Estados Unidos presume de contar con las fuerzas armadas más sofisticadas del mundo en tecnología y equipamiento.
Pero ahora, el Pentágono está decidido igualmente a disponer de lo
último en medicina regenerativa para el tratamiento de los miles de
soldados heridos en Irak y Afganistán.
El departamento
de Defensa ha creado un consorcio con la Universidad Rice y el Centro
de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston para
encabezar el desarrollo de nuevas técnicas que permitan la producción
rápida y a gran escala de tejido óseo para la reconstrucción
craneofacial de una parte de los miles de soldados heridos en los
conflictos que Estados Unidos sostiene actualmente en Asia.
Este proyecto forma parte de un programa de 250 millones de dólares
dirigido a la rápida aplicación de las últimas técnicas en medicina
regenerativa al tratamiento de los soldados heridos. Para ello, el
Pentágono ha creado el Instituto de Medicina Regenerativa de las
Fuerzas Armadas (AFIRM), en el que los dos centros médicos civiles
referidos trabajarán codo con codo con el Instituto de Investigación
Quirúrgica del Ejército, ubicado en Fort Sam Houston, en San Antonio
(Texas).
El bioingeniero de Rice Antonios Mikos y el
cirujano de la Universidad de Texas Mark Wong recibirán dos millones de
dólares en los próximos cinco años para desarrollar nuevas técnicas de
fabricación de tejidos, reconstrucción quirúrgica y nuevos fármacos que
puedan ayudar a la reconstrucción del rostro de los soldados heridos
que hayan sufrido graves daños.
La fabricación de
tejidos es una disciplina biomédica emergente que está dirigida a
proporcionar de forma rápida tejidos humanos de huesos, cartílagos o
piel que puedan ser quirúrgicamente transplantados sin riesgo de
rechazo. Los científicos utilizan a menudo células del propio paciente
como base para producir nuevo tejido, colocándolos sobre plantillas
biodegradables y estimulando su desarrollo con procedimientos químicos.
NUEVAS OREJAS Y NARICES A PARTIR DE CELULAS DEL PROPIO PACIENTE
La tecnología que planea investigar este nuevo consorcio inclñirá el
uso de biopolímeros como matrices para la regeneración de tejidos y el
desarrollo de diferentes fáramcos para prevenir infecciones y acelerar
la cura de las heridas. Algunos de los proyectos más innovadores en
este campo prevén incluso la reconstrucción de apéndices perdidos tales
como orejas y narices. Lo normal es que estos avances en
laboratorio tardasen años en llegar a la práctica clínica. El profesor
Mikos considera que "es vital que bioingenieros y médicos trabajen
estrechamente en cada estadio de la investigación para afinar una
tecnología que pueda ser trasladada rápidamente a los pacientes", según
declaraciones recogidas por otr/press en la web de la Rice University.
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