Según afirma Joy Lawn, pediatra y epidemióloga perinatal de
nacionalidad británica en una entrevista publicada en la última edición
del Boletín de la OMS, cada año mueren de forma invisible cuatro
millones de neonatos. Muchos de ellos, en los primeros días de vida,
sin haber recibido un nombre y sin partida de nacimiento.
Entrevista con Joy Lawn sobre la mortalidad mundial oculta de los neonatos.
Joy Lawn es pediatra y epidemióloga perinatal, nació en África y
tiene ciudadanía británica. Trabaja en Sudáfrica como asesora superior
en materia de investigaciones políticas del programa Saving Newborn
Lives, de Save the Children - USA. Recibió el título de médica en 1990
en el Reino Unido y ha trabajado en varios países africanos prestando
servicios de neonatología e impartiendo capacitación en esa materia.
Pasó a trabajar en la esfera de la salud pública en el centro
colaborador de la OMS sobre salud reproductiva que forma parte de los
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, de Atlanta
(Estados Unidos de América) (1998-2001), y luego en el Institute of
Child Health, en el Reino Unido (2001-2004).
Para mejorar la supervivencia neonatal se requieren más fondos,
sostiene Joy Lawn. Pero, ¿cómo se puede establecer una colaboración
eficaz entre asociados, países y donantes dispares?
P:
Usted y sus colegas produjeron en 2005 la serie sobre neonatología de
The Lancet, que contribuyó a señalar a la atención mundial la
mortalidad anual de cuatro millones de neonatos. ¿Por qué habían
permanecido esas defunciones invisibles hasta entonces?
R: Pese a que la cifra es enorme, la mortalidad neonatal era y en
cierta medida sigue siendo invisible en muchos niveles, desde los
hogares de los pobres, donde ocurre la mayor parte de esas defunciones,
hasta las altas esferas de poder. Más de los dos terceras partes de
esos cuatro millones de neonatos mueren en el África subsahariana y el
Asia meridional, muchos de ellos en los primeros días de vida, sin
haber recibido un nombre y sin partida de nacimiento. Se han emprendido
actividades tales como las de la Iniciativa para una Maternidad sin
Riesgo, interesada sobre todo en la madre, mientras que las campañas
sobre supervivencia infantil se orientaban principalmente a niños de
más edad. El neonato ha quedado olvidado. Sin embargo, eso no sucedería
si todos los asociados colaboraran eficazmente, si las funciones fueran
claras y si los servicios estuvieran integrados.
P:
La mortalidad neonatal fue un problema desatendido hasta 2005. ¿Cómo ha
cambiado la situación y cómo responde usted a las criticas de algunas
iniciativas?
R: Cuando en 2000 se establecieron los
Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), prácticamente no se prestaba
atención mundial alguna al neonato. Cuando los países y asociados
comenzaron a seguir de cerca los progresos realizados hacia la
consecución de los ODM referentes a la supervivencia infantil, llamó la
atención la proporción elevada y creciente de defunciones neonatales
entre las defunciones de menores de cinco años (a nivel mundial esa
proporción ya es de casi un 40%). Al mismo tiempo, en varias
publicaciones se destacó el enorme número de defunciones, pero también
las soluciones que permitirían salvar vidas infantiles. Disponemos de
un número creciente de datos probatorios sobre la manera de salvar
numerosas vidas desde la comunidad misma (mediante la lactancia
materna, la calidez, la limpieza) y con instalaciones sencillas que no
requieren tecnología de avanzada. La supervivencia neonatal recibe
ahora más atención mundial, en parte porque han mejorado las
comunicaciones entre los programas de salud materna y salud infantil,
entre países y donantes y entre los diversos grupos de profesionales de
la salud. Alianzas tales como la Alianza para la Salud del Recién
Nacido, que se ha fusionado en la Alianza para una Maternidad sin
Riesgo y la Salud del Recién Nacido [hospedada por la OMS], ofrecen un
foro para generar consenso y posibilitar actividades conjuntas en lugar
de redundancia. Es más factible introducir cambios políticos y
programáticos si se emite un mensaje claro antes que una cacofonía de
exhortaciones a la acción. En los tres últimos años ha habido una
reorientación mundial hacia la integración de la salud materna,
neonatal e infantil, y esto podría acelerar los progresos hacia la
consecución de todos los ODM relacionados con la salud, en especial los
de supervivencia neonatal.
