los 55 como ocurre hoy. Lo grave es que esto conlleva
problemas que afectan la calidad de vida de las personas y puede
acarrear incluso síntomas de aislamiento social si no se trata
adecuadamente“, dijo Luis Ortega, fonoaudiólogo de la Universidad de
Chile y de los centros auditivos Gaes.
La experiencia de Gaes en
salud auditiva a nivel mundial dice que la tendencia es que gente de 50
años o menos ya está teniendo dificultades para oír. “Este ya no es un
problema sólo de la tercera edad”, explicó Ortega.
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