Awa Gras, de Guinea-Bissau, conoce de primera mano los peores efectos
de la malaria. De los ocho retoños que alumbró sólo viven cuatro,
porque a los otros los mató la enfermedad. Apripey Anyongubire, de una
aldea de Ghana, también ha visto fallecer a dos de sus pequeños y Marie
Fornah, de Sierra Leona, a uno. Y la cuenta sigue y sigue. Cada 30
segundos, una madre experimenta el dolor que supone perder a un hijo
por culpa del parásito responsable de la malaria, el 'Plasmodium'.
"Tenía fiebre y se quejaba de dolores en todo el cuerpo. Ni siquiera
había cumplido los cinco años. Para cuando llegamos al hospital ya era
demasiado tarde. Murió a los dos días", recuerda Gras. Su testimonio,
muy similar al de Anyongubire, es uno de los que ha recogido UNICEF con
motivo de la celebración del Día Mundial de la Malaria, el primero que
no se centra sólo en África, como demuestra el lema elegido: 'una enfermedad sin fronteras'.
Para Ann Veneman, directora ejecutiva de esta organización, "es inaceptable que la malaraia una enfermedad que se cura y que se puede prevenir incrementando el uso de mosquiteras y otras intervenciones, mate todavía a más de un millón de personas, en su mayoría niños".
Aunque en los últimos años la malaria ha saltado a la Agenda
Política Internacional y han aumentado los esfuerzos y los fondos para
combatirla –de los 100 millones de dólares de hace una década hasta los
1.000 millones actuales-, lo cierto es que las cifras que rodean a la
enfermedad siguen impactando. La malaria es, junto al sida y la
tuberculosis, la patología más frecuente en África; el 40% de la población mundial se encuentra amenazada por
el parásito en 107 países; cada año se producen entre 350 y 500
millones de casos y más un millón de decesos y cada 30 segundos acaba
con la vida de un menor de cinco años.
La clave del dinero
Hoy, la comunidad internacional se ha comprometido a cambiar esta
situación. Desde Roll Back Malaria, un consorcio contra la enfermedad
creado en 1998 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef,
la Programa de Desarrollo de la ONU y el Banco Mundial, afirman que "el
día mundial de la malaria no es un día para el miedo, sino para la
determinación y el optimismo porque ahora tenemos la evidencia de que podemos ganar la batalla".
¿Cómo lograrlo? En primer lugar, según explica en un artículo de la revista 'The Lancet'
Raymond G Chambers, del Fondo Global para la Lucha contra el Sida, la
Tuberculosis y la Malaria, lo que hay que hacer es aumentar el acceso de las familias africanas a las mosquiteras con insecticidas,
una medida que ha demostrado que reduce hasta en un 60% la incidencia
de la enfermedad, que se transmite por la picadura de la hembra del
mosquito 'Anopheles'.
Junto a la distribución de mosquiteras, el segundo paso necesario es incrementar el acceso a la terapia a
base de artemisina, el tratamiento más eficaz hasta la fecha. Y, para
conseguir estos dos objetivos, lo que hace falta es dinero, más dinero.
La malaria, una enfermedad estrechamente ligada a la pobreza,
consume una cuarta parte de los ingresos familiares en el África
subsahariana. Se estima que el parásito ha reducido el crecimiento
económico de este continente un 1,3% cada año, como resultado de la
pérdida de vidas y la menor productividad.
Una vieja conocida de los españoles
En España, los más jóvenes conocen la malaria por lo que ven en los
medios de comunicación o en las series de médicos, pero no hace mucho
que el mosquito 'volaba' a sus anchas por el país. No hay que
remontarse demasiado atrás en la historia. Hace tan sólo 50 años que la enfermedad se erradicó de Europa gracias
a una exitosa política de saneamiento, pero al 'Anopheles' le dio
tiempo a dejar tras de sí 5.000 cadáveres de españoles.
Unas víctimas que se unen al de nombres tan ilustres como los de
Alejandro Magno, quien después de salir victorioso de innumerables
batallas sucumbió a la picadura del mosquito, el poeta Dante o el rey
Carlos V.
La enfermedad se caracteriza por fiebre alta, escalofríos, sudores y dolor de cabeza,
aunque no son raras las náuseas, los vómitos, dolores musculares o la
ictericia (coloración amarillenta de la piel). La destrucción de los
glóbulos rojos por los parásitos provoca anemia en los afectados y
también se puede ver que el hígado y el bazo aumentan de tamaño.
Si el cuadro es muy grave puede conllevar insuficiencia renal o
respiratoria, un coma e incluso muerte, dependiendo del tipo de
'Plasmodium' implicado (existen cuatro: falciparum –el más grave-,
malarie, ovale, vivax). La malaria cerebral es la forma más temida de
la enfermedad y sólo la produce el 'P. falciparum'. Las mujeres
embarazadas tienen cuatro veces más riesgo de sufrirla.
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