Los nevus melanocíticos congénitos son una de las afecciones dermatológicas más comunes en el recién nacido. Una vigilancia periódica es suficiente para las lesiones de menor tamaño, pero a partir de los 10 centímetros incrementa el riesgo de degeneración en melanoma, por lo que el control dermatológico específico es imprescindible.
La mayoría de las dermatosis del recién nacido son benignas, como la
pustulosis neonatal y el exantema súbito; estas lesiones hablan de la
inmadurez del niño y suelen remitir con el tiempo. Pero también existen
otras malformaciones que pueden ocultar lesiones internas que
comprometen la vida del neonato: algo tan nimio como una alteración en
el trago del pabellón auditivo puede estar indicando una malformación
en los riñones. En el caso de las manchas en la piel existe la
posibilidad de que se asocien a anomalías del sistema inmune y del
hematológico, entre otros. Mercedes García Rodríguez, jefa del Servicio
de Dermatología del Hospital Príncipe de Asturias, en Alcalá de Henares
(Madrid), dirige un curso sobre dermatosis en la gestación y el recién
nacido que se celebra esta semana y en el que se han abordado estas y
otras afecciones dermatológicas en este tipo de pacientes.
Dentro
de las manchas rojas, una de las más frecuentes son los hemangiomas
simples, que popularmente se conocen como antojos en forma de fresa, y
que suelen experimentar una involución espontánea a los pocos años.
"Sin embargo, existen otros hemangiomas más graves, que llegan a cubrir
parte de la cara y pueden presentar alteraciones en el sistema
nervioso, cursando incluso con epilepsia y trastornos en el desarrollo
psicomotor del niño".
Los nevus melanocíticos congénitos
requieren cierto grado de vigilancia, pues todos ellos plantean un
riesgo de degenerar en melanoma, aunque sea pequeño. De ahí que la
vigilancia deba reforzarse cuando aparece un nevus congénito gigante.
"Cuando son muy grandes, aparte del problema estético que causan,
pueden dar lugar a una melanosis neurocutánea y generar melanocitos
aberrantes formando nidos en las meninges y en el sistema nervioso
central". Los nevus congénitos pequeños son relativamente comunes (uno
de cada 500 recién nacidos), pero suele bastar con el control del
pediatra; no obstante, los grandes (mayores de diez centímetros) ya
requieren el control del especialista durante toda la infancia y en
algunos casos, dependiendo de la evolución, se puede valorar su
resección, aunque la especialista destaca que hay que estudiar bien
cada caso, pues se trata de una operación muy compleja y molesta para
el pequeño, que precisa de varias intervenciones para reinjertar piel.
En el embarazoLos
eccemas y el prurito son las dermatosis más frecuentes entre las
embarazadas; en un 50 por ciento se concentran durante el primer y
tercer trimestre, y se localizan sobre todo en abdomen, brazos y
piernas. El principal problema en el manejo de estas pacientes es la
limitación de la farmacopea. Según García, "cada vez tenemos más
experiencia con los fármacos en el embarazo, aunque inicialmente
intentamos controlar las dermatosis con abordaje tópico. No obstante,
si los síntomas son notables, podemos recurrir también a determinados
antihistamínicos orales e incluso a corticoides, siempre y cuando éstos
se apliquen en dosis moderadas".
De carácter más grave es la
erupción urticarial de pápulas pruriginosas, una afección que aparece
en una de cada 150 gestantes, sobre todo en el último trimestre, y que
se manifiesta con habones y lesiones más pequeñas de intenso picor.
"Suelen aparecer en un periodo cercano al parto, por lo que se ha
relacionado con el envejecimiento placentario, aunque esta hipótesis no
se ha confirmado. De hecho, hay otra afección más rara (que ocurre en
uno de cada 5.000 embarazos), la penfigoide gestacional, que si se
produce en un embarazo reaparece en sucesivas gestaciones; sin embargo,
no es el caso de la erupción pruriginosa y papulosa gestacional: aunque
se haya producido en un embarazo no tiene por qué aparecer en el
siguiente".
La causa de ambas dermatosis es desconocida, pero su
vinculación con la gestación, así como la posibilidad de recidivas tras
el parto e incluso con la toma de contraceptivos, sugieren un origen
hormonal. "En el caso del penfigoide se sabe que influye un
autoantígeno, una estructura propia de la piel contra la que el
organismo reacciona dando lugar a las lesiones". Los antihistamínicos
orales, corticoides tópicos y medidas básicas de hidratación e higiene
son los tratamientos indicados en la erupción urticarial de la
gestación, pero si la mujer se encuentra muy afectada y la fecha
prevista del nacimiento está cercana, se valora la inducción del parto.
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