Los productos de peluquería para teñir el cabello se habían asociado
hasta ahora al asma ocupacional. Un nuevo análisis ha desvelado que los
tintes utilizados antes de 1980 elevan el riesgo de linfomas no
Hodgkin, según un estudio en American Journal of Epidemiology.
Los tintes de peluquería que se utilizaban previamente a 1980 se han
asociado con un mayor riesgo de linfomas no Hodgkin, según Silvia de
Sanjosé, jefa de la Unidad de Infecciones y Cáncer del Instituto
Catalán de Oncología (ICO).
American Journal of Epidemiology
publica este resultado, fruto de un trabajo derivado del EpiLymph, un
amplio proyecto de investigación que ha seguido a 600 pacientes
diagnosticados de linfoma y 600 controles, ha explicado De Sanjosé,
segunda firmante del artículo.
Los tintes de peluquería previos
a la década de 1980 contenían numerosas sustancias carcinogénicas que
se eliminaron a mediados de los años setenta, al instaurarse un control
más estricto. La Agencia Internacional de Investigación en Cáncer
(IARC) ha señalado que tienen riesgo de desarrollarlo los peluqueros
profesionales que los utilizaron antes de los años ochenta, así como
los barberos que tocaban la brillantina de aquel entonces con las manos
y que tenían más riesgo de padecer cáncer de vejiga.
A pesar de
estos resultados, la controversia persiste: un estudio en Lancet
Oncology ha advertido recientemente de que aún no hay evidencias de que
los tintes tengan efectos carcinogénicos, ha expuesto De Sanjosé.
Junto
al trabajo sobre tintes de peluquería en American Journal of
Epidemiology, el EpiLymph ha permitido producir cuatro estudios en lo
que llevamos de año y 27 publicaciones a lo largo de la última década.
Además, ha contribuido a generar un consorcio de investigación de
ámbito internacional, unificar las bases de datos de Estados Unidos,
Canadá y Europa, y consolidar los resultados de investigación de estos
países.
Gracias a los estudios surgidos del EpiLymph, se han
identificado otros muchos factores que conducen al desarrollo de
linfomas, como el virus de la hepatitis C (VHC). La primera pista sobre
la posible relación entre VHC y linfomas la dio un grupo italiano en
1994.
De Sanjosé ha destacado que el empeño del ICO en promover
la investigación en este sentido condujo a las evidencias actuales. Hoy
se sabe que los pacientes con VHC tienen el doble de riesgo que la
población general de desarrollar linfoma.
A la clínicaDe
Sanjosé también ha destacado que el hallazgo se ha traducido en la
clínica, ya que tratar el VHC mejora la evolución de los linfomas e,
incluso, éstos pueden desaparecer, según un reciente estudio en The New
England Journal of Medicine.
Tras este resultado, también se está analizando si existe una relación entre el virus de la hepatitis B y los linfomas.
En
cuanto a otros factores que pueden favorecer su desarrollo, figuran el
tabaquismo, la obesidad, el virus de Epstein-Barr y, según otro estudio
publicado este año en Blood, se ha confirmado la influencia de diversas
enfermedades autoinmunes.
(American Journal of Epidemiology 2008; DOI: 10.1093/aje/kwn058).
Factores protectoresLos
estudios de EpiLymph no sólo han permitido descubrir los factores que
predisponen al desarrollo de distintos tipos de linfomas, sino también
factores protectores de esta enfermedad oncológica.
Entre ellos
figuran curiosamente el asma y la exposición acumulada al sol. Este
último hallazgo es fruto de un estudio australiano que permitió
constatar que la exposición solar mantenida -que es un factor de riesgo
conocido para el melanoma- tiene en contrapartida efectos beneficiosos
en la prevención de linfomas, ha explicado Silvia de Sanjosé. Se
sospecha que el mecanismo por el cual la exposición al sol tiene un
efecto protector se relaciona con el metabolismo de la vitamina B,
según la investigadora. Además, su grupo ha iniciado un estudio,
gracias a una beca FIS, sobre el uso de medicación crónica con
estatinas, ya que favorecen la apoptosis, mecanismo que protege del
cáncer, y que se ha visto tanto en el caso de linfomas como en cáncer
de colon.
Los linfomas de BurkittEl linfoma
de Burkitt está ligado al virus de Epstein-Barr en su forma africana,
donde es muy frecuente, sobre todo en el África tropical, endémica en
malaria. Entre los factores que lo favorecen podría encontrarse una
planta muy común en el continente africano: la Euphorbia tirucalli.
Aunque faltan evidencias que lo confirmen, se sospecha que este arbusto
podría estar relacionado con casos de linfoma de Burkitt. Muchos de los
afectados son niños, a los que habitualmente primero se les suele
diagnosticar un flemón y, si no se establece el diagnóstico
diferencial, puede evolucionar de forma muy agresiva, según Silvia De
Sanjosé. Estos linfomas de Burkitt pueden curarse con tres sesiones de
quimioterapia.
Sin embargo, lamentablemente no está al alcance
de todos los niños, ya que no todos ellos pueden acudir tres veces a
los hospitales que la administran, debido a las largas distancias que
deben recorrer en África.
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