P: ¿Cuánto tiempo suelen tardar los cambios mundiales de política en impulsar la acción a nivel de la comunidad?
R: Varía enormemente, pero hay ejemplos de cambios muy rápidos, en
especial cuando los gobiernos dan prioridad a un problema, existen
soluciones factibles y los organismos de las Naciones Unidas y los
donantes se encaminan en la misma dirección. Por ejemplo, en 2000 el
tétanos neonatal seguía matando a más de 200 000 niños por año pese a
que había una solución muy viable consistente en administrar durante el
embarazo una inyección a un costo de sólo US$ 0,20. Gracias a nuevos
fondos y esfuerzos coordinados se ha llegado a un número mucho mayor de
mujeres, incluso en los distritos más pobres. El mundo está avanzando
hacia la eliminación del tétanos neonatal después de haber errado el
blanco en 2000, cuando faltaban compromiso y fondos. En 2005 muy pocos
países habían incorporado la atención neonatal en la Atención Integrada
a las Enfermedades Prevalentes de la Infancia (AIEPI), pero ahora más
de la mitad de los países prioritarios respecto del conteo regresivo
con vistas a la consecución de los ODM han cambiado su política y han
incorporado ya la atención neonatal. Sin embargo, los cambios de
política por sí solos no bastan para salvar vidas, como tampoco bastan
cambios de proceso tales como el desarrollo de nuevos medicamentos o
nuevos programas de capacitación. Se requiere una amplia cobertura en
la población.
P:
¿Se han convertido los ODM sobre mortalidad infantil y materna en una
vara con la cual se castiga a los países africanos que no están en vías
de alcanzar las metas previstas para 2015?
R: Para los
africanos ese planteamiento demuestra que en el mundo se cree que
África es una entidad; pero esos países no son idénticos. Algunos de
ellos están bien encaminados para alcanzar varios ODM, si no todos, por
ejemplo Mauricio. En los últimos años varios países africanos, por
ejemplo Madagascar, Malawi, Mozambique y la República Unida de
Tanzanía, han notificado reducciones de un 25%-30% en la mortalidad
infantil. África comienza con una desventaja injusta. Si una región
tiene el 11% de la población mundial pero sobrelleva el 50% de la carga
de mortalidad infantil y materna, probablemente el 95% de la de
infección por VIH, más del 95% de la de paludismo, además de tener los
países más pobres, debe correr más. La responsabilidad de alcanzar los
ODM es colectiva. Los países del Grupo de los Ocho (G8) se han
comprometido a destinar el 0,7% del producto interior bruto a la ayuda
al desarrollo, y muy pocos países donantes alcanzan algunas de las
metas de salud.
R:
La mortalidad de menores de cinco años deberá haberse reducido en dos
terceras partes para 2015 a fin de alcanzar el ODM 4. ¿Carecía este
Objetivo de realismo cuando se estableció?
R: No
carecía deliberadamente de realismo, pero retrospectivamente podemos
decir que era muy ambicioso. De 1960 a 1990 se lograron adelantos
maravillosos en la supervivencia infantil. El Objetivo se basaba en la
tendencia observada hasta entonces, pero nadie hubiera podido predecir
el crecimiento enorme de la infección por VIH, en particular en el
África austral. Además, en el decenio de 1990 muchos países africanos
ya sufrían por causa de los planes de reajuste estructural que
redujeron la financiación para la salud, al tiempo que también se
redujo la financiación de los donantes, especialmente para programas
regulares de salud materna e infantil, inclusive para inmunización.
