Cada año la misma historia: alguien de la familia cae enfermo de gripe.
A pesar de que cada seis meses, expertos de la Organización Mundial de
la Salud (OMS) se reúnen para seleccionar las cepas que deben contener
la vacuna, anualmente mueren entre 250.000 y 500.000 personas por esta infección.
Un estudio, publicado en la revista 'Science' y que ofrece datos sobre
el origen de estas epidemias en todo el mundo, podría servir para
desarrollar una vacuna más eficaz y controlar mejor la enfermedad.
En los países del Este y del Sur de Asia, ahí es donde parece estar
el origen de las infecciones de gripe que se dan cada año en cualquier
rincón del mundo. Y de esa parte del planeta las cepas del virus se
diseminan primero por Norteamérica y Europa, y luego se dirigen a
Sudamérica.
Esa es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores de Europa, Australia, Japón y Estados Unidos tras examinar 13.000 muestras de la cepa H3N2 del virus influenza A,
el responsable de la gripe, por el Grupo de Vigilancia Mundial de esta
enfermedad de la OMS, recogidas entre 2002 y 2007 en seis continentes.
Este subtipo de influenza es actualmente el que origina el mayor número
de infecciones y muertes en todo el mundo.
En busca de una pista en el genoma
Los científicos compararon las diferencias existentes en una parte
del genoma del virus de todas las muestras analizadas. Se trataba de
buscar si los segmentos genéticos que producen la hemaglutinina, una
proteína que se encuentra en la superficie viral y que es la que
desencadena toda la respuesta inmune, presentaban rasgos comunes o
pequeñas alteraciones que dieran una pista sobre su origen.
Este análisis ha arrojado algunas respuestas a las incertidumbres
que actualmente existen sobre la oleada de casos de gripe común que
afecta a la mayoría de los países de todo el mundo cada año. Por un
lado se duda de si las epidemias son la consecuencia de un reducto de
los virus de las epidemias de años previos o si se deben a la
diseminación de la enfermedad desde otro país. Y si es migratorio, cuál
es el mapa de ruta de la infección.
La respuesta a la primera duda la han podido encontrar al estudiar
52 cepas de Oceanía (principalmente Australia y Nueva Zelanda), Estados
Unidos y Japón obtenidas entre 2002 y 2006. Ninguno de estos virus eran
más similares a los responsables de epidemias locales previas que los
virus circulantes externamente. Además, después de construir un árbol
filogenético de la hemaglutinina, una especie de ruta histórica del
microorganismo y su diversificación, se evidenció que las variantes de
otros países tenían más aspectos en común que las propias de cada zona
correspondientes a otros años. "El virus de la gripe constantemente
muta, ése es el mayor reto de salud pública al igual que un fascinante
ejemplo de la evolución en acción. Este estudio aumenta nuestro conocimiento en cómo las nuevas cepas se diseminan por todo el mundo y cómo las epidemias aumentan", explica Katrina Kelner, subdirectora científica de la revista 'Science'.
Distintas teorías
La investigación también pudo descartar algunas teorías sobre dónde
se produce el origen de los brotes. Ni en la zona tropical ni del sur
al norte, parece que las nuevas variantes de la gripe se detectan a
veces por primera vez en China y en muchas otras ocasiones en el Este o
en el Sur de Asia. Desde ahí y, de seis a nueve meses después, aparece
en Europa y América del Norte, y pasados otros tantos meses llega a
Sudamérica.
¿El motivo de ese patrón de viaje? La respuesta parece que hay que
buscarla en la escasa conexión de viajes entre Sudamérica y los países
asiáticos. En cambio, las rutas aéreas y comerciales entre el
Viejo Continente y América del Sur y del Norte facilitan que la
dirección de las infecciones sea más directa y eficaz.
"El último propósito de este trabajo es aumentar nuestra capacidad
para predecir la evolución del virus influenza [y poder desarrollar
vacunas más eficaces]. Este estudio es un paso en el camino y subraya
la importancia de las actuales colaboraciones y vigilancia en el Este y
Sur de Asia, y la necesidad de aumentar este tipo de cooperaciones en
el futuro", concluye Derek Smith, de la Universidad de Cambridge y uno
de los autores de la investigación.
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