No, la genética no produce ni cerdos con seis patas ni clones humanos. Para convencernos de ello, cada primavera los laboratorios abren sus puertas. Es el caso del Instituto Suizo de Investigación Experimental sobre el Cáncer (ISREC) de Lausana.
El origen de todo cáncer son uno o varios defectos genéticos.
Normalmente, la célula es capaz de repararlos. Pero si no lo logra, 'se
suicida' o 'acepta' vivir con ellos comienza a dividirse de modo
anómalo, generando un tumor.
Aun siendo genética, la
enfermedad no es obligatoriamente hereditaria. Sería demasiado simple.
Se sabe que muchas veces factores externos provocan el cáncer. Es
necesario comprender cuáles son esos y qué los provoca. Es justo a lo que se dedica el ISREC, participe de las Jornadas de la Investigación Genética, desde sus inicios en 1972. A
partir del 2009, el Instituto se integrará a las tareas de la Escuela
Politécnica Federal de Lausana (EPFL), donde también tendrá su sede.
Aún este año, los visitantes pueden visitarlo en sus instalaciones de
Epalinger (al norte de Lausana).
Todo pasa por los genes
Las
personas interesadas podrán conocer a los científicos dedicados a la
investigación fundamental -sobre la comprensión de los mecanismos del
cáncer-, y a la investigación denominada trasnacional, que indica los
caminos para el desarrollo de nuevos enfoques clínicos y nuevos
medicamentos. De este modo se busca actuar directamente en los genes, pero también en los 'caminos de señalización celular'. Las
células recurren a procesos de comunicación complejos entre las
proteínas para poner en marcha y mantener las funciones de los
organismos vivientes. Y las vías por las que circulan esas
informaciones forman una red muy compleja. De este modo, las
perturbaciones que puedan ocurrir en esa red, especialmente aquellas
que son resultado de una mutación genética, son susceptibles de dar
origen a un tumor. Los nuevos medicamentos pueden actuar sobre
esa red, pero antes se requiere saber el porqué de la alteración. Entre
los casos más frecuentes se encuentra la disfunción de un gen.
Sensibilización
Actualmente,
nadie cuestionará lo que la genética ha aportado o aportará en el
terreno de la investigación de enfermedades, entre ellas el cáncer. El
ejemplo más citado es el del medicamento Glivec, el primero de una
nueva generación que bloquea la proliferación de células cancerosas de
un tipo de leucemia. Un éxito, sin duda, pero contra un cáncer
"genéticamente muy sencillo", considera el profesor Michel Aguet,
director del ISREC. Por lo tanto, aún queda un largo camino por recorrer para poder contener esta enfermedad, y en el mejor de los casos, vencerla. Para
explicar estos desafíos, los científicos organizan desde hace diez años
las Jornadas de Investigación Genética. ¿Han logrado pasar el mensaje
deseado? "Es difícil decirlo, sin tener sondeos comparativos de
los resultados del esfuerzo que cada año se realiza", responde Dietrich
Reinhard, adjunto del decano de la Facultad de Ciencias de la Vida de
la EPFL. No obstante, asiente con satisfacción que las cuestiones
relacionadas con la genética cada vez están más presentes en la plaza
pública. "Cuando encontramos a la gente en el marco de estas
Jornadas, nos impresiona su interés. Evidentemente se trata de las
personas que han hecho el esfuerzo de venir, los que se detienen frente
a uno de los mostradores... ¿Qué piensan todos aquellos que jamás
visitan los laboratorios?", se pregunta el científico. "No
obstante, pienso que poco a poco, la comprensión de los desafíos de la
genética ocupa un lugar en la mente de la gente. Al menos, es lo que
espero", concluye Dietrich Reinhard.
Su ADN en un tubo
Y
para ayudar a esta toma de conciencia, los organizadores de las
Jornadas hacen todo lo posible por demostrar que la genética puede ser
también divertida e interactiva. En la Plaza de la Louve, en
pleno corazón de Lausana, la EPFL, la Universidad de Lausana y su
Centro Hospitalario (CHUV) proponen una exposición para comprender la
función de los genes en el ser humano y su salud. El concepto es
simple: los interesados observan sus células a través de un microscopio
y pueden llevarse a casa una prueba de su propio ADN en un tubo. Pero
se trata tan sólo de un ejemplo de muchos incluidos en un catálogo que
presenta unas sesenta manifestaciones en torno al tema que se realizan
en toda Suiza.
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