Un nuevo estudio demostró que, en las mujeres jóvenes, sanas y con peso normal, el uso de las nuevas píldoras anticonceptivas de "tercera generación" eleva el nivel de una proteína inflamatoria relacionada con la enfermedad cardíaca llamada proteína C reactiva, o PCR.
Esto, a la vez, aumentaría en esas mujeres el riesgo de
padecer la formación de coágulos y cardiopatías.
Tanto las píldoras anticonceptivas de segunda como las de
tercera generación contienen una forma de estrógeno llamada
etinilestradiol más otra hormona llamada progestina.
La diferencia entre ambos tipos de píldora es la clase de
progestina que contienen. Los anticonceptivos más modernos
contienen desogestrel o gestodeno, mientras que las
generaciones anteriores poseen levonorgestrel o norgestrel.
Las píldoras de tercera generación con desogestrel o
gestodeno aparecieron para reducir los efectos adversos de los
anticonceptivos orales, en especial la enfermedad
cardiovascular, explicó el equipo dirigido por la doctora
Sabina Cauce, de la Universidad de Udine, en Italia.
Los resultados de la nueva investigación fueron publicados
en la revista Obstetrics and Gynecology.
No obstante, la evidencia disponible sugiere que, a
diferencias de las generaciones anteriores, estas nuevas
preparaciones aumentarían el riesgo de que el organismo
produzca coágulos sanguíneos.
Para investigarlo, el equipo midió los niveles de PCR,
homocisteína (otra proteína relacionada con enfermedad
cardíaca) y lípidos a 77 usuarias de anticonceptivos orales de
tercera generación y a 200 mujeres de la misma edad pero que no
utilizaban anticonceptivos orales.
Los niveles de PCR "de alto riesgo de enfermedad
cardiovascular" eran mucho más frecuentes en las usuarias de
anticonceptivos que en el resto de las mujeres (el 27,3 y el
8,5 por ciento, respectivamente).
Asimismo, el 32,5 por ciento de las usuarias de
anticonceptivos tenía niveles de PCR de riesgo intermedio de
enfermedad cardíaca, frente al 11 por ciento del resto.
El uso de los anticonceptivos de tercera generación no
alteraba el nivel de homocisteína y parecía tener un efecto
positivo sobre el colesterol de las mujeres jóvenes, aunque el
equipo observó que también aumentaba los triglicéridos.
"El estudio demostró que muchas usuarias de anticonceptivos
orales que son jóvenes, están sanas y tienen un peso normal
tienen altas concentraciones de PCR de alta sensibilidad y que,
por lo tanto, tendrían mayor riesgo cardiovascular que las
no-usuarias", escribieron los autores.
"Dado que esta enfermedad inflamatoria de bajo grado es
asintomática, no se suele diagnosticar y/o investigar",
concluyó el equipo.
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