La nueva generación de tratamientos contra el cáncer de mama que se
está gestando es sorprendente y casi roza lo que hasta hace muy poco
tiempo parecía ciencia ficción.
Un “disparo” de radiación minutos después de extirpar un tumor,
proteínas inyectables que emiten radiación dentro de la mama y células
madre extraídas de la grasa abdominal para reconstruir un seno
extirpado años atrás son tres de los nuevos tratamientos que están
abriendo camino a terapias mucho menos invasivas que las actuales.
Pero, más allá del avance científico que representan, está la
creciente demanda de preservar una parte muy importante del cuerpo de
la mujer, como son los senos, y prevenir de ese modo la carga emocional
y psicológica que acompaña el cáncer de mama.
“Sabemos no sólo que una de cada nueve mujeres tendrá cáncer
de mama en algún momento de su vida, sino también que la curación de la
enfermedad depende del diagnóstico temprano. Y hoy esto es posible
porque existen herramientas que detectan lesiones malignas que aún no
son lo suficientemente grandes como para palparlas", explicó el doctor
Alberto Rancati, especialista en cirugía oncoplástica y coordinador en
la Argentina del estudio sobre el uso de células madre en
reconstrucción mamaria que realiza el Instituto Europeo de Oncología
(IEO) de Milán.
De visita en nuestro país, investigadores de ese instituto,
creado y dirigido por el reconocido oncólogo Umberto Veronesi,
participaron hasta ayer en el Curso sobre Cáncer de Mama organizado por
la Fundación Argentina contra el Cáncer, el IEO, la Sociedad Argentina
de Mastología y la Asociación Médica Argentina.
Allí presentaron las nuevas terapias. La que más cercana se
encuentra de la aplicación masiva es el uso de la radioterapia
intraoperatoria (IORT, según sus siglas en inglés), adelantó a LA
NACION el doctor Roberto Orecchia, director de la División de
Radioterapia del IEO y colaborador de Veronesi.
La IORT consiste en aplicar un "disparo" de radiación durante
no más de 2 minutos sobre la mama afectada inmediatamente después de
extirpar el tumor. Los resultados en más de 3000 mujeres mayores de 44
años demuestran que es altamente efectivo y tiene pocas recaídas (1,4%
de las pacientes).
Esto, precisó Orecchia, evitaría que una mujer reciba las 30 a
40 sesiones de radioterapia externa posquirúrgicas necesarias para
evitar la reaparición del cáncer. "El estudio comenzó en Milán hace
diez años como un proyecto piloto para comparar el efecto de la
radioterapia tradicional, que dura entre 4 y 6 semanas, con una única
dosis mucho más alta (21 gray)", explicó.
Para la investigación se usó un nuevo equipo acelerador de
rayos, que se instala en el quirófano. Todas las participantes tenían
tumores que no superaban los 2,5 centímetros.
"Los resultados hasta fines de 2007 indican que el efecto de
la IORT y la radioterapia tradicional es el mismo, aunque la primera
tiene más ventajas", dijo el investigador italiano. Ellas son: su
rapidez, la buena interacción con la quimioterapia y la posibilidad de
que la paciente recupere rápidamente su vida normal.
Los expertos estiman que la IORT servirá para un 30% de las
mujeres con cáncer de mama, para lo que están ajustando los criterios
de selección de las pacientes. Según adelantó Orecchia, la radioterapia
intraoperatoria estaría disponible como tratamiento estándar en entre
seis meses y un año.
Moléculas inteligentes
Otra de las nuevas estrategias para tratar el cáncer de
mama se basa en el uso de una proteína (la avidina) y la vitamina H
(biotina), que se atraen como imanes. Esta unión permite aplicar
radioterapia de manera "inteligente" dentro de la mama sin dañar el
tejido sano, según un estudio piloto en 10 candidatas.
De no ser por la seguridad con que la doctora Concetta De
Cicco comentó los promisorios resultados obtenidos en ese primer
estudio publicado en Clinical Cancer Research
, el relato podría haber sido de ciencia ficción. Es que, desde hace
años, los científicos que estudian los distintos tipos de cáncer buscan
esa "bala mágica" que permita tratar y curar tumores.
Ahora, un estudio multicéntrico que acaba de comenzar
intentará repetir los últimos resultados, y compararlos con
radioterapia convencional. "Permite aplicar una radiación parcial sobre
la glándula mamaria -explicó la doctora De Cicco, vicedirectora de la
División de Medicina Nuclear del instituto europeo-. Es un método de
bajo costo comparado con la radioterapia intraoperatoria."
La técnica consta de dos pasos. En el primero, el cirujano le
inyecta a la paciente la avidina en aquellos sitios de la mama que
necesitarán radioterapia. Al día siguiente, en un centro de medicina
nuclear, se le inyecta la vitamina H marcada con un isótopo
radioactivo.
"La avidina, que con carga positiva se aloja en el tejido
mamario, funciona como receptor de la biotina, que emitirá la radiación
localizada luego de unirse a ella -dijo De Cicco-. Elegimos este par de
moléculas porque está probada su gran capacidad de unión indisoluble y
resistente al calor."
A juicio de la investigadora, esta estrategia evitará el
traslado de las mujeres para recibir la terapia radiante y evitará los
efectos secundarios de su aplicación. Las moléculas, explicó De Cicco,
se degradan al final del tratamiento y "no hay riesgo para la salud
porque no migran a otros sitios del organismo". Se estima que este
tratamiento demorará todavía 10 años.
Células que prometen
La tercera terapia de esta nueva generación se utiliza para
la reconstrucción mamaria en mujeres a las que se les extirpó toda una
mama hasta cinco años antes y que completaron la radioterapia
tradicional.
Se basa en el aprovechamiento de las células madre presentes
en la grasa corporal. Estas se obtienen centrifugando el 30% de la
grasa extraída mediante una liposucción abdominal o de la cadera. "Lo
que queda es la concentración de células madre que se aplicarán,
formando una parrilla, en el tejido donde estaba la mama -explicó
Rancati-. Este estímulo en la mama irradiada hace que se desarrollen
nuevos vasos y mejore la hidratación y la elasticidad de la piel.
Biopsias realizadas a partir del cuarto día demostraron que aumenta la
vascularización del tejido."
Opinó Orecchia: "Es una técnica mínimamente invasiva y muy
promisoria para la reconstrucción mamaria, pero aún necesitamos
conocer, por ejemplo, cuál es la resistencia de estas células madre al
uso de fármacos o terapias en el caso de metástasis a distancia".
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