P: La fijación de metas es una estrategia predilecta de comunicación de
salud pública, pero ¿no constituye un fracaso si aquéllas no se
alcanzan?
R: Si uno no establece metas, nada sucede. Si
no fuera porque el marco de los ODM es muy fuerte, habría mucho más
disonancia entre los donantes y mucho menos voluntad política para
introducir cambios en muchos gobiernos. Muchos gobiernos africanos
están muy comprometidos con los ODM.
P:
¿Qué se necesita para integrar las políticas y los servicios y hacer
tomar conciencia a nivel de la comunidad de que la gente tiene derecho
a una buena atención?
R: Las políticas son asuntos de
los gobiernos nacionales, pero en la prestación de los servicios es
necesario incorporar a las comunidades. En algunos países de África hay
quienes viven cerca de un centro de salud pero dan a luz en el hogar.
Se requiere un sentimiento de confianza y respeto y un conocimiento de
los beneficios posibles, y es necesario eliminar barreras prácticas
tales como los costos catastróficos de las cesáreas de emergencia.
P:
Este mes se celebra en Sudáfrica la segunda conferencia sobre la cuenta
regresiva hacia 2015. ¿Qué resultados espera usted de ellos?
R: En la cuenta regresiva se determinan los progresos realizados [hacia
la consecución de los ODM] en 68 países prioritarios, concentrándose en
la cobertura de la población por un conjunto de intervenciones
escogidas por ser las que ofrecen más posibilidades de salvar vidas de
mujeres, bebés y niños. Hay grandes noticias concernientes a la
cobertura de inmunización y de medidas antipalúdicas. Han aumentando
las inversiones en estos dos programas, y los resultados están a la
vista. Pero necesitamos inversiones aún mayores para las intervenciones
de salud materna y neonatal y la atención pediátrica.
P:
La ayuda de donantes exteriores para programas verticales tales como
los de inmunización, mosquiteros antipalúdicos y lucha contra el VIH
aumentó espectacularmente en los dos últimos años, por ejemplo un 200%
para mosquiteros antipalúdicos. ¿Es el aumento de los fondos la única
respuesta para combatir la mortalidad infantil y materna?
R: No se trata sólo de fondos, sino del destino que se dé a éstos y su
influencia en el sistema de salud. Si el sistema está sobrecargado, uno
no puede añadir simplemente intervenciones prenatales a la atención
prenatal existente. Es necesario invertir en el vehículo, y eso está
comenzando a suceder. En la Alianza GAVI [antes denominada Alianza
Mundial para Vacunas e Inmunización] hay un cambio de paradigma que ha
canalizado miles de millones hacia la inmunización. Ahora tiene un
fondo para el fortalecimiento de los sistemas de salud que está
comenzando a invertir sumas considerables. Etiopía fue el primer país
beneficiario. Nuevas iniciativas tales como la Alianza Sanitaria
Internacional alimentan esperanzas de progresos semejantes. El mensaje
destinado a la próxima Cumbre del G8 en el Japón es que la mortalidad
neonatal e infantil constituye la prueba de fuego del funcionamiento de
un sistema de salud. Una atención continua orientada al fortalecimiento
de los sistemas de salud permitirá reducir esa mortalidad.
P:
Un aspecto del debate sobre el calentamiento de la Tierra es el de la
regulación demográfica. ¿No se debería prestar más atención a regular
la natalidad que a salvar vidas?
R: La utilización de
anticonceptivos modernos es una de las maneras más costoeficaces de
reducir la mortalidad materna e infantil. Pero la natalidad también
está relacionada con la educación y la paridad entre los sexos. Por
ejemplo, en Bangladesh se registró una gran reducción de la mortalidad
materna y de menores de cinco años pese a que el número de asistentes
de partería calificados fuera reducido. Una razón de esto puede ser el
aumento de la alfabetización materna y un gran incremento en el uso de
anticonceptivos.
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