También puede servir de excusa para ocultar problemas alimentarios
Ya sea para adelgazar, como excusa para ocultar trastornos de la
alimentación, por costumbre familiar o, simplemente, para rebelarse
contra el consumo de carne que se les impone en el hogar, muchas
adolescentes comienzan una dieta vegetariana sin control alguno que
pone en riesgo su desarrollo.
"Se calcula que si en la misma
población se toma a un grupo de mujeres que sigue una alimentación
normal y a otro grupo que cumple con una dieta vegetariana, en el
primero habrá un 5% de alteraciones hormonales y en el segundo, entre
un 26 y un 28 por ciento. Y esto ocurre entre las mujeres mayores de 18
años, mientras que entre las adolescentes los trastornos son mucho
mayores", dijo a LA NACION la doctora Inés de la Parra, médica del
Servicio de Ginecología del Hospital Italiano de Buenos Aires y
presidenta de la Asociación Médica Argentina de Anticoncepción en el
período 2004/2005.
Es decir que sea cual fuere la versión de la
dieta vegetariana que se elija -pura (sólo incluye frutas y verduras),
ovovegetariana (agrega huevo), ovolactovegetariana (suma huevo y
lácteos) o semivegetariana (incluye huevo, lácteos y pescado)-, las
adolescentes que optan por ellas tienen casi seis veces más riesgo de
sufrir trastornos hormonales por falta de nutrientes esenciales en la
edad del desarrollo.
"Es algo de lo que no se habla y que
existe -dijo la doctora De la Parra-. Según el grado de restricción
alimentaria que las adolescentes practiquen, será la severidad de las
alteraciones", que pueden ir desde un atraso en el ciclo menstrual
hasta la ausencia de menstruación por más de tres meses (amenorrea).
Ya en 1988 la especialista había observado en bailarinas de ballet que
el 60% padecía amenorrea. "En ellas influían una dieta altamente
restrictiva, mucha actividad física, un peso corporal de por sí ya bajo
y altos niveles de estrés -comentó-. Claro que las bailarinas reúnen un
conjunto de factores de riesgo, pero algunos de ellos coinciden con los
que aparecen la población adolescente general."
Para evitar
los riesgos que puede causar una alimentación incompleta, la doctora De
la Parra recomendó cumplir con una dieta tipo que aporte un 60% de
calorías en hidratos de carbono complejos (verduras, frutas, cereales y
pastas), un 30% de calorías en grasas (manteca, aceites, chocolate,
tortas, helados) y un 10 a 20% de calorías en proteínas (carnes, huevo
y lácteos).
"Estas son las proporciones que por lo menos
requiere la dieta adolescente para prevenir los trastornos hormonales",
dijo la ginecóloga durante una conferencia en el IV Congreso
Latinoamericano de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva, que
finalizó ayer en esta ciudad, organizado por la Sociedad Argentina de
Endocrinología Ginecológica y Reproductiva (Saegre).
"Las
adolescentes, que están en pleno crecimiento, tienen altos
requerimientos de macro y micronutrientes. Si descuidamos su
alimentación, podemos generar distintas carencias a corto y a largo
plazo", comentó a LA NACION la doctora María Yuma, médica especialista
en nutrición del Hospital Italiano de Buenos Aires, que participó en el
congreso de Saegre.
Para ambas especialistas, la alimentación
de las adolescentes debe ser armónica, completa, suficiente y adecuada.
En general, los trastornos hormonales por déficit de nutrientes, en
especial del ciclo menstrual, se pueden subsanar con algunas
modificaciones.
"Las alteraciones se pueden revertir si se
cambia la conducta alimentaria, y esto es muy importante, en especial
cuando pueden existir problemas reproductivos -dijo De la Parra-. En el
caso de una paciente joven que busca un embarazo y sigue una dieta
vegetariana, es conveniente charlar con ella para que realice algunos
cambios en sus hábitos de alimentación."
Intención oculta
La elección de la dieta vegetariana, según coincidieron las expertas,
suele también servir de excusa para ocultar la intención de reducir la
cantidad de comida que se ingiere por día para adelgazar.
"Si
alguna adolescente decide seguir una dieta vegetariana -advirtió Yuma-,
padres y médicos deberían asegurarse de que el cambio no sea la
consecuencia de un desorden alimentario encubierto."
Para la
doctora De la Parra, el comienzo de las restricciones alimentarias debe
ser una señal de alerta para los adultos: "Las adolescentes que
comienzan a eliminar ciertas comidas pueden terminar con un trastorno
de la conducta alimentaria o anorexia".
Es por esto que el
control médico y la supervisión de los padres son indispensables en
este grupo de riesgo. "La alimentación debe cubrir el valor calórico
adecuado según la contextura de la adolescente, el gasto metabólico
basal, y la cantidad y la intensidad de actividad física diaria que
realiza -señaló Yuma-. A las adolescentes hay que seguirlas de cerca."